El hombre nace para realizarse en la vida, pero todo
depende de él. Puede seguir respirando, puede seguir comiendo, puede seguir
envejeciendo, puede ir acercándose a la tumba…, pero esto no es vida, es una
muerte paulatina. Desde la cuna hasta la tumba… una muerte paulatina. Y dado
que hay millones de personas alrededor muriéndose de una forma lenta, tú
también has empezado a imitarlos, aprendemos imitando de lo que nos rodea,
estamos rodeados de muertos.
Primero hay que entender lo que se quiere decir con
“vida”. No debe ser simplemente envejecer, sino que debe ser crecer. Son dos
cosas distintas.
Cualquier animal es capaz de envejecer. Crecer es una
prerrogativa del ser humano. Sólo unos pocos reivindican este derecho. En la
vida, crecer significa profundizar en ti mismo, ahí es donde están tus raíces
Hay una gran diferencia entre madurar y envejecer, una
enorme diferencia, y la gente siempre se equivoca. Creen que envejecer es
madurar, pero el envejecimiento pertenece al cuerpo. Todo el mundo envejece,
todo el mundo se vuelve viejo, pero no necesariamente maduro. La madurez es un
crecimiento interior. El envejecimiento no es algo que tú lo haces, sino algo
que sucede físicamente. Con el tiempo, cada niño que nace se hará viejo. La
madurez es algo que tú aportas a la vida, surge de la conciencia. Cuando una
persona envejece de una forma plenamente consciente, se vuelve madura.
Envejecimiento más conciencia, experiencia más conciencia, es madurez.
Hay dos maneras de experimentar una cosa. Puedes
experimentarlo como si estuvieses hipnotizado, inconsciente, sin prestar
atención a lo que está sucediendo; sucede algo pero tú no estás ahí. No sucede
en tu presencia, estás ausente. Has pasado de largo, no te ha tocado. No te ha
dejado huella, no has aprendido nada de ello. Se puede haber convertido en
parte de tu memoria porque, de algún modo, estabas presente, pero no se ha
vuelto parte de tu sabiduría. No ha crecido a consecuencia de esta experiencia.
Entonces, estás envejeciendo. Pero si le añades a una experiencia la virtud de
la conciencia, la misma experiencia se convertirá en madurez.
Son las dos maneras de vivir: la primera, vivir en un
sueño profundo, envejecer, hacerse viejo, ir muriendo poco a poco, y nada más.
toda tu vida consiste en una dilatada muerte lenta. Pero si añades conciencia a
tus experiencias, a todo lo que hagas, a todo lo que te suceda, estarás alerta,
despierto, atento; estarás saboreando a experiencia por los cuatro costados,
estarás intentando comprender su significado, estarás intentando llegar hasta
el fondo de lo que te ha sucedido, estarás intentando vivirlo intensa y
totalmente; entonces, no es un fenómeno meramente superficial. En el fondo de
tu ser hay algo que está cambiando con esta experiencia. Te estás volviendo más
atento. Si la experiencia es un erro, ya no volverás a cometer el mismo error.
Una persona madura nunca vuelve a cometer el mismo
error. Pero si sólo es un viejo volverá a cometer los mismos errores una y otra
vez. Vive en un círculo y no aprende nada. hoy estas enfadado, ayer estabas
enfadado y anteayer también, mañana estarás enfadado y pasado mañana también.
Te enfadas una y otra vez, te arrepientes una y otra vez, y una y otra vez
tomas la decisión de no volver a hacerlo. Pero esta decisión no cambia nada, en
cuanto te molestan estalla la ira, estás poseído; vuelves a cometer el mismo
error. Te estás haciendo más viejo.
Si vives una sola vez una experiencia de enfado con
totalidad, nunca volverás a enfadarte. Bastará una sola vez para enseñarte que
es ridículo, que es absurdo, que simplemente es estúpido; esto no significa que
sea un pecado, sino que es estúpido. Te estás haciendo daño a ti mismo. No vale
la pena. Entonces, estarás enfadado. Y, la persona que está madurando no decide
que no se va a volver a enfadar, no, eso indica que la persona no está
madurando. Un hombre maduro nunca decide el futuro; la propia madurez se ocupa
de ello. Vives presente, y la vid misma decidirá cómo será el mañana; será consecuencia
de ella.
Si el enfado ha sido doloroso, venenoso, si has pasado
un infierno, entonces, ¿qué sentido tiene tomar una decisión, hacer un voto, ir
al templo y declarar: <Ahora haré el voto de no volver a enfadarme nunca
más>? Eso es infantil, no tiene sentido. Si has entendido que el enfado es
venenoso, ¡se acabó! Ese camino se ha cerrado, esa puerta ya no existe para ti.
La situación de volverá a repetir mañana, pero no estarás poseído por ella. Has
aprendido algo: que habrá entendimiento. Incluso te puedes reír, puedes
disfrutar viendo la tontería de la gente. Tu entendimiento aumenta con cada
experiencia.
Puedes vivir la vida como si estuvieses hipnotizado
–así es como vive el noventa y nueve por ciento de la gente o puedes vivir con
intensidad, con conciencia. Si vives con conciencia maduras; sino simplemente
te haces viejo. Y hacerse viejo no es volverse sabio. Si cuando eras joven eras
un idiota, cuando seas viejo sólo serás un viejo idiota, y nada más. no te
vuelves sabio simplemente por envejecer. Incluso puedes llegar a ser más
idiota, porque puedes convertir tus hábitos en algo mecánico.
Dirige tu vida como un haz de luz hacia el objetivo de
vivir también con excelsa madurez, pues sí logras esto, fácilmente habrá en tus
manos, lo que has anhelado siempre: vivir dentro de la felicidad. La madurez es
conciencia. El envejecimiento sólo es desgaste.
Comentarios
Publicar un comentario