Antinomia (del griego ἀντί anti-, contra, y νόμος nomos, ley; antinomia, contradicción en la ley) es un término empleado en la lógica y la epistemología que, en sentido laxo, significa paradoja o contradicción irresoluble. Contradicción real o aparente entre dos principios o leyes, o entre dos pasajes de una misma ley.
De hecho, las antinomias no tienen en cuenta las limitaciones de alcance del razonamiento lógico, como a menudo se cree. Esto se debe a que la conclusión de que hay una limitación se deriva (supuestamente) de una antinomia por razonamiento lógico; por lo tanto, toda limitación de la validez del razonamiento lógico impone una limitación a la conclusión de que el razonamiento lógico tiene una limitación (este es un argumento por autorreferencia).
En la Ciencia de la lógica, Hegel analiza las dos antinomias matemáticas kantianas, realiza una crítica interna de sus pruebas y concluye que son meras peticiones de principio. A pesar de ello, reconoce la legitimidad del descubrimiento kantiano. En este artículo se analiza cómo se integran y complementan esas dos miradas, para mostrar cómo se apropia Hegel de la antinomia de la razón pura para reconducirla a su fundamento conceptual, y despojarla así de todo contenido empírico, para lo cual tendrá que desactivarla mediante una crítica a la formulación kantiana
En la Crítica de la razón pura (1781) el filósofo Inmanuel Kant describe cuatro antinomias que le llevaron a desconfiar profundamente de la razón:
La finitud o no del Mundo.
La existencia o no de un ente simple indivisible.
La existencia o no de la libertad.
La existencia o no de Dios.
Lo anterior, son las cuatro cuestiones, cuyo pro y contra se puede sustentar con argumentos de igual fuerza, que constituye las cuatro antinomias de la razón pura. Cada antinomia se compone de tesis y antítesis, siendo las dos primeras antinomias matemáticas, y las otras dos dinámicas.
"La antinomia de la razón pura" es sin lugar a dudas un texto fundamental para los estudiosos del pensamiento kantiano. Por una parte, suele ser conocida como el origen histórico del idealismo trascendental. Por otra parte, ocupa un lugar fundamental al demostrar las contradicciones en que cae la razón al adoptar una posición realista trascendental y así vale como prueba indirecta de la idealidad de espacio y tiempo, y del idealismo trascendental en general.
Por estas razones no está fuera de lugar esperar que los adversarios de Kant tengan algo que decir sobre la antinomia. El caso de Hegel es especialmente interesante.
Hegel aborda la antinomia kantiana en la Ciencia de la lógica, la Enciclopedia de las ciencias filosóficas y las Lecciones de historia de la filosofía.2 Nos ocuparemos de la Ciencia de la lógica, particularmente del tratamiento que Hegel le dedica a la primera y segunda antinomia. Allí queda claro que el tratamiento hegeliano de la antinomia kantiana no consiste en un mero repaso histórico de posiciones filosóficas, sino que es abordada desde una perspectiva sistemática Este tratamiento sistemático tiene un doble carácter. Es, por un lado, una continuación del planteamiento kantiano y, por otro lado, una crítica a este. Esta ambigüedad puede resultar en principio desconcertante, pero, al combinar ambas estrategias, se pueden entender los motivos y metas del

tratamiento hegeliano de la antinomia kantiana. Mostraremos que detrás de lo que parece ser una crítica y un rechazo a la antinomia, tal como Kant la pensara, se encuentra una segunda postura en la que Hegel reelabora los fundamentos de la antinomia y la integra a su noción de concepto.
La crítica pormenorizada no se debería limitar a refutar los argumentos, sino que debería tender a demostrar que lo que se encuentra presupuesto en los argumentos es lo que en última instancia se revelará como el verdadero fundamento lógico-conceptual de la antinomia (o como su supuesto ontológico). Esto no es otra cosa que combinar una crítica interna con una externa que intenta reformular la antinomia y refundamentarla, reconceptualizando nociones tales como concepto y negación.
Como vemos, esta formulación hegeliana de la antinomia kantiana no adolece de los presuntos defectos que Hegel le imputaba a la antinomia kantiana. No introduce una consideración sobre el mundo, el espacio, el tiempo, la materia, ni ningún otro elemento intuitivo. No se acota a un terreno cosmológico: no es sobre la idea de mundo, sino sobre el concepto de cantidad. Y, por tanto, cumple a su vez con la posibilidad de exponer su verdadero fundamento conceptual.
Ahora bien, el profundo fundamento de la antinomia hegeliana no consiste en oponer el fin de una serie a su continuación infinita. Dicho en otras palabras, el intento de Hegel no es reducir una antinomia que se producía al enlazar elementos intuitivos a una antinomia que se construye a través de un enlace meramente categorial: no es reemplazar la pregunta a) ¿cuántos momentos temporales del mundo deben acumularse para tener la totalidad de los momentos del mundo?, por la pregunta b) ¿cuántas veces debe llevarse a cabo una síntesis categorial que enlaza unidades para tener la totalidad de la cantidad? El intento de Hegel es un poco más arriesgado, y por eso puede decirse que hay un nivel más profundo de fundamentación. La antinomia es el enfrentamiento y la referencia recíproca entre dos aspectos inseparables de un mismo concepto. Por tanto, la antinomia supone el enfrentamiento o contradicción entre dos tareas constitutivas de una cierta ontología, que se traduce, no en una contradicción lógica entre enunciados, sino que consiste en impulsar actividades de constitución de una cierta onto-logia en la que cada una deshace lo conformado por la otra. De esta forma, el tratamiento hegeliano de la antinomia kantiana se inserta en una consideración más amplia de los elementos lógicos y la ontología, considerados en la Ciencia de la lógica. El análisis que Hegel le dispensa a la antinomia, a los aciertos y errores que Kant cometiera, y el intento de reconducirla a un plano puramente conceptual conllevan la elaboración de una noción de lo conceptual en la que se lo entiende como una estructura compleja de relaciones recíprocas. Esta estructura articulada por negaciones y referencias recíprocas impulsa, por un lado, la posible deducción de las categorías lógicas sin la intervención de ningún elemento exógeno a lo estrictamente categorial, lo que, a su vez, posibilita el desarrollo de un sistema absoluto del que nada puede quedar afuera; y, por el otro, plasma el verdadero infinito como la riqueza plena de relaciones.
Aristóteles comienza la reflexión de Phys. con una aporía ontológica: al parecer, el tiempo no “es”, no existe, no forma parte de las sustancias, porque las partes que lo forman no son, el pasado ya no es y el futuro todavía no es.21 El ahora o presente no puede considerarse una “parte”, ya que si lo fuese sería divisible en pasado y futuro y entonces habría que afirmar de manera absurda que el presente se compone de pasado y de futuro. En realidad, el ahora es el límite que divide el pasado del futuro y también el principio de continuidad que articula estas “partes” del tiempo. Al ser límite es inextenso, como un punto, indivisible. Esto lleva la aporía al extremo, pues lo indivisible no tiene partes y, por lo tanto, no puede formar un continuo como el tiempo, ya que “continuo” significa divisible al infinito. En síntesis, no se entiende cómo el tiempo podría conformarse de pasado, presente y futuro. Aristóteles escapa de esta primera aporía ontológica al decir que el tiempo no es una sustancia separada, sino algo del movimiento, una afección, el número del movimiento según lo anterior y lo posterior . Si hay movimiento, necesariamente hay tiempo.

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