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EL OLVIDO ESTÁ LLENO DE MEMORIA

 

"Es una posesión, porque el olvido es una de las formas de la memoria, su vago sótano, la otra cara secreta de la moneda" Jorge Luis Borges

Más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria" Joaquín Sabina

"La memoria es la forma en que una colectividad recuerda su pasado y busca proporcionar una explicación al presente, darle un sentido". Annette Wieviorka, 

¿Qué significado tiene educar en la memoria? ¿Qué memorias se debe enseñar?

¿Se debe enseñar una memoria oficial, o la memoria de los actores y los testigos? 

La memoria no es el pasado tal como se inscribe en las lápidas o se escribe en los libros, esto es el recuerdo, está muerto, congelado en el pasado, como los túmulos o los monumentos funerarios. La memoria es otra cosa, está viva, es el porvenir en marcha, es la vida. Si el pasado pertenece a los que lo han vivido, la memoria no puede ser confiscada por tal o cual grupo humano, por legítimo que pudiera parecer, porque es universal y pertenece a todos los hombres" 

Para recuperar con ello los sitios de la memoria a los que hace referencia Pierre Nora. Abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos.

Pero, ¿quién es el que recuerda y el que olvida? ¿Es un individuo o debemos hablar de memorias colectivas? ¿Qué se recuerda y qué se olvida?

