De lo que no se puede hablar, habrá que callar.
Los seres humanos somos animales
sociales dice Aristóteles en el libro de la política. Es decir, las personas
necesitamos comunicarnos a través de cualquier tipo de lenguaje con otros para
crear comunidad.
Pero
¿Cómo se crea el lenguaje? cuál es el sustento para crear palabras? y ¿acaso
existen las palabras que no tienen sustento? (Filosofía de Ludwig Wittgenstein)
¿Cómo
se crea el lenguaje? El lenguaje se crea gracias a las imágenes que estamos
adquiriendo a través de los sentidos. Estas imágenes se convierten en
pensamientos. Y estos se convierten en palabras para crear imágenes en la mente
de la otra persona, ya que “el lenguaje disfraza el pensamiento” (Wittgenstein).
Esta
cita nos trata de decir que el lenguaje es el instrumento que tiene el
pensamiento para transmitir esta misma imagen tomada por los sentidos para
poder comunicarle al otro.
Por
ejemplo, cuando una persona habla con un amigo sobre que vio un “lanzado” en el
parque. Esta persona tiene esa imagen o pensamiento en su mente y empieza a
transformar esa imagen en palabras para comunicarle a su amigo de lo que vio.
¿Cuál
es el sustento para crear el lenguaje? El sustento para crear el lenguaje es
empírico, es decir, las palabras son imágenes que se pueden experimentar a
través de los sentidos, como lo que vemos todos los días en televisión o
escuchamos de las autoridades.
No
obstante, ¿qué pasa con las imágenes que no tienen sustento práctico? Por
ejemplo, los fantasmas, el amor o Dios. Es por esta razón que el filósofo llega
a la conclusión de decir lo siguiente: “De lo que no se puede hablar, hay que
callar la boca”
Es
decir, hay imágenes que no tienen sustento empírico, no obstante, existen estas
palabras en nuestro lenguaje. No podemos decir que no existen, porque no
conocemos todo el universo para negar que no exista ese pensamiento. Es por
esta razón mejor callar la boca antes de dar una afirmación de algo que quizás
pueda existir.
Se
trata de trazar los límites del significado, de separar lo que puede decirse y
lo que no puede decirse. En efecto, no todo puede decirse de forma sensata,
existen para Wittgenstein límites a la expresión de los pensamientos. No
sostiene aquí que haya pensamientos en sí mismos desprovistos de significado,
sino más bien que no todos los pensamientos son expresables. La obra tiene
entonces por objeto establecer los criterios que hacen que una exposición tenga
sentido, determinar lo que podemos decir y lo que debemos callar. El veredicto
de Wittgenstein es claro: el ámbito de lo que puede decirse y el del
significado se traslapan, intentar expresar lo indecible en el lenguaje no
lleva sino a una exposición carente de significado. (Tractatus. L. Wittgenstein) expone los
criterios del significado y en qué casos no se cumple con dichos criterios.
Esta
demarcación no es sin embargo una desvalorización de lo inefable. Wittgenstein
reconoce la importancia de lo inefable, pero es reconociéndolo como tal que lo
"ponemos en su sitio". Para darle su importancia real a lo indecible,
hace falta comprenderlo como tal y no tratar de comunicarlo por medio del
lenguaje. La fórmula de la introducción resume entonces de buena manera el
libro: "Todo lo que puede ser expresado en absoluto puede ser expresado
claramente, y sobre aquello que no puede ser expresado debemos guardar
silencio.
Es por esta razón que es
sumamente necesario practicar este proverbio judío: “hasta un necio pasa por
sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca.” Porque
¿qué pasaría si la palabra o el relato que me dicen que no tiene sustento “efectivo”
sea real?
Como
dice Wittgenstein, es mejor callar la boca, porque no sabemos si puede existir
lo que nos dicen.
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