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EL GRAN SECRETO: AFRONTAR

 “Es que, sin pensarlo, todo implica retorno
al punto de evasión, ya experimentados,
después de todo, uno es el principio, uno es el fin,
en la natura está el principio, que es la vida,
en ella está ese fin, que no es la muerte.
Es la evolución”.
El recorrer de la vida enfrenta a cada ser, en los cuatro reinos naturales, a una constante probabilidad de evasión y retorno, hasta que se descubre el Gran Secreto: Afrontar la realidad cara a cara.
Hasta ese momento, las circunstancias ejercen un gran influjo sobre cada ser que las experimenta, arrojándole a la deriva, como cabalgando en un caballo desbocado que hace del jinete lo que se le antoja, hasta que éste descubre que, a pesar de todos los vaivenes, y de los intentos del indócil corcel, nada de todo lo que temía aconteció y se percata que puede permanecer firme en la precipitada carrera, sujetar con seguridad las riendas en sus manos, y conducir al noble, aunque de momento ofuscado animal, en la dirección que él desea y hasta donde quiera conducirle.
Ese noble ser humano descubre que sí puede tomar el control de su vida y emprender el retorno hacia el verdadero camino que forma parte de su plan existencial. A pesar de todo, la evasión le aporta una 
valiosa experiencia que le permite darse cuenta de lo que no debe hacer; es decir, todo aquello que deja de aportarle resultados útiles y gratificantes. Esa experiencia tiene inmenso valor, siempre y cuando se sea capaz de experimentar vergüenza por los errores en que se ha incurrido, y de esa manera capitalizarla como un tesoro. La vergüenza es un freno, y representa un estado de conciencia que permite mantenerse dentro en el camino de los parámetros de una vida virtuosa, útil y efectiva.
La experiencia de la evasión facilita la percepción clara de que, desde el momento en que asume afrontar la realidad, comienza a redimensionarla objetivamente, tal cual es, no maximizada por los efectos menos favorables de la imaginación. Toma el control de la misma, comprende los aspectos inherentes y los probables cursos de acciones antepuestos al propio alcance. Percibe que tiene el don del discernimiento y que debe ejercerlo, diferenciando entre la verdad y la falsedad, entre el honor y el deshonor, entre la dignidad y la ausencia de la misma, entre la nobleza de carácter y su eventual iniquidad, entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entre el cielo y el más allá.
Cada quien posee el poder de la elección en sus manos, al decidir entre la evasión y el retorno al dominio de sí mismo y de la situación, afrontando la realidad sea cual fuere. Ese conocimiento del don de elegir que posee, la permite ser dueño de su destino, y del poder creativo de realización, completando la trilogía del gran secreto: Percibir, comprender y realizar. Siempre conserva la serenidad, y por ende, su lucidez mental y sosiego espiritual.
Se descubre, tal como lo hiciera Abraham Maslow en su tiempo, que toda necesidad genera una fuerza motivacional capaz de impulsar a cada ser desde el lugar en que se encuentra hasta aquel otro en que reside la satisfacción de la misma, o la solución de la situación que afronta. 
Tanto las necesidades como los retos que se asumen como objetivos de logros esenciales, extraen del depósito del ser interno, tanto el poder creativo suficiente, como el conocimiento inherente, bien sea por el cultivo del arte, por intuición o por inspiración, del qué, del cómo, del dónde, del cuándo, del quién, del cuánto y del por qué. Empero, la clave esencial es la de afrontar cara a cara la realidad, y asumir el reto situacional a que ha lugar, sin evasión de ninguna naturaleza. Por eso los antiguos decían: -"Hazlo y tendrás el poder"
La actitud y la decisión de afrontar tanto la realidad, de manera objetiva, y la asunción del compromiso que se deriva de ello, es un mensaje que se envía a la vida de que se puede contar contigo. Constituye una oferta de servicio y ésta genera su propia demanda, tal como lo enunció Jean Baptiste Say en su famosa Ley. Acto seguido, en tiempo oportuno, comienzan a surgir las interconexiones invisibles, pero tangibles y evidentes, que aportan los resultados apetecidos. 
Si alguna vez, o muchas veces, se cae, como decía Confucio, de lo que hay que vanagloriarse, no es de nunca haber caído, sino de levantarse cada vez que fuera necesario.
Como lo afirmaba, y sugería, Napoleón Hill, descubre el gran secreto de que, en toda adversidad que se afronta, siempre se genera un beneficio equivalente, o, aún mayor.
Ten presente que toda oportunidad genuina, siempre viene envuelta en situaciones por resolver. Hay que ver más allá de las apariencias y descubrir la nuez dentro de la cáscara.
Es preciso darse cuenta, como decía Sathya Sai Baba, de que: - “Nadie... puede aislarse y decir: “Este no es mi trabajo; es la responsabilidad de aquel hombre o aquel grupo”. Luego, agrega: - “Entonces, -la Nación- será feliz y próspera. Cada quien habrá de cumplir con los deberes del papel que desempeñe con actitud de afecto”. Es importante percibir que, cada quien es responsable de hacer aquello de lo cual tenga conciencia que alguien debe realizar. Ese alguien es la misma persona que percibe. Percibir implica responsabilidad: Nadie tiene derecho de cerrar los ojos a la realidad inminente que observa y evadir la obligación de contribuir a la solución que corresponda. Existe el deber -moral-, en primer lugar, y por mandato de la justicia divina, en segundo lugar, de contribuir a la solución, o mejoras, de lo que se tenga conciencia que debe hacerse: La contribución puede ser aportada de múltiples maneras, depende de cada quien.
