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VIDA

 

Vida es la capacidad de nacer, crecer, reproducirse y morir. Esa es la acepción más habitual de este término que puede ser definido desde diversos enfoques pero que suele asociarse a la biología. En este sentido, la vida es aquello que distingue a hombres, animales y plantas, por ejemplo, de los objetos como una roca o una mesa.

En el latín es donde se encuentra el origen etimológico de la palabra vida. Concretamente procede del vocablo vita, que a su vez emana del término griego bios. Todos ellos significan, precisamente, «vida».

El comienzo de la vida suele ser motivo de debate
El inicio y fin de la vida son cuestiones complejas que involucran perspectivas religiosas, filosóficas y biológicas. La actividad cerebral y la respiración son dos factores importantes para determinar el final de la vida en la ciencia y la religión.
La eutanasia es un tema polémico que enfrenta a quienes defienden la dignidad de la vida humana y quienes consideran que atenta contra la inviolabilidad de la vida.
Las células son unidades elementales de los seres vivos, y el metabolismo y la homeostasis son procesos clave que hacen posible la vida. La vida plena se construye a través de del sentido que cada uno le da a su existencia, sus relaciones familiares y sociales, y la búsqueda de la felicidad en base a sus valores y deseos.
La vida para la biología y la religión
Puede decirse que la vida siempre incluye una serie de etapas como el nacimiento, el crecimiento, el desarrollo, la maduración, el envejecimiento y la muerte. Para determinar cuándo empieza y cuándo termina la vida, se puede recurrir a distintos postulados ya que la biología, la religión y la filosofía, por ejemplo, tienen diferentes miradas.
Resulta más complejo, en cambio, encontrar el inicio y el cierre de esa existencia. Las razones religiosas se mezclan con la ciencia para afirmar (o negar) que la vida comienza desde el primer momento de la fecundación, lo que equivaldría a afirmar que el aborto es indefectiblemente un asesinato (se termina con una vida). Otras posturas sostienen que el feto en sus primeras etapas no puede ser considerado un ser vivo.
Algo similar ocurre con la muerte (es decir, el fin de la vida). El cese irreversible de la actividad cerebral (conocido como muerte cerebral) equivale para la ciencia como el final de la vida.
Para la religión, en tanto, la vida es la unión del cuerpo y el alma. Tras la muerte, el alma llega al Paraíso y puede, según algunas creencias, reencarnar en otro cuerpo.
La vida también es el estado de actividad de los seres orgánicos y la fuerza interna que permite obrar a aquel que la posee. Otra forma de interpretar la vida está vinculada a la capacidad de un ser físico de administrar sus recursos internos para adaptarse a los cambios que se producen en su medio.
Las plantas también tienen vida.
Las células y la vida
Suele indicarse que los seres vivos tienen a las células como unidades elementales de su conformación.  Cada ser humano tiene unos 30 billones de células que permiten que el cuerpo tenga una estructura y funcione adecuadamente.
Las células hacen posible la nutrición, la obtención de energía y la transferencia del material
hereditario a través del ADN, por ejemplo. Hay que indicar que las células pueden desarrollar su reproducción de manera independiente y que, al sufrir modificaciones funcionales, químicas y morfológicas que no pueden revertirse, también mueren.
Se conoce como metabolismo al conjunto de los procesos químicos y físicos que llevan a cabo las células para lograr la síntesis o la degradación de sustancias, transformando o usando energía. Los procesos metabólicos, pues, pueden ser parte del anabolismo (las moléculas complejas se sintetizan partiendo de otras más simples) o del catabolismo (las sustancias se degradan para generar otras de menor complejidad). Todas las acciones y los procedimientos indispensables para la vida, desde la circulación de la sangre hasta la respiración, dependen del metabolismo ya que demandan la conversión o la utilización de energía.
El metabolismo está asociado a la homeostasis, que es una propiedad de los seres vivos que les permite conservar la estabilidad interna al compensar las alteraciones del entorno mediante el intercambio de energía y materia. La presión arterial, la regulación de la temperatura y el nivel de oxígeno en la sangre son algunas de las variables que controla la homeostasis, posibilitando la vida.
En un sentido filosófico, suele decirse que la felicidad es el objetivo de la vida.
Más allá de lo biológico
Dejando de lado las cuestiones biológicas y fisiológicas, cada persona entiende su vida como su existencia. Hay tantos modos de vida o formas de vida como seres humanos en la Tierra, aunque todos los integrantes de la especie compartimos ciertos patrones, atributos o aspiraciones.
El ser humano vive en sociedad y suele considerarse que la base de esa sociedad es la familia. Lo habitual es que cada persona forje su vida cotidiana en base a los vínculos familiares, dedicándose a ejercer la paternidad o la maternidad, cuidando a sus hijos y compartiendo momentos con hermanos, tíos, abuelos, nietos, primos, etc.
