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TEORÍA CRÍTICA

 

El concepto de teoría crítica se emplea en la filosofía para referirse a la doctrina desarrollada por la llamada Escuela de Frankfurt, un movimiento que tuvo su base en el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Fráncfort del Meno. Puede entenderse la teoría crítica como una forma de teorización o de reflexión en torno a la sociedad, la política y la moral, que persigue la liberación del individuo de las fuerzas que lo oprimen y que lo explotan, es decir, una visión crítica de los funcionamientos del capitalismo moderno. En ese sentido, toda teoría crítica busca distinguirse de las teorías consideradas “tradicionales”. La teoría crítica, en este sentido, entendía que el contexto económico, político y social vigente por aquellos años resultaba diferente al planteado por el marxismo. Por eso se propuso reinterpretar la teoría original, subrayando que el conocimiento se constituye en la realidad y no mediante la reproducción de conceptos. La teoría crítica es una doctrina de pensamiento que se funda en la crítica al marxismo

La teoría crítica es una doctrina que desarrolló la Escuela de Frankfurt.
El término “teoría crítica” proviene del ensayo de Max Horkheimer titulado Teoría tradicional y teoría crítica (1937), considerado como una de las principales aportaciones de este grupo intelectual, la teoría crítica se proponía, más que sólo interpretar el mundo, ayudar a transformarlo.
La teoría crítica es un amplio campo de estudios que surge en la primera mitad del XX, y que rápidamente se expande hacia el análisis de distintas características de las sociedades contemporáneas, tanto a nivel filosófico como histórico y político. Debido al contexto en el que emerge, y las propuestas desarrolladas, la teoría crítica impacta de manera importante la producción de conocimiento científico y su potencial en las dinámicas sociales de dominación y emancipación.
El desarrollo de la teoría crítica implica varias rupturas con la teoría tradicional. En principio porque la producción de conocimiento en la teoría crítica tiene un componente sociopolítico importante: más allá de describir o explicar fenómenos, la intención es valorar dichos fenómenos, y a partir de esto, comprender las condiciones de dominación y promover la transformación social. Es decir, la producción de conocimiento científico tiene un sentido político y moral, y no puramente instrumental. Así mismo, toma distancia del proyecto cientificista y de objetividad que había dominado la producción de conocimiento en ciencias sociales (que a su vez, venía de las ciencias naturales). De hecho, en su perspectiva más clásica, la teoría crítica tiene como objeto a los propios seres humanos entendidos como productores de su forma de vida histórica. El objeto (de estudio) es a la vez sujeto de conocimiento, y por lo tanto agente en la realidad en la que vive
Principios de la teoría crítica
Uno de los principios de la teoría crítica es que se opone a la separación entre sujeto y realidad. De acuerdo a esta postura, todo conocimiento depende de las prácticas de la época y de la experiencia. No existe, de este modo, una teoría pura que pueda sostenerse a lo largo de la historia.
Por extensión, el conocimiento sistematizado y la ciencia se desarrollan de acuerdo a los cambios de la vida social. La praxis, de esta forma, se vincula a la organización del conocimiento científico que existe en un momento histórico determinado.
A partir de estos razonamientos, la teoría crítica presta especial atención al contexto de la sociedad y se opone a las teorías cerradas, apostando por una construcción del saber de tipo dialéctico.
La teoría crítica acusaba al pensamiento científico de servir como una herramienta encubierta de opresión, por lo que alertaban sobre la fe ciega o excesiva en el progreso científico. Argumentaban que el saber científico no debe ser un fin en sí mismo, sino que debe estar orientado hacia la emancipación humana.
Referentes de la doctrina
Entre los principales exponentes de la teoría crítica, se encuentran Walter Benjamin, Theodor Adorno, Herbert Marcurse, Max Horkheimer, Erich Fromm y Jürgen Habermas.
Además de lo expuesto, es importante conocer otra serie de datos relevantes a la Escuela de Frankfurt y a su teoría crítica, entre los que se encuentran los siguientes:
-En el momento que el partido nazi se consolida en Alemania, llegando al poder, los integrantes del grupo se ven en la necesidad de marcharse del país. En un primer momento intentarán encontrar “refugio” en otros países del continente europeo, pero, ante el auge de Hitler y sus ansias de destrucción, llegan a Estados Unidos. Esto supone que el mencionado grupo se acabe asentando en Nueva York.
