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LIBRO, LECTURA Y FUTURO

 

Un libro es una historia, un razonamiento o un conjunto de conocimientos organizado que es autosuficiente. Está completo por cuanto contiene su propio comienzo, desarrollo y final.

En el pasado, un libro se definía como cualquier texto impreso entre dos tapas. Hoy en día, las páginas de papel de los libros están en proceso de desaparición. Lo que queda en su lugar es la estructura conceptual de un libro: un cierto volumen de texto que une un tema con una experiencia que toma un tiempo en completarse.

Ya que el caparazón tradicional está desvaneciéndose, cabe preguntarse si su estructura es un mero fósil. ¿El continente intangible de un libro proporciona alguna ventaja sobre las otras muchas formas en que actualmente un texto se encuentra disponible?

La lectura siempre fue ligada al Iibro. El libro ha sido universalmente el medio de culturalización por excelencia.  Sin embargo, esto cambió radicalmente en las tres décadas finales del siglo XX, ya que la lectura del libro ha sido suplantada en la cultura de masas por la televisión

De este modo, la lectura constituye una operación intelectual, en la que entra en juego cómo se ubica el lector en el espacio, así como sus relaciones consigo mismo y con los demás.

Por otro lado, se está dando un cambio profundo en la actitud hacia lo que se lee.  El "canon" tradicional -es decir, aquellos libros que los académicos y eruditos consideran como los de lectura obligatoria tiende a "menospreciar" por parte de los lectores de hoy.  Actualmente, algunas experiencias demuestran que la lectura consumista está cada vez más difundida. Docentes universitarios, profesionales y hombres de negocios prefieren lecturas de misterio, ficción, etc. y rechazan toda clase de sugerencias externas en la elección de sus lecturas, que están orientadas a conseguir el más puro y simple aprendizaje.

Más allá de la superficial contraposición entre apocalípticos e integrados, aquí hay un grupo de investigadores que se esfuerza por analizar con rigor el alcance de esos nuevos desarrollos tecnológicos. Datos bien fundados, en lugar de prejuicios o simples impresiones, constituyen la mejor base para un debate productivo.

La lectura de libros, entonces, se ve "amenazada" básicamente, por cuatro frentes:

1.-los nuevos medios de culturalización,

2.-la actitud cómoda de los nuevos lectores que solo buscan divertirse con textos banales,

3.-la educación necesitada de las naciones

4.-posición de rechazo a ultranza del conocimiento.

También una persona que lee es mejor orador, pues ya lo decía Cicerón: "el hablar no se aprende hablando, sino leyendo".

Uno puede pasarse horas leyendo historias e informes bien escritos, y divagando por la Web, sin toparse con nada con forma de libro. Por supuesto que hay libros en la Web, y a montones. Pero puesto que uno no cruza frontera alguna para acceder a estas páginas, el material del libro tiende a disolverse en una maraña indiferenciada de palabras

Ahora el libro electrónico se parece mucho a un libro de antaño. Uno puede físicamente pasar sus páginas, ir de un lado a otro del libro en 3D, regresar a un punto del libro adivinando dónde estaba el marcador. Para cambiar de libro, solo hace falta dar un golpecito al lomo. Ahora las mismas páginas muestran una obra distinta.

La lectura se vuelve más social. Podemos compartir no solo los títulos de los libros que estamos leyendo, sino nuestras reacciones y las notas que hacemos mientras leemos. Hoy podemos resaltar un pasaje; mañana seremos capaces de vincular pasajes. Podremos añadir un vínculo de una frase del libro que estamos leyendo a una frase que se contrapone en otro libro que hemos leído, de una palabra en un pasaje a un diccionario desconocido, de una escena de un libro a una escena similar en una película.

Y es que acercarse a la biblioteca simplemente para sacar un libro será algo excepcional. Los textos serán —en su mayoría— digitales y las gestiones online, como ya ocurre en la Biblioteca Pública de Nueva York, sus usuarios pueden hacer buena parte de los trámites desde la web o desde una aplicación instalada en un teléfono inteligente: buscar en el catálogo, reservar un título, renovar un préstamo… Y si el libro o revista está disponible en formato electrónico, puede descargarlo y, cuando termine el plazo, el contenido simplemente desaparecerá del aparato

Sin embargo, la digitalización también presenta inconvenientes: no es fácil leer textos largos en la pantalla; lo leído se recuerda peor; disminuye la conexión emocional con los contenidos; la pantalla entorpece la comprensión intelectual de lo leído; se pierde concentración, pues los usuarios tienden a mariposear y combinan la lectura con el uso de redes.