¿Qué relación existe entre lo que se recuerda y se olvida ¿Cómo y cuándo?
El ejercicio de recordar y olvidar es singular. Cada persona tiene sus propios recuerdos, que no pueden ser transferidos a otros. Es esta singularidad de los recuerdos, y la posibilidad de activar el pasado en el presente -la memoria como presente del pasado, en palabras de Ricoeur lo que
define la identidad personal y la continuidad del sí mismo en el tiempo.
Al hablar de memoria individual debemos tener en cuenta que ella discurre entre dos instantes que le están vedados como lo son el nacimiento y por supuesto en el otro polo la muerte, registros que son externos al sujeto. Como afirma el gran literato latinoamericano Pablo Neruda; "Nunca recordaremos haber muerto… ni de nacer tampoco guardamos la memoria no tienes más recuerdo que tu vida" lo que nos sucede en ese inmenso túnel es parte del inventario personal.
Es Maurice Halbwachs quien primero forjó, y luego impuso, la noción de memoria colectiva como concepto explicativo de una cierta cantidad de fenómenos sociales en relación con la memoria. Lo hizo sobre todo en tres de sus obras: Les cadres sociaux de la mémoire, La topographie légendaire des Évangiles en Terre sainte. Étude de mémoire collective y La mémoire collective, publicada de manera póstuma
"sólo podemos recordar cuando es posible recuperar la posición de los acontecimientos pasados en los marcos de la memoria colectiva. El olvido se explica por la desaparición de estos marcos o de parte de ellos" Halbwachs
Y esto implica la presencia de lo social, aún en los momentos más «individuales». «Nunca estamos solos» -uno no recuerda solo sino con la ayuda de los recuerdos de otros y con los códigos culturales, compartidos, aun cuando las memorias personales son únicas y singulares-. Esos recuerdos personales están inmersos en narrativas colectivas, que a menudo están reforzadas en rituales y conmemoraciones grupales (Ricoeur) Como esos marcos son históricos y cambiantes, en realidad, toda memoria es una reconstrucción más que un recuerdo. Y lo que no encuentra lugar o sentido en ese cuadro es material para el olvido, la memoria colectiva sólo consiste en el conjunto de huellas dejadas por los acontecimientos que han afectado al curso de la historia de los grupos implicados que tienen la capacidad de poner en escena esos recuerdos comunes con motivo de las fiestas, los ritos y las celebraciones públicas."Ricoeur"  
Los que no han vivido esa experiencia nunca sabrán lo que fue; los que la han vivido no la contarán nunca; no verdaderamente, no hasta el fondo, el pasado pertenece a los muertos (Wiesel)
Si bien todo proceso de construcción de memorias se inscribe en una representación del tiempo y del espacio, estas representaciones -y, en consecuencia, la propia noción de qué es pasado y qué es presente- son culturalmente variables e históricamente construidas. Si hay diversas maneras de entender el tiempo, entonces habrá diferentes formas de conceptualizar la memoria.
La memoria, entonces, se produce en tanto hay sujetos que comparten una cultura, en tanto hay agentes sociales que intentan «materializar» estos sentidos del pasado en diversos productos culturales que son concebidos como, o que se convierten en, vehículos de la memoria, tales como libros, museos, monumentos, películas o libros de historia.
En todo esto, el olvido y el silencio ocupan un lugar central. Toda narrativa del pasado implica una selección. La memoria es selectiva; la memoria total es imposible. Esto implica un primer tipo de olvido «necesario» para la sobrevivencia y el funcionamiento del sujeto individual y de los grupos y comunidades. Pero no hay un único tipo de olvido, sino una multiplicidad de situaciones en las cuales se manifiestan olvidos y silencios, con diversos «usos» y sentidos.
Hay un primer tipo de olvido profundo, llamémoslo «definitivo», que responde a la borradura de hechos y procesos del pasado, producidos en el propio devenir histórico. La paradoja es que si esta supresión total es exitosa, su mismo éxito impide su comprobación. A menudo, sin embargo, pasados que parecían olvidados «definitivamente» reaparecen y cobran nueva vigencia a partir de cambios en los marcos culturales y sociales que impulsan a revisar y dar nuevo sentido a huellas y restos, a los que no se les había dado ningún significado durante décadas o siglos.
Las borraduras y olvidos pueden también ser producto de una voluntad o política de olvido y silencio por parte de actores que elaboran estrategias para ocultar y destruir pruebas y rastros, impidiendo así recuperaciones de memorias en el futuro -recordemos la célebre frase de Himmler en el juicio de Nuremberg, cuando declaró que la «solución final» fue una "página gloriosa de nuestra historia, que no ha sido jamás escrita, y que jamás lo será"
Lo que el pasado deja son huellas, pero esas huellas, en sí mismas, no constituyen «memoria» a menos que sean evocadas y ubicadas en un marco que les dé sentido. Se plantea aquí una segunda cuestión ligada al olvido: cómo superar las dificultades y acceder a esas huellas. La tarea es entonces la de revelar, sacar a la luz lo encubierto, «atravesar el muro que nos separa de esas huellas» (Ricoeur)