-Durante los primeros trabajos y estudios que sus filósofos realizaron en tierras norteamericanas contaron con el respaldo de importantes entidades como sería el caso, por ejemplo, de la Fundación Rockefeller.
-La Teoría Crítica no llegaría a España hasta la década de los años 60 y es que fue en ese momento cuando comenzaron a traducirse algunas de las obras más significativas desarrolladas por la Escuela de Frankfurt. En concreto fue Manuel Sacristán quien procedió a traducir en el año 1962 tanto “La crítica de la cultura y la sociedad” como “Adorno, notas de literatura y prismas”.
-La Escuela Crítica que nos ocupa está considerada como una de las grandes corrientes de pensamiento de lo que ha sido todo el siglo XX a nivel mundial.
-Los mencionados pensadores se dividen en dos en tanto en cuanto pertenecen a la primera generación del grupo (Max Horkheimer, Theodor Adorno y Herbert Marcuse) y a la segunda (Walter Benjamin, Jürgen Habermas y Karl Otto Apel).
Podría decirse que la teoría crítica, en su sentido más amplio o ecuménico, comienza a través de la variante de la Escuela de Frankfurt, y llega al presente, con Foucault, bajo las pulsiones del feminismo, la ecología y el poscolonialismo, entre otras expresiones liberadoras. Una teoría social es crítica en la medida en que busca la emancipación humana, es decir, <<liberar a los seres
humanos de las circunstancias que los esclavizan>> (Horkheimer). Esas teorías buscan explicar las circunstancias que esclavizan a los seres humanos y proporcionar las bases normativas para la búsqueda social que reduzca la dominación y aumente la libertad en todos sus aspectos. Siguiendo a Horkheimer, asumiré que la <<teoría crítica del desarrollo>> se refiere a los enfoques que explican qué está mal en el actual orden social, identifica a los agentes del cambio social y proporciona metas prácticas para la transformación social.
Hace cuarenta años, la <<gran negación>> de 1968 vio un florecimiento considerable de la teoría crítica. En la actualidad, pensadores como Herbert Marcuse están siendo (re)descubiertos en términos de lo que ellos tienen que decir en una época de transición paradigmática, como la que vivimos. Steven Vogel se refiere a la manera en que <<Marcuse, por supuesto, fue el gran filósofo de que todo era posible. Pensaba que las cosas realmente podían ser radicalmente diferentes de lo que son y que podríamos vivir otras formas de vivir>>. Esta filosofía política es notablemente simple y sostiene que el mundo a nuestro alrededor no es ni natural ni eterno y que puede (en efecto, debería) ser transformado. La debilidad de la teoría crítica <<clásica>>, según expresa Horkheimer, fue su separación radical entre teoría crítica y cualquier concepción sobre un grupo social. La teoría fue separada (nuevamente) de la práctica política dirigida a tomar el poder político para lograr la transformación social. 
En la medida en que el desarrollo está asociado con el desarrollo del capitalismo y de la modernidad, la teoría crítica está inextricablemente ligada con la modernidad aun cuando ofrezca una crítica de sus +-malestares. La teoría social puede actuar como apologista de la modernidad (al tiempo que ayuda 
a suavizar sus toscos bordes), puede actuar como un llamado conservador a favor de un nostálgico orden perdido o puede actuar de manera crítica/radical y luchar por la libertad humana (Beilharz, 2000: 46). Para algunos teóricos sociales, la Dialéctica de la ilustración, a la que hacían referencia Adorno y Horkheimer (1944) en su texto fundacional, revelaba el <<lado obscuro>> de la modernidad a un grado que no les deja otra opción que trasladarse al terreno <<posmoderno>> de la teoría, la pesquisa y la política
La transición moderna/posmoderno servirá, en esta genealogía de los estudios críticos del desarrollo (ECD), como hace Boa Santos, que <<el nuestro es, por ende, un tiempo de transición paradigmática>>. Lo que no doy por sentado, aun cuando efectivamente ésa podría ser la conclusión de mi indagación, es <<la idea de que el paradigma de la modernidad ha agotado todas sus posibilidades de renovación, y que su continuada prevalencia se debe a la inercia histórica...>> (Santos, 1995). Sea como fuere, es indudable que la tarea de los ECD es ofrecer una crítica radical del paradigma dominante y utilizar todos sus poderes imaginativos para desarrollar un nuevo paradigma que ofrezca nuevos horizontes de emancipación.







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