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LA FILOSOFÍA DE LA EXISTENCIA

 ¿Qué es la existencia?

La existencia es el simple acto de existir, o sea, la realidad concreta y tangible de cualquier cosa, 
De hecho, el origen de la palabra misma pareciera apuntar en esa dirección, ya que proviene del latín existentia, formado por ex (“afuera”) y stare (“estar derecho”), lo cual conduciría a un concepto como “estar, aparecer”. Por ende, lo que existe es lo que está, y la existencia es la capacidad de algo de estar.
Sin embargo, estos términos son siempre complejos de definir, ya que requieren de una aproximación filosófica, que en este caso nos debe proveer la metafísica. Desde tiempos antiguos el hombre ha querido definir en qué consiste existir, y no son pocas las respuestas posibles que ha encontrado.
Platón, cuya visión de mundo partía de la metáfora de la caverna, es decir, que vivimos en una caverna y lo que percibimos del mundo exterior son las sombras que la luz que ingresa proyecta sobre las paredes.
Esto quiere decir que para Platón el mundo era más apariencia que existencia. Mucho de su pensamiento fue luego rescatado por el cristianismo, que proponía un mundo verdadero luego de éste y de nuestra existencia transitoria.
Muy posteriormente, con la llegada del racionalismo de René Descartes y otros grandes pensadores de la época moderna, la existencia se pensaba en términos similares a los planteados por Aristóteles.
Aunque era discípulo de Platón, utilizando silogismos y deducciones lógicas, Aristóteles llegó a la conclusión de que la única sustancia posible en el universo es la de Dios, y que por ende “la idea de Dios implica su existencia”.
Sin embargo, esas ideas innatas tuvieron muchos opositores. Por ejemplo, los empiristas pensaron la existencia a partir de la experiencia, pues que algo existiera no añade absolutamente nada a la cosa.
Durante los siglos XIX y XX se plantearon ideas muy radicales sobre la existencia, en especial por parte de Nietzsche y Kierkegaard. Encabezada por estos autores e invirtiendo la fórmula tradicional de la filosofía, de la escuela del Existencialismo propuso que la existencia era previa a la esencia.
Esa hipótesis implicaba que las cosas existían antes de tener un significado, especialmente en el caso de la humanidad. Así, se construyó un movimiento filosófico ateo, materialista y nihilista, que sería de mucha importancia para los discursos políticos del siglo XX.
Como se verá, no existe una verdad absoluta en términos de qué significa existir. En lo que las distintas interpretaciones coinciden, sin embargo, es en que lo que existe lo podemos percibir, lo podemos nombrar, es algo que está en el orden de las cosas presentes.
1. La filosofía de la existencia
La filosofía de la existencia se inició con Sören Kierkegaard (Arendt). Según ella, existencia solo designa al individuo, lo que yo soy en cada instante no puede comprenderse por la razón, sino por el devenir subjetivo (Arendt). Así, todas aquellas preguntas que presentan antinomia solo pueden ser comprendidas como “verdades subjetivas”. Este conocimiento tiene que ser puesto en una relación de realidad a través de la paradoja
El ser humano es una síntesis de cuerpo y alma o, como señala Grön (1995), una fusión entre lo anímico y lo corporal, cuya consecuencia es la angustia, eje central de la obra de Kierkegaard, la angustia se entiende como una reflexión sobre la pena de la que forma parte el yo, enfrentado con la tarea del devenir humano. Este fenómeno forma parte, a su vez, de la existencia. Y por ello en el concepto de angustia hay dos variantes: la primera señala que “el hombre es síntesis del alma y cuerpo, sustentado por el espíritu”; la segunda percibe al ser humano “como síntesis de alma y cuerpo, pero además síntesis de lo temporal y de lo eterno” (Grön 1995), lo cual supone una reflexión sobre el tiempo, no una posibilidad futura (libertad). Por tanto, tenemos que considerar que para entender la filosofía de la existencia hemos de partir del individuo y la subjetividad. Existir es ser siempre sujeto y, de este modo, el individuo lo aprecia como una vuelta a su propia subjetividad, a su conciencia y su pensamiento. En este sentido, Jolivet (1949) ha señalado que la existencia en Kierkegaard es apasionada, pues la subjetividad implica pasión. 
Con esta afirmación no hace más que un simple hecho: acudir a sus posibilidades. Por su parte, Abbagnano (1981) señala que la filosofía de Kierkegaard supone una apología religiosa basada en la existencia humana, donde la religión no es una visión emotiva, sino el camino de salvación: único modo de liberarse de la angustia, en el que el hombre puede, por medio de la posibilidad, alcanzar la elección, la alternativa y la existencia. Visto así, la fe en sí otorga un valor infinito a la existencia humana. Como ha puesto de relieve la fe es el medio de salvación; es redimirse así mismo. 
Con ella la existencia se limita a un saber especulativo abstracto e indiferente que no puede construirse, sino descubrirse. Solé (2015), por otra parte, recalca que en la filosofía kierkegaardiana no se pretendió construir una verdad universal para todos y en todo momento, sino obtener un principio de vida, de existencia, de verdad, que no puede comprenderse al margen del individuo. De esta manera, la razón ya no es el poderoso instrumento del que se valió la filosofía platónica, en la que el alma era la que proporcionaba las ideas eternas e inmutables. Así, Kierkegaard hace desvanecer la verdad, el conocimiento y los lleva al ámbito de la subjetividad individual (Solé 2015); la verdad pasa a ser existencial y la razón ya no tiene la forma de antaño de verdad, belleza y justicia, sino la subjetividad como elemento del conocimiento. Además, la dialéctica de Kierkegaard –indica Solé – consiste en que el hombre está dotado de libertad, puede elegirse a sí mismo mediante una existencia concreta; y es, por tanto, responsable de sus actos. Este