“Ser meramente espectador es no existir". Hace sesenta años ante el imparable avance del cine y de la televisión. Los nativos digitales sufren con facilidad notables carencias antropológicas: ausencia de empatía y escasa vida social; empobrecimiento de la fantasía; menor capacidad de concentración; falta de disciplina; vocabulario muy limitado; dificultad para el pensamiento abstracto.

El libro electrónico tuvo un lanzamiento fulgurante, de modo que los viejos lectores parecíamos una especie en peligro de extinción. Las aguas se van serenando, y la difusión del e-book no es la misma.

La sustitución del libro por la pantalla no implica la sustitución de la palabra por la imagen, sino el despliegue diverso de la palabra, que deja de seguir el curso lineal de la página y se proyecta en la red de la interacción.

El libro depositario del saber y de la memoria cultural, vehículo transmisor por excelencia del conocimiento y agente social de intercambio de información, para muchos tiene sus días contados; en cambio. Para otros, entre los que me encuentro, su permanencia tendrá larga vida, y coexistirá, al menos en el futuro inmediato, Parece que tenemos Gutenberg para rato. Afortunadamente.

Sin lectura no hay escritura que valga. La lectura es la moral de la escritura. La literatura –salta a la vista– se alimenta de la vida y también de los libros. No puede haber tradición escrita sin una tradición lectora, y antes, oral.

La lectura en dispositivos virtuales es una expresión del esnobismo de la modernidad, en la que no hay un interés genuino por la lectura como aprendizaje y, más aún, como fuente de conocimiento. La cultura adquirida en los libros ha pasado a ser obsoleta. Así pues, no solo está en crisis el libro físico, sino, además, la filosofía, las ciencias humanas, las artes plásticas, la música clásica y la danza. Se produce, pues, una especie de confusión en el presente y el futuro que genera una incertidumbre sobre el destino del libro y la lectura

Para usar una terminología de Umberto Eco, los apocalípticos piensan que morirá el libro de papel, y los integrados dicen que sobrevivirá y que ambos convivirán, que «esto no matará aquello». El libro virtual no es un objeto. En cambio, sí el físico, pues es un cuerpo, un objeto de deseo.

La lectura ha permitido a la especie humana reordenar “la organización misma de nuestro cerebro, lo que a su vez expandió las maneras en que pensamos [sobre nosotros y los otros, sobre nosotros en relación con nosotros mismos y con los otros] Esto último, por otro lado, alteró la evolución intelectual de nuestra especie”

La lectura y el libro han sido tecnologías claves para la producción, amplificación, almacenamiento, uso y transmisión de la memoria humana.

Entre los usos y efectos del papel, la pluma o el lápiz, y la imprenta, el cinematógrafo y el computador, no hay un golfo sino un pasaje. Y lo que este pasaje nos enseña es que las máquinas nos han hecho a nosotros tanto como nosotros hemos hecho a las máquinas.

Sin embargo, también nos permite identificar dos zonas que requieren mayor exploración si se trata de entender qué ha sido, es y podrá ser la lectura. Una de estas zonas deriva de su revisión de la trayectoria de la crítica y la estética modernas. En su descripción, el afecto es gradualmente separado de los efectos y esto, es sin duda parcialmente correcto. Sólo lo es parcialmente, sin embargo, puesto que uno de los aspectos claves de la historia de la lectura en la modernidad larga es aquel que liga la lectura a la educación masiva.

Hay por lo menos dos conclusiones que se derivan de esta revisión de las preguntas qué es, qué ha sido y qué podría ser la lectura. Primero, que la ecología cultural, dentro de la cual acontece la lectura literaria o de otro tipo, ha cambiado significativamente como resultado de las nuevas tecnologías y medios. Este cambio ha ocurrido tanto al nivel del consumo, donde la lectura está cada vez más conectada a pantallas y está constantemente disputándose la atención del consumidor con otros medios, otros discursos y las formas de consumo que ellos estimulan, como al nivel de la producción, donde la escritura ya no está restringida a los creadores profesionales y los espacios institucionales.

Podría significar también: colocar a la lectura, es decir, la forma de atención a la escritura y a la forma misma de lo escrito que la lectura involucra, en el centro de una nueva ecología y economía de la atención y la información. En vez de lamentar el supuesto fin de la lectura literaria podríamos reclamarla, ahora expandida y diversificada, como una forma particularmente efectiva y empoderante de pericia de atención a la atención, en toda su verdadera complejidad. Esto significaría proponerla como una práctica que es necesaria por sus propios y múltiples fines, y que es, también, clave para otras formas de enseñanza mediática, siempre y cuando entendamos que esa atención a la atención supone tanto la capacidad de impacto intelectual y cognitivo como la capacidad de afectar el cuerpo y las emociones de los sujetos

 

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