Aunque cada persona tiene su motivación y sus intereses, a grandes rasgos puede señalarse que la felicidad es el objetivo de la vida. Esa felicidad puede encontrarse en el amor de la familia y amigos, en el contacto con la naturaleza, en el disfrute del arte o en la obtención de conocimiento, por mencionar apenas algunas posibilidades. Lo importante es considerar que, más allá las necesidades físicas esenciales que deben satisfacerse para que la existencia sea posible, la vida adquiere sentido, relevancia o trascendencia según lo que cada uno hace con su tiempo y sus habilidades.
Vida, en su sentido más amplio, es un concepto que alude a la existencia. La noción suele referirse a la actividad que realiza un ser orgánico o, más precisamente, a su capacidad de nacer, desarrollarse, reproducirse y fallecer. Humano, por su parte, es aquello propio del hombre como especie.
Que Significa Ser Vivo
Conviene empezar este capítulo con una advertencia muy sencilla, de orden filológico y gramatical, pero que no carece de valor filosófico. Y es que el termino vida no designa un ser, una substancia, y menos aún a una persona.
Según Arregui y Choza (1992) explican que la definición más antigua y de más abolengo que se tiene de la vida en la historia de la filosofía es la que diera Aristóteles como auto movimiento. Un ser vivo es el que es capaz de moverse a sí mismo. En primer lugar, Aristóteles caracteriza la vida en función de cuatro operaciones, alimentarse, sentir, trasladarse de lugar y entender; y en segundo lugar, diferencia el vivir de las operaciones como una actividad más radical que ellas, pues, en efecto, un viviente no está más o menos vivo según realice más o menos operaciones de este tipo. Por eso llamó a las operaciones vitales actos segundos y al vivir acto primero, afirmando que "para los vivientes, vivir es ser".
"Vivo" no es un predicado accidental (como lo son las operaciones: alimentarse, sentir, trasladarse de lugar y entender) sino sustancial. Cuando se dice que las operaciones son predicados accidentales se quiere decir que el viviente es viviente independientemente de las que ejecute o no.
Vida significa capacidad de realizar operaciones por sí y desde sí mismo. Es decir, principiar las operaciones desde sí. El ser vivo es causa eficiente, formal y final de sus operaciones. El vivo no solo es el principio energético de ellas, sino que las controla. También él es el beneficiario de sus operaciones. El vivo vive para sí. A esto es a lo que se ha sólido llamar inmanencia.
Operaciones inmanentes, por oposición a las transeúntes, son las que de algún modo permanecen en quieren las ejecuta. Las operaciones específicamente vitales son las operaciones inmanentes.
Según Verneaux (1988) define que es un término abstracto, como la bondad o la velocidad. El termino designa primero un carácter de ciertos actos, y como consecuencia una propiedad del ser que realiza estos actos. Para evitar muchos malentendidos, sería mucho mejor hablar del ser vivo y de sus actos vitales, emplear el verbo vivir mejor que el sustantivo vida.
Podemos concluir entonces que el término de la palabra vida como existencia material no existe. Por eso es mejor referirse al ser vivo y sus actos vitales.
Según Yepes y Aranguren (2003) explican que los seres vivos se diferencian de los inertes en que tiene vida. Esta afirmación puede explicitarse desde cinco características:
a) Vivir es, ante todo, moverse a uno mismo, auto moverse. Esta es una vieja definición del ser vivo: lo vivo es aquello que tiene dentro de sí mismo el principio de su movimiento, lo que se mueve sin necesidad de un agente externo que lo impulse.
Se puede añadir a esto que vivir es un modo de ser, porque esta característica del auto movimiento afecta radicalmente a quien la tiene, llega hasta el mismo fondo de ser: "para los vivientes, vivir es ser".
b) La segunda característica de la vida es la unidad: todos los seres vivos, cada uno son uno. No sabemos qué significa la expresión una piedra. Si la partimos seguimos teniendo piedra. Un espejo roto es una multitud de espejos: la unidad de lo inerte es tan pobre que su ruptura no implica un dejar de ser. Partir a un perro, en cambio, es mucho más drástico: el perro es en la medida en que es uno. Dividirlo es matarlo. Incluso los que se reproducen por bipartición originan dos individuos nuevos, diferentes al original
c) La tercera característica de la vida es la inmanencia. Esta palabra procede del latín in-manere, que significa permanecer en. Inmanente es lo que se guarda y queda dentro. Por ejemplo: nutrirse, crecer, leer, llorar, dormir son operaciones inmanentes, que quedan para el que las ejecuta, aunque puedan ser vistas desde fuera. Lo que es uno lo es por tener algo propio, por tener un dentro. Las piedras, en cambio, no tienen un dentro. Para el viviente vivir es ser, en unidad, con un mundo interior.
d) La cuarta característica podemos llamarla autorrealización. Lo vivo se distiende a lo largo del tiempo hacia una plenitud de desarrollo y hacia la muerte. Ningún viviente esta acabado en el nacimiento, sino que protagonizan un proceso (crecer, reproducirse, morir) que tiene cierta  estructura de proyecto: hay un despliegue; un hacerse efectiva la potencia, un crecimiento.
Es decir, los seres vivos tienen fin, perfección, plenitud. Vivir es crecer.
e) Por último, la vida tiene un ritmo cíclico y armónico; es decir, su movimiento se repite, vuelve una y otra vez a empezar, y se va desplegando a base de movimientos repetidos, cuyas partes están internamente proporcionadas unas con otras, hasta formar un todo unitario, una armonía que los clásicos llamaban cosmos.














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