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SMITH, KEYNES, MUSIL, POPPER

 LA FUERZA DE LAS IDEAS

A diferencia de un período contemporizador que mima a los tecnócratas e idolatra subrepticiamente al encantador mediático, los adelantados tuvieron que ir elaborando sus teorías en los márgenes.

Adam Smith dijo alguna vez, refiriéndose con ironía al gremio de los economistas, que “Las personas de la misma profesión rara vez se reúnen, ni siquiera para la alegría y la diversión, sin que la conversación termine en una conspiración contra el público o en algún artificio para elevar los precios”. Uno puede imaginar la frase de Adam Smith y sus implicaciones para juzgar lo que sucede en la sala de juntas de un Banco, corroborando paradójica semblanza. El mérito de Adam Smith fue adelantarse a su época.

También John Maynard Keynes, uno de los grandes economistas del siglo XX, dijo también que, en el largo plazo, el curso de la historia se ve determinado por las ideas y los intelectuales que llevan la contraria a su tiempo. Tanto Smith como Keynes forjaron principios seminales de la disciplina económica. Y esto sucede así porque implícitamente la filosofía que les orientaba no fue reducida al mercado o a la demanda agregada. No pertenecieron a un equipo de economistas para actuar únicamente para la “coyuntura”.

Fue Keynes el creador de un tópico recursivo en la historia de la economía, repetido aún por quienes se muestran críticos de su obra. Nos recordó que “en el largo plazo todos vamos a morir”. Elias Canetti, con algo de razón, consideró esta frase ¡horrible! Y por fuera de contexto es ofensiva, cierto. Keynes estuvo pensando entonces en la parsimonia de las autoridades económicas para actuar ante el hambre y el desempleo de una mayoría en Europa y los Estados Unidos. Canetti, por el contrario, estuvo considerando siempre a la muerte como enemigo de la humanidad. ¿Son lecturas contradictorias de un mismo dictum? Smith alcanzó la gracia de ver coronada en público su gran obra: La riqueza de las naciones, pero Keynes no tuvo la misma fortuna. El mayor impacto de su obra se dio bajo la égida de su propia profecía.

Robert Musil, también quizás el más grande escritor de la literatura centroeuropea, no pudo reconocer de su tiempo más que ingratitudes. Pero nuestra época no sería comprendida a cabalidad sin El hombre sin atributos. Smith, Keynes y Musil son tres adelantados a su época que tuvieron que esperar a mejores tiempos para ser tomados en serio. Y no del todo. A diferencia de un período contemporizador que mima a los tecnócratas e idolatra subrepticiamente al encantador mediático, los adelantados tuvieron que ir elaborando sus teorías en los márgenes.

En algunos casos, Robert Musil como Nietzsche tuvieron que actuar como individuos anacoretas contra la ortodoxia reinante. Tocqueville reescribiendo la historia de la revolución francesa en el Antiguo Régimen, o en sus magistrales notas de sicología política: Recuerdos de la revolución de 1844. Haga usted el ejercicio de lectura del libro 1984 de George Orwell o La sociedad abierta y sus enemigos de Sir Karl Popper. Ahora compare. Dos obras que abrieron de par en par las posibilidades de transitar los laberintos del cambio social y político de la década de los noventa. Estuvieron y siguen estando cubiertas de polvo. Su generación descartó su estudio. En las universidades colombianas leer a Popper en los setenta y ochenta era casi un sacrilegio. A Estanislao Zuleta los marxistas lo corrían porque leía clásicos. Un seminario de economía en la Universidad del Valle con lecturas de Popper durante ese período y tuve que esconderme de esos individuos.

¿Quién puede mostrar una idea creadora entre los columnistas durante la última década? A cambio de la cuadratura del círculo de los mismos opinadores, de los mismos meses, de los mismos días, de los mismos años. Veamos como ejemplo una obra que no se nombra: La teoría de la justicia de Rawls. Uno tiene la impresión página por página de esta obra, que los asuntos de reforma política, referendo, corte constitucional, tributación, gasto público, equidad, orden, desorden, cooperación, egoísmo, envidia, altruismo, etcétera, se entienden mejor en Rawls. 
Smith, Keynes, Musil, Zola, Popper, Rawls, Nozick, para escoger algunos, tienen la propiedad de las ideas. Nos ayudan a pensar mejor y a vivir, tal vez un poco conscientes de no estar mejor. Sus ideas son fundamentales.
Adam Smith. Se reconoce como uno de los precursores del libre mercado. Además de ser un defensor de la propiedad privada y la oferta y demanda como mecanismo para la fijación de precios.  
La teoría del valor del trabajo de Adam Smith
Para él, el precio de cualquier mercancía está ligado a la cantidad de trabajo que es necesario para comprarlo, lo que ejemplifica lo que tiene que trabajar una persona para obtener ese producto. 
Aquí, Smith. Señala que el trabajo es la medida de mayor precisión para determinar el valor de cualquier producto. Mientras que el valor lo define como el trabajo que tendría a cambio de ese bien. Esta visión argumenta que en toda mercancía interviene el trabajo de muchos hombres que realizan el proceso de creación de un artículo. Es por ello que la fuerza de trabajo tiene un precio que debe ser remunerado para costear el esfuerzo de la mano de obra.
John M. Keynes. Si se han de destacar tres ideas que describan la obra de Keynes, podrían:
Pensaba que la política económica era la herramienta clave para sacar a un país de la crisis.
Su idea era que los gobiernos debían de estimular la demanda que había en la economía.
La mejor manera de estimular la demanda sería utilizar la política fiscal, el déficit público.
En la demanda agregada influyen muchas decisiones económicas, tanto públicas como privadas. Las decisiones del sector privado pueden a veces generar resultados macroeconómicos adversos, tales como la reducción del gasto de consumo durante una recesión. Esas fallas del mercado a veces exigen que el gobierno aplique políticas activas, tales como un paquete de estímulo fiscal. Por lo tanto, el keynesianismo apoya una economía mixta guiada principalmente por el sector privado pero operada en parte por el Estado. 
Los precios, y especialmente los salarios, responden lentamente a las variaciones de la oferta y la demanda, algo que genera situaciones periódicas de escasez y excedentes, sobre todo de mano de obra. 
Las variaciones de la demanda agregada, ya sea previstas o no, tienen su mayor impacto a corto plazo en el producto real y en el empleo, no en los precios.
Karl Popper. El libre mercado es el único ordenamiento posible de la economía y es irracional tratar de intervenir en ella. La teoría económica agrupa las leyes y axiomas de la ciencia económica, y a su vez las agrupa en dos grandes ramas: la microeconomía y la macroeconomía. Un ejemplo de teoría económica es el funcionamiento de los mercados a través de las leyes de oferta y demanda. El principal postulado de la teoría de Keynes es que la demanda agregada —la sumatoria del gasto de los hogares, las empresas y el gobierno— es el motor más importante de una economía. Keynes sostenía asimismo que el libre mercado carece de mecanismos de auto-equilibrio que lleven al pleno empleo.






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