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VIVE TU VIDA Y OLVIDA TU EDAD

 

Nuestra mente puede tener una edad diferente a la cronológica que marca nuestro nacimiento. Independientemente de esta, céntrate en disfrutar de la vida, sin que te importe esa cifra.

¿Qué edad tienes? No nos referimos al número de cumpleaños que has celebrado, sino a la edad que siente tu corazón y que disfruta tu cerebro.

Esa es la que de verdad importa. Más allá de los años reales, está la vida y el rumor de la felicidad que inscribimos en ella sintiéndonos bien, a gusto con lo que somos y lo que vemos ante el espejo.

Ahora bien, nuestra sociedad suele valorar en exceso la juventud. Nos venden la idea de que ser joven es sinónimo de belleza, y no solo eso, también de bienestar. Es muy difícil ver en las pasarelas a mujeres y hombres de edad madura, rostros que sonríen con arrugas ribeteando las miradas y pieles un poco más flácidas pero igualmente hermosas.
Sin embargo, ser joven no es siempre sinónimo de ser feliz. La mejor edad es la que tenemos ahora, porque es en este mismo instante cuando se abren las mejores oportunidades para ser lo que deseamos. Tengamos 20 o 60 años.
La edad no importa mientras existan ganas de reír
¿Cuál ha sido tu primer pensamiento esta mañana? Lo creas o no, cuando llegue ese día en que abras los ojos a una nueva jornada sin ninguna ilusión y sin un solo proyecto en tu mente, será el instante en que empieces a envejecer.
Una mente aderezada por sueños, proyectos, ilusiones, inquietudes y curiosidades es lo que conforma a una persona que sabe aprovechar al máximo su vida, sin importarle la edad que marque su pasaporte o su carnet de conducir .
No obstante, hay momentos en que nos centramos solo en lo externo, en esa vela de más en nuestro pastel de cumpleaños, en ese número que marca nuestra báscula o en esa talla que nos gustaría alcanzar para vestirnos de nuevo con la ropa que teníamos cuando éramos más jóvenes.
Todos estos ejemplos son auténticos focos de sufrimiento. Hay que saber racionalizar. 
Envejecer es un proceso que se inicia en la mente, no en la piel, y que todos deberíamos evitar.
No escuches ni hagas caso cuando alguien dude de tu experiencia por la edad que tienes, porque cada persona, sin importar la edad que tenga, reúne diferentes experiencias de vida y una sabiduría única. No te agobies cuando te digan que ya estás viejo, que ya perdiste el tiempo. Eso no es así, el único momento en el que puedes decir que perdiste el tiempo es cuando ya estés a punto de morir, antes no. La edad no es nada, no debe significar más que un número en tu vida. No debería preocuparte tanto cuántos años tienes. En lugar de eso, procura seguir viviendo, como si cada día fuera el último. Como si cada experiencia fuese la última que vas a vivir.
Olvídate de lo que piense el resto y preocúpate por ti. Por vivir tu vida. Por sonreír más. Olvida si tienes veinte, o treinta, o cuarenta años, aún te quedan muchas cosas que descubrir y la edad jamás será un límite para hacerlo, pues no existe un manual de instrucciones que te obligue a hacer las cosas según la edad que tengas. Tú tomas tu camino. Tú decides qué hacer y qué no. Tú eliges tu vida. Verás cómo las cosas serán mucho más increíbles cuando te decidas a vivir cada día al máximo, cuando comiences a creer que aún te queda tiempo para hacer todo lo que quieres y que está en tus manos controlarlo, no en las de alguien más.
Envejecemos cuando se apagan las ilusiones
Envejeces cuando dices “no” a un día en la playa porque te da vergüenza que los demás te vean en bañador y descubran cómo ha cambiado tu cuerpo.
Envejeces cuando haces caso a quien te dice que “eso no es para ti” o “tu tren ya ha pasado”.
Te haces mayor cuando te aferras a las rutinas y temes los cambios pensando que van a traerte algo malo.
Envejeces cuando ves con envidia la felicidad ajena en lugar de salir a buscarla, en lugar de crearla tú mismo.
Nos hacemos mayores cuando dejamos de fijarnos metas en el horizonte y preferimos seguir el paso de lo que nos ordenen los demás.
Envejecemos cuando cerramos puertas y nos convertimos en meros espectadores de una vida que pasa tras nuestras ventanas.
Envejeces cuando te rindes, cuando dejas de confiar y tu carácter se vuelve desconfiado y malhumorado.
Te haces mayor cuando dejas de interesarte por las cosas, por hacerte preguntas, “por probar a ver qué pasa”.
Descubre: 7 características de las personas mentalmente fuertes
Razones por las que he olvidado mi edad
Debemos centrarnos en lo que es importante: vivir la vida. Porque no importan los años: lo esencial es conseguir que cada instante valga la pena. De ahí, que te invitemos a pensar en estas frases.
Un día con preocupaciones, enfados y discusiones es un día perdido.
Cada amanecer es una nueva oportunidad que aprovechar. No importa que tengamos 20, 30 o 70 años.
Madurar es aprender qué es lo que de verdad merece la pena. Todo lo demás, todo lo que trae pesares y nos aleja de nuestro equilibrio interior, es mejor desecharlo.
¡La vida es demasiado corta para vivir según los planes de otras personas!
Las opiniones ajenas no te definen. Tu único propósito es ser tú mismo. Debes ir al andén donde aún pasan los trenes que un día dejaste escapar.
Las buenas amistades son las que nos permiten seguir siendo jóvenes para ilusionarnos por la vida. Elige bien con quien pasar tu tiempo.
Haz feliz a los demás siempre que puedas. Cada emoción positiva dará vida a tu corazón y juventud a tus sonrisas.
Sé un apasionado de la vida. Cada día, pon tu mirada en la cerradura de la curiosidad y aprende algo nuevo. Déjate sorprender por todo lo que te envuelve.
No dudes en poner en práctica estos sencillos consejos y disfrutar cada día de la edad que tienes ahora.
SAL DE TU MENTE, ENTRA EN TU VIDA
Veamos una muestra de algunos de los conceptos poco convencionales que te pediremos que empieces a tener en cuenta:
• El dolor psíquico es normal. Es importante y todo el mundo lo experimenta.
• No puedes librarte a voluntad del dolor psíquico; lo que sí puedes, es hacer algo para evitar aumentarlo artificialmente.
• Dolor y sufrimiento son dos estados diferentes.
• No tienes que identificarte con tu sufrimiento.
• Aceptar el dolor es un paso hacia la liberación del sufrimiento.
• Tú puedes vivir una vida valiosa a partir de este mismo momento, pero para ello, tendrás que aprender cómo salir de tu mente para entrar en tu vida.
Ponerte en contacto con la vida que quieres vivir y aprender a hacer realidad tus sueños en el presente no resulta fácil debido a que tu mente, como todas las mentes humanas, va a ir moviéndose de trampa en trampa, alzando barrera tras barrera.





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