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Mostrando las entradas de enero, 2024

SÍNDROME DE WERNER

 EL HOMBRE QUE ENVEJECE DEMASIADO RÁPIDO El síndrome de Werner, también llamado progeria, es una afección hereditaria relacionada con el envejecimiento prematuro y un mayor riesgo de cáncer y otras enfermedades. Los signos del síndrome de Werner normalmente se desarrollan en la infancia o la adolescencia. Una persona con síndrome de Werner no tiene el período de crecimiento habitual típico de un adolescente y tiende a ser más baja que otras personas. Pueden aparecer signos de envejecimiento, como arrugas, cabello gris y caída del cabello, en personas de 20 años. A los 30 años, los signos que pueden aparecer incluyen cataratas u opacificación del cristalino, diabetes tipo 2, úlceras cutáneas, nariz con forma de pico y osteoporosis, es decir, disminución de la densidad mineral ósea. Uno de los problemas de salud más importantes a los que se enfrentan las personas con síndrome de Werner es la aparición temprana de varios tipos de cáncer y aterosclerosis, comúnmente conocida como endurecim

CURIOSAS MANERAS EN LAS QUE NUESTRA MENTE NOS ENGAÑA SOBRE EL PASO DEL TIEMPO

Aunque percibimos el tiempo como algo lineal, es mucho más complejo que eso. Todos sabemos cómo se siente el pasar del tiempo. Nuestro presente se convierte en pasado tan pronto como ha sucedido. El hoy pronto se convierte en ayer. Según en qué parte del mundo vivas, verás las estaciones ir y venir. Y a medida que alcanzamos la edad adulta, nos volvemos cada vez más conscientes del pasar de los años. Aunque los neuro científicos no han podido localizar un solo reloj en el cerebro que sea responsable de detectar el paso del tiempo, los humanos somos sorprendentemente buenos en eso. La Ley de Weber: por qué el tiempo pasa más rápido a medida que nos hacemos mayores Como resultado, la mayoría de nosotros diría que la forma en la que funciona el tiempo es bastante obvia: el tiempo pasa, a un ritmo constante y medible, en una dirección específica, del pasado al futuro. ¿Por qué el tiempo parece pasar más rápido a medida que nos hacemos mayores? Por supuesto, la perspectiva humana del tiempo

OPTIMISMO Y PESIMISMO

  Latín optimus: el mejor, y pessimus: el peor. Dos actitudes contrarias hacia la marcha de los acontecimientos: el optimismo es la convicción y la fe en un futuro mejor, en la posibilidad del triunfo del bien sobre el mal, de la justicia sobre la injusticia; en cambio, el pesimismo se manifiesta en las consideraciones de que los acontecimientos van hacia lo peor, en los ánimos de abatimiento, en la falta de fe en el triunfo del bien y de la justicia. En la historia de la filosofía, la concepción optimista del mundo la predicaban de una u otra manera muchos pensadores: Aristóteles, Epicuro en la Antigüedad; Leibniz, en el tiempo nuevo. Este último opinaba que el mundo existente es el mejor de todos los mundos posibles. El optimismo absoluto de Leibniz llevaba en última instancia a la justificación del mal, las desgracias y los infortunios en la vida. El pesimismo lo fundamentaban los filósofos irracionalistas alemanes Schopenhauer y E. Hartmann. Es típico de las clases caducas, por eje

SOBRE LA DIGNIDAD HUMANA

De modo recurrente el tema de la dignidad del hombre ha surgido en el pensamiento de la civilización occidental a partir de los filósofos de la antigüedad clásica. En efecto, el aspecto ontológico fue vislumbrado por los sofistas y el lado moral fue fundamentado por los estoicos. Aquellos planteamientos iniciales, empero, no lograron generar una teoría de la dignidad humana, si bien la palabra y el concepto adquirieron una temprana consistencia. Por ejemplo, cuando Cicerón, divulgador ecléctico de una vasta terminología filosófica, hablaba del laudare aliquem pro dignitate, se refería a la alabanza merecida por quien exhibe una loable conducta cívica La meditación sobre la dignidad del hombre, pese al escepticismo existente en la Edad Media acerca de las virtudes de un ser agobiado por el peso del Pecado Original, Santo Tomás de Aquino – “el hombre en cuanto inteligencia es un reflejo de la imagen de Dios” – y cobra altura y expansión con los humanistas y filósofos del Renacimiento. No

SMITH, KEYNES, MUSIL, POPPER

  LA FUERZA DE LAS IDEAS A diferencia de un período contemporizador que mima a los tecnócratas e idolatra subrepticiamente al encantador mediático, los adelantados tuvieron que ir elaborando sus teorías en los márgenes. Adam Smith dijo alguna vez, refiriéndose con ironía al gremio de los economistas, que “Las personas de la misma profesión rara vez se reúnen, ni siquiera para la alegría y la diversión, sin que la conversación termine en una conspiración contra el público o en algún artificio para elevar los precios”. Uno puede imaginar la frase de Adam Smith y sus implicaciones para juzgar lo que sucede en la sala de juntas de un Banco, corroborando paradójica semblanza. El mérito de Adam Smith fue adelantarse a su época. También John Maynard Keynes, uno de los grandes economistas del siglo XX, dijo también que, en el largo plazo, el curso de la historia se ve determinado por las ideas y los intelectuales que llevan la contraria a su tiempo. Tanto Smith como Keynes forjaron principios

EMMANUEL LÉVINAS

LA HUELLA INFINITA. POR RAFAEL NARBONA El pensador rescató a la filosofía occidental de su deriva hacia la soledad y señaló la urgencia de regresar a sus orígenes griegos y bíblicos Desde Descartes la historia de la filosofía occidental ha sido un viaje hacia la soledad radical. Cuando Heidegger proclama que el hombre es el “pastor del ser”, relega la preocupación por el otro a un segundo término. Si el papel del ser humano se reduce a ser el testigo ontológico de la verdad, la ética queda rebajada a saber complementario, no esencial. Dicho de otro modo: el otro desaparece o se vuelve irrelevante. Emmanuel Lévinas combatió la ontología fundamental de Heidegger, atribuyendo a la ética el papel de filosofía primera. El hombre no es el pastor del ser, sino el guardián de su hermano. Nuestra responsabilidad es infinita y nos convierte en “rehén del otro”.  No se trata de una servidumbre, sino de la relación que nos permite trascender el yo y comprender nuestra proximidad con lo infinito. L