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LOS CAPRICHOS

La historiografía especializada en Goya ha establecido una secuencia de acontecimientos supuestamente determinantes de la creación de Los Caprichos. Tal secuencia aparece caracterizada por un progresivo apartamiento del arte normativo con el consecuente acercamiento al dominio de la invención, unida esta nueva concepción del arte a los episodios biográficos de la grave enfermedad que le deja sordo, las relaciones íntimas con la duquesa de Alba y los vínculos de amistad con el círculo de intelectuales ilustrados. La conclusión es que Goya tenía necesidad de una serie de estampas satíricas que dieran respuesta múltiple a su percepción inventiva del arte, su progresivo aislamiento, su desconfianza del ser humano y sus inquietudes sociales de raíz ilustrada.

Goya lleva a cabo las estampas de Los Caprichos trabajando las planchas con aguafuerte que posteriormente entonaba con aguatinta y por último perfeccionaba con retoques en seco con punta seca y buril. No realiza el dibujo directamente sobre la plancha del modo que lo hacen otros artistas grabadores 

Las primeras 36 se refieren al amor y la prostitución, junto a temas variados como la mala educación de los hijos, el matrimonio por conveniencia, la crueldad materna, la avaricia, la glotonería de los frailes, el contrabando, etc. Del 37 al 42 inclusive son caprichos sobre asnos. A partir del 43 abundan brujas, duendes, frailes y diablos.

Se ha generalizado la deuda de Goya con el ambiente reformista de finales del Setecientos, aunque penetrada la actitud racionalista del autor por una profunda crisis física y emocional. La versión del artista filósofo ha tenido una enorme vigencia en la fortuna crítica de Los Caprichos. De hecho, las estampas han sido entendidas como expresión ideológica del siglo de la razón, situándolas en el nivel de representación visual de un movimiento de índole filosófica, política y cultural.

El ideario de la serie se contextualiza dentro de una específica visión de la historia, según la cual el entorno cada vez más degradado de Carlos IV, María Luisa y Godoy generó una violenta contestación dentro y fuera de la corte por parte de los reformistas. La monarquía es colocada en el mismo blanco de los estamentos privilegiados, el artista pudo idear su colección de estampas satíricas coincidiendo con un momento políticamente favorable.

Los Caprichos son ante todo una sátira concebida como medio para combatir los vicios de los hombres y los absurdos de la conducta humana. Simplificando la serie, podemos agrupar las estampas en torno a cuatro grandes temas, todos ellos de indudable tono crítico. En ellos aborda el engaño en las relaciones entre el hombre y la mujer: el cortejo como práctica habitual según la cual el hombre moderno, ocupado en sus variados negocios, dejaba que su esposa fuese acompañada en sus salidas por un galán; la prostitución que denigraba y explotaba la condición de ambos sexos; y los matrimonios desiguales o de conveniencia, práctica habitual de su tiempo y criticada por los ilustrados. La sátira de la mala educación y la ignorancia, fruto de la preocupación ilustrada por esta cuestión, tiene su reflejo en los Caprichos que muestran las consecuencias de unas enseñanzas equivocadas en los niños; las falsas creencias y las supersticiones producto de la ignorancia; y la brujería como manifestación suprema de la falta de instrucción y de la superstición. La condena de los vicios arraigados en la sociedad, y particularmente en el clero, tienen también cabida: la vanidad, la gula, la pereza, la lujuria o la avaricia se nos muestran de forma cáustica en otro grupo de estampas. Finalmente, otros Caprichos dejan ver su protesta contra los abusos del poder: la Inquisición, la prepotencia de las clases dirigentes, la explotación del pueblo y las injusticias de la ley.

El artista había concebido inicialmente la serie de Los Caprichos como un conjunto de grabados que habría titulado Sueños, para lo que realizó 28 dibujos preparatorios. Este título indica que una de las fuentes de inspiración para la realización de este conjunto de estampas debió ser la obra Sueños y discursos de Francisco Gómez de Quevedo Villegas Ésta está integrada por cinco narraciones breves en las que el escritor hace una revisión de diversas costumbres, oficios y personajes populares de su época.

A partir de entonces y hasta nuestros días, Los Caprichos han sido objeto de las más variadas interpretaciones, prueba del interés que ha suscitado y sigue suscitando una obra que, al cumplir doscientos años, sigue estando en plena novedad, y en la que todavía podemos ver reflejadas algunas de las extravagancias y desaciertos del género humano.




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