Está también el olvido que Ricoeur denomina «evasivo», que refleja un intento de no recordar lo que puede herir. Se da especialmente en períodos históricos posteriores a grandes catástrofes sociales, masacres y genocidios, que generan entre quienes han sufrido la voluntad de no querer saber, de evadirse de los recuerdos para poder seguir viviendo.
Algunos ejemplos que se pueden plantear se vinculan a la historia reciente y por ello es que Florencia Levín manifiesta "lo que define a la historia reciente, como campo de estudio historiográfico, tiene que ver con la memoria y con lo que una sociedad considera como un pasado traumático no terminado de clausurar. Hay algo de ese paso que interviene en el día a día de la política y en la definición de las identidades"
En este punto, la contracara del olvido es el silencio. Existen silencios impuestos por temor.
Finalmente, está el olvido liberador, que libera de la carga del pasado para así poder mirar hacia el futuro. Es el olvido «necesario» en la vida individual, para las comunidades y grupos, el origen de este planteo está en Nietzsche, al condenar la fiebre histórica y al reclamar un olvido que permita vivir, que permita ver las cosas sin la carga pesada de la historia.
"El límite desde el cual lo pasado ha de olvidarse, para que no se convierta en sepulturero del presente, habría que saber con exactitud cuánta es la fuerza plástica de un individuo, de un
pueblo, de una cultura. Me refiero a esa fuerza para crecer desde la propia esencia, transformar y asimilar lo que es pasado y extraño, cicatrizar las heridas, reparar las pérdidas". Nietzsche
No se trata de anular la memoria, se trata de ver la historia para afianzar la vida " La serenidad, la
buena conciencia, la actitud gozosa, la confianza en el porvenir –todo eso depende tanto en un individuo como en un pueblo, de que existe una línea que separa lo que está al alcance de la vista y es claro, de lo que está oscuro y es inescrutable, de que se sepa olvidar y se sepa recordar en el momento oportuno, de que se discierna con profundo instinto cuándo es necesario sentir las cosas desde el punto de vista histórico o desde el punto de vista ahistórico. He aquí la tesis que el lector está invitado a considerar: lo histórico y lo ahistórico son igualmente necesarios para la salud de los individuos, de los pueblos y de las culturas".
Hay en todo sujeto una conciencia histórica, un espacio para las experiencias, un horizonte de lo que espera recordar y cómo quiere ser recordado.
Debemos pues, como plantea Nietzsche, considerar a la historia de un modo crítico, para servir a la vida. El hombre para poder vivir, ha de tener la fuerza, y de vez en cuando utilizarla, de romper y disolver una parte de su pasado: esto lo logra trayendo una parte de ese pasado ante la justicia, sometién- dolo a un interrogatorio minucioso y, al fin, condenándolo; todo pasado merece condenación pues tal es la naturaleza de las cosas humanas
La historia responde a una necesidad de explicar el presente al remitirnos al pasado; sin embargo, este pasado sufre transformaciones en función del presente que se quiere comprender. Como plantea Borges en "Funes el memorioso" “no se trata de pensar sino de sentir". 
Aunque el protagonista no hubiese escrito la experiencia, al haber recordado, imaginado lo acontecido, ya no se le borraba. Y añade Borges: "pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer" Borges recorrió intensamente tres o cuatro tópicos a lo largo de su literatura: uno que le fascinaba de manera particular era el de la memoria: la capacidad de recordar o la cualidad que hiciera olvidables o inolvidables a los objetos o a los acontecimientos. En Funes el memorioso el protagonista era un hombre de esas cualidades. Funes recordaba todo, con prodigiosa exactitud. Recordar un día completo le llevaba a Funes exactamente otro día completo de tiempo. Dicho en términos de otra metáfora que agradaba a Borges: ¿tiene sentido un mapa de China tan grande como China?
Los recuerdos y los olvidos que conforman la memoria hablan siempre de un proceso interno que debe aliarse o enfrentarse a los esfuerzos sociales y políticos por construir las memorias colectivas.
El tiempo, del que se dice muchas veces que "todo lo cura", actúa como catalizador entre la memoria individual, la personal próxima y la colectiva. Ya que el tiempo es "bajo diversas formas, de larga duración y virtual en la escritura, y es a la vez transhistórico por el concepto e histórico a través de lo vivido".Namer
No podemos olvidar, pues, que la memoria tiene un carácter cambiante y que, a medida que se va transformando, establece un hilo conductor de la vida.
En esa tensión entre memoria e historia debemos posicionarnos y compartir el razonamiento de Marcel Proust (citado en P. Vidal-Naquet) que establece que la memoria enriquece la perspectiva histórica al permitir la comparación, al abrir ventanas en distintas direcciones.
La preocupación de la primera es poner orden, la segunda está atravesada por el desorden de
la pasión, de las emociones y de los afectos. La historia puede legitimar, pero la memoria es
fundacional".Candau,
"Es deseable que una nación sea lo bastante sólida en sus tradiciones y honor para tener la
valentía de denunciar sus propios errores. Pero nunca ha de olvidar las razones que justifican la estimación de sí misma. Es peligroso exigirle que se reconozca culpable y sólo culpable y condenarla a una pena perpetua". Albert Camus












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