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ALEGRE, FELIZ, CONTENTO


 ALEGRE, FELIZ, CONTENTO
La alegría es una de las emociones básicas del ser humano y, como tal, encierra en sí el impulso que nos lleva a la acción. Es en un estado interno de bienestar y relajación donde aparece la alegría. Un estado de plenitud facilita una auténtica apertura, sabiendo que, pase lo que pase en la vida, siempre habrá cosas hermosas para apreciar y dar.
La alegría de vivir viene con la capacidad de estar abierto a lo que acontece, sin perderse en los pensamientos. Requiere estar con uno mismo, sin peleas internas, manteniendo la atención sobre lo que nos ayuda a superarnos.
La alegría es la emoción que se produce ante un suceso favorable, en ella encontramos emociones como humor, placer, euforia y optimismo. El color amarillo representa la emoción de la alegría.
Las pequeñas cosas agradables que nos ocurren en la vida cotidiana tienen una marcada influencia sobre nuestras emociones, actitudes y conductas. Así, ver una película cómica, recibir un ramo de flores u otro pequeño regalo, o enterarnos de que hemos ejecutado bien un trabajo, son suficientes para aumentar nuestro nivel de optimismo. Esos momentos de alegría moderada tienen además un impacto importante en las decisiones que tomamos, en la creatividad que empleamos para resolver problemas, en la memoria, en la capacidad para aprender, en la motivación para embarcarnos en un nuevo proyecto y en la forma de relacionarnos con los demás.
La felicidad no es algo que podamos encontrar por ahí, sino algo que se construye y se practica.
Ahora bien, la fórmula: la felicidad es igual a la actitud más sabiduría.  entendiendo como actitud la manera de proceder y de pensar y la sabiduría como el conocimiento de ser.
La felicidad camina siempre al amparo y al abrigo de la verdad, la autenticidad y la virtud.
Se puede decir de alguien que es alegre de carácter, es decir, que es una persona jovial. También se puede decir que está alegre por algún motivo, en una circunstancia determinada, por algo que ha resultado positivo para él. Pero no se dice de alguien que tiene un carácter contento, porque estar contento significa estar satisfecho con algo. Con estar se indica una circunstancia espacio-temporal.
Recuerde que el Principio del Contentamiento nos dice: “Estar alegres, dichosos, felices, agradecidos en el interior sin importar lo que pase en el exterior”.
No te preocupes por lo que no puedes cambiar: Deja de luchar con ese esposo incrédulo, deja de pelear con ese hijo necio, deja de desanimarte por las personas que no te quieren, deja de desanimarte por aquellas cosas que no se dieron…, simplemente déjalo ir. Si el problema no tiene solución, ¿por qué te preocupas?
Valora el día a día y dale alegría: Ya no te atormentes por lo que pasará mañana, eso le pertenece a Dios; en cambio comienza tu día agradeciendo por la nueva jornada y también reconociendo por permitirte una nueva oportunidad.
Alégrate con lo que tienes y deja de enfocarte en lo que no tienes: Sé de los que se orientan en las cosas que tienen, hacerlo te ayudará a sentirte afortunado y feliz. Pero si fijas tu mirada en lo que no tienes vivirás continuamente frustrado, y la frustración es un fantasma poderoso que puede socavar tu vida. ¡Cuidado!
Entrena tu mente para mantenerte contento, no permitas que la frustración, el mal-agradecimiento, la queja y el conformismo te invadan. Lucha contra el descontento y decide contentarte, ponte firme sobre tus pies y dale la orden a tu cuerpo, dale la orden a tu mente, dale la orden a tu espíritu: ESTARÉ CONTENTO CUALQUIERA QUE SEA MI SITUACIÓN, estaré contento cuando las cosas vayan bien y estaré contento cuando las cosas vayan mal…,

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PROBIDAD    Probidad, la etimología nos remite a la lengua latina, ciertamente al término probitas. “honestidad y rectitud”. Puede decirse que la probidad está vinculada a la honradez y la integridad en el accionar, quien actúa así no comete ningún abuso, ni incurre en un delito. Lo contrario a la probidad es la corrupción, que implica un desvió de las normas morales y las leyes. En definitiva, es una virtud. La realidad, por supuesto, demuestra que la probidad no está presente en la totalidad de la humanidad. En el desarrollo de nuestras funciones la falta de probidad resulta aún más grave y perjudicial, ya que del accionar profesional se desprenden perjuicios a la sociedad; por decir: Si un magistrado carece de probidad, no puede administrar justicia. Sus dictámenes no serán imparciales, ya que pueden estar determinados por vicios. De esta manera un juez que no es probo puede condenar a prisión a un inocente o dejar en libertad a un asesino. También, todos,...