proceso es lo que explica la inaplicación de la razón, por qué esta elección es libre y contingente; por tanto, este no es conceptual, sino empírico, individual, concreto y subjetivo. Lo característico del ser humano es la transformación existencial La verdad –dice Jolivet (1949)– no es una cosa que se piensa, sino que se vive en la propia existencia individual subjetiva. Es, por tanto, lo que se posee y se transforma en auténtica vida: “La elección y el riesgo” son las características de la concepción existencial. En consecuencia, se puede resumir la filosofía de la existencia en tres estados (Jolivet 1949; Solé 2015). Seguimos en este apartado a Solé, quien señala que, en efecto, estamos ante tres posibilidades o modos de vivir: el estático, el ético y el religioso. la conciencia alcanza su posibilidad, pero la supera no acudiendo al absurdo, sino a un movimiento estático (resignación), entendido como una “paradoja de la existencia” 
2. La filosofía existencialista
2.1. Martín Heidegger
El existencialismo es una corriente filosófica basada en la existencia humana, que, a su vez, procede de la realidad. 
En opinión de Foulquié (1973), el existencialismo consiste en volver a la realidad verdadera, cuyo interés se orienta hacia lo que existe o el hecho de existir. Por su parte, Roubiczek (1974: 9) escribe que el mejor motivo para entender el movimiento existencialista es viendo en ella una reacción contra la Edad de la Razón, cuya idea [la razón] se encuentra en un escalón superior a la condición humana, que soluciona todos los problemas a través del saber universal y completo, sino, además, como enteramente positiva y sin defecto alguno; en consecuencia, “como producto más excelso de toda la creación”, de este modo, se entendió la razón como un saber absoluto de la que forma parte la naturaleza humana. A colación de lo expuesto, Bobbio (1994) sostiene que la filosofía de la existencia abarca más allá de lo que se ha denominado “filosofía de la crisis”, pues, como producto de la historia de la civilización humana que sí desemboca en la desorientación, nos lleva a la confusión de las ideas. 
La consecuencia de la filosofía de la crisis es el existencialismo, que, basándose en los postulados de la existencia humana real y no abstracta, consideró que el existir es percibir. Foulquié (1973) señala que “existir no es un atributo, sino la realidad de todos los atributos”, se capta la existencia en lo existente, no en sí misma.
Heidegger, por otro lado, ha sido considerado como el iniciador de la llamada filosofía existencialista alemana. Waelhens (1986) sostiene que Heidegger rehusó ser considerado como un filósofo existentivo, pues su preocupación fue precisamente la existencia del hombre, el ser en su conjunto, como un todo irreductible, lo que el hombre piensa no puede ser independiente de lo que el hombre es.
Esto lo planteó Heidegger como una filosofía basada en la teoría del ser de la existencia humana a través del método fenomenológico cuyo fin es definir con exactitud la existencia del ser. La fenomenología es la forma de acceder a lo que debe ser tema de la ontología y la forma demostrativa de determinarlo. Para aclarar el ser, Heidegger parte del hombre porque este es el que pregunta por el ser. El hombre es el lugar en donde el ser se esclarece. Esto es denominado Dasein, que significa ser ahí “la esencia de ser ahí está en su existencia” El ser ahí se determina como ente, partiendo de una posibilidad que él es y que su ser comprende de alguna manera. 
2.2. Jean-Paul Sartre
El existencialismo francés parte de la existencia como base de la filosofía del saber definitivo. La filosofía existencial se centra en el hombre concreto, en su personalidad singular, añadiendo Foulquié que “la existencia procede a la esencia”, principio filosófico en que todo objeto tiene una esencia y una existencia. La esencia es lo que una cosa representa, la esencia hace de los entes algo definible y comprensible, la existencia consiste en el hecho de que un ente sea. Sin embargo –añade–, el pensamiento religioso cree que la esencia es antes de la existencia, es decir, tradicionalmente el objeto existe conforme a su esencia y este es común a la creencia de que todos los hombres constituyen una esencia común (naturaleza humana), pero en la doctrina existencialista el hombre es solo en el hombre, porque la existencia precede a la esencia En la obra de Sartre, la filosofía y la literatura no toman caminos separados, sino entreverados En su etapa literaria, que prevaleció sobre la filosófica, destacamos La Náusea El muro y Las Moscas, pero en el campo filosófico descubre la contingencia, llegando a ser considerado el existencialismo como una “teoría de la contingencia”. En su obra El ser y la nada, con el subtítulo Ensayo de ontología fenomenológica, su esencia está en la separación del ser en dos formas: “el ser que no es el hombre existe en el modo del en-sí, es decir, un ser que es simplemente lo que es, idéntico consigo mismo. En cambio, el hombre existe en el modo del para sí, debido a que por el mero hecho de la conciencia de sí no es idéntico consigo mismo, sino que es lo que no es, y no es lo que es” 
Después de la muerte de G. W. E. Hegel, la filosofía europea cae en un periodo de agotamiento y superficialidad Posiblemente porque el fundamento de todas las cosas tiene respuestas diversas, en algunos casos contradictorias entre sí, en otras, sin que ninguna parezca más verdadera que las otras.
Contra esta situación reduccionista reacciona la llamada filosofía de la existencia de la mano de Sören Kierkegaard, en donde la existencia humana no puede ser percibida, sino en la subjetividad. Los rasgos propios de la existencia humana son: la angustia y la desesperación, aunque se ha sostenido que su filosofía consiste en una apología de la fe cristiana; no obstante, estimó Kierkegaard que la religión es el camino a la salvación.







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