El gran secreto es: que cada ser es el caminante, que con la evasión va descubriendo que él mismo es el camino, y no las diferentes sendas físicas que recorre, que constituyen las oportunidades de realización puestas al propio alcance, y que, a medida que va llegando a las incontables metas parciales, y temporales, por turno, ad infinitum, -y desde siempre-, percibe, también, que es, él mismo, la fuente a la que se dirige. Igualmente, que siempre ha estado en casa, poseyendo todos los tesoros, los poderes y los conocimientos, escondidos dentro de su ser, empero, se da cuenta de que lo ignoraba.
Las situaciones, las necesidades y las inquietudes según los tiempos, van confrontando a cada ser con las realidades existenciales, en sus estados de conciencia, en las estaciones de turno, en la eterna polarización, y cuando, en vez de evadirse, o seguir haciéndolo, decide afrontar, serena y confiadamente, lo que le compete, cumpliendo su deber, asumiendo el rol y el reto, inherentes, comienza a aflorar tanto el propio poder potencialmente infinito, en el grado precisado, como el conocimiento necesario y suficiente para resolver todo lo que precisa serlo, o alcanzar la meta anhelada.
Percibe que lo tenía todo dentro de sí, pero, como ya se dijo, lo ignoraba. La experiencia, afortunadamente, le permite descubrirlo, y ganar la confianza suficiente para abordar la siguiente etapa. Siempre encuentra un más allá en nuevas oportunidades de progreso, cada vez en un mejor nivel, lo cual le aporta sentido a la vida.
Encuentra la justificación para afrontar, siempre ad infinitum, el emergente reto existencial, en la expansión de la Creación Universal. Es lo único que permitirá aflorar el poder potencialmente infinito, y adquirir la experiencia, que es lo que se precisa, en forma gradual y eterna.
Se requiere conocer, gradualmente, los parámetros de los valores dentro de los cuales enmarcar los pensamientos, los sentimientos, las palabras y los actos. 
IDEAS EXPRESADAS:
1)  Afrontar cara a cara la realidad, y el inherente reto que corresponda, para tomar el control de las situaciones, y de la propia vida. Enunciar los objetivos de solución, y de realización, por escrito, para darle carácter de permanencia, en el espacio y tiempo, a corto, mediano y largo plazo.
2)  Siempre se puede, si se cree poderlo hacer y no se abandona a mitad de camino, jamás. En el momento en que, cada quien se niega en abandonar, en los momentos menos fáciles, se activan los poderes creadores de la mente, y comienzan a surgir las coincidencias que aportan la solución apetecida, o la realización del objetivo antepuesto como meta temporal.
3)  Afrontar, positiva, serena y creativamente, a la hora de la verdad, permite tomar el control de la situación. Es el momento en que se redimensionan las cosas a lo que realmente importa: A la esencia de las mismas.
4)  Afrontar, representa mirar cara a cara la propia realidad, y discernir la verdad, de lo que no lo es, o de lo que se cree serlo. Diferenciar el grano, de la paja; lo que importa de lo que ha dejado, ya, de ser esencial. Es cuando se percibe que el camino que se recorre es el camino, o, eventualmente, que no lo es. Entonces, cesa la evasión y se emprende el retorno, fortalecido, al punto de evasión.
5) Empero, el camino, cualquiera que se siga, siempre es el camino, por cuanto, el verdadero camino no es el físico que se recorre, sino el mental. Es la propia mente, el Espíritu. El punto de partida es uno solo y el mismo para todo, y todos, La meta que se persigue, es, igualmente, idéntica: Encontrarse a sí mismo; conocer los inmensos tesoros que se poseen y utilizarlos para el bien común.
6)  Hay un poder que lo ordena todo sobre la base de la suma existencial individual, fruto de la experiencia personal. Todo es regido bajo la égida de la ley de afinidad, por el veredicto dado en la balanza de la justicia divina, y a la aplicación de la gran ley matriz universal: El amor. Aquí reside el secreto que une al servidor con el que es servido.
7)  Afrontar la realidad, sea cual fuere, permite descubrir el gran secreto que se esconde dentro de cada ser, en los cuatro reinos de la naturaleza: ¡Siempre se puede, tal como ya se dijo! Hay que emprender, conscientemente, el eterno camino de retorno hacia la fuente. Es preciso afrontar todo lo que sea de la propia incumbencia, con serenidad, confianza, voluntad e imaginación perceptiva, comprensiva y realizadora, desempeñando el trabajo activo, sosegado, justo y perfecto, ad infinitum. El trabajo asumido y el rol que se desempeña, así como los resultados obtenidos, señalan, silenciosamente, lo que, cada quien, es, representa o tiene, como bagaje de experiencia: su verdadero tesoro, o salario cósmico.
















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