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EL ARTE DE VIVIR

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El hombre nace para realizarse en la vida, pero todo depende de él. Puede seguir respirando, puede seguir comiendo, puede seguir envejeciendo, puede ir acercándose a la tumba…, pero esto no es vida, es una muerte paulatina. Desde la cuna hasta la tumba… una muerte paulatina de setenta años. Y dado que hay millones de personas a tu alrededor muriéndose de una forma paulatina y lenta, tú también has empezado a imitarlos. Los niños aprenden imitando a los que le rodean, y estamos rodeados de muertos. Primero hay que entender lo que quiero decir con “vida”. No debe ser simplemente envejecer, sino que debe ser crecer. Son dos cosas distintas. Cualquier animal es capaz de envejecer. Crecer es una prerrogativa del ser humano. Sólo unos pocos reivindican ese derecho. Crecer es profundizar en el principio de la vida; no es acercarse a la muerte, sino alejarse de ella. Cuanto más profundices en la vida, mejor entenderás la inmortalidad que llevas dentro. 

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PROBIDAD

PROBIDAD    Probidad, la etimología nos remite a la lengua latina, ciertamente al término probitas. “honestidad y rectitud”. Puede decirse que la probidad está vinculada a la honradez y la integridad en el accionar, quien actúa así no comete ningún abuso, ni incurre en un delito. Lo contrario a la probidad es la corrupción, que implica un desvió de las normas morales y las leyes. En definitiva, es una virtud. La realidad, por supuesto, demuestra que la probidad no está presente en la totalidad de la humanidad. En el desarrollo de nuestras funciones la falta de probidad resulta aún más grave y perjudicial, ya que del accionar profesional se desprenden perjuicios a la sociedad; por decir: Si un magistrado carece de probidad, no puede administrar justicia. Sus dictámenes no serán imparciales, ya que pueden estar determinados por vicios. De esta manera un juez que no es probo puede condenar a prisión a un inocente o dejar en libertad a un asesino. También, todos,...