Kant, Maquiavelo y Schopenhauer
Suerte y azar son fenómenos trasversales en la historia
y que han desvelado a pensadores de todos los tiempos. A los seres humanos nos
cuesta asimilar los hechos y situaciones que dan ventajas o las quitan, sobre
los que desconocemos el origen o las causas que los propician.
Esa es la razón por la que suerte y azar han sido objeto, sobre todo, de
mitificación.
Se piensa que ese terreno está dominado por fuerzas invisibles que están más
allá de nuestra comprensión. O que son efecto de la voluntad de seres
superiores o de realidades que operan por fuera del mundo real.
La SUERTE no tiene
explicación; se encuentra más allá de toda comprensión humana, de sistemas
lógicos, racionales o estadísticos, de allí que siempre haya gozado de una
naturaleza enigmática que ha propiciado el desencuentro entre sus partidarios y
detractores, es decir, quienes creen en su existencia pese a no poder
explicarla, y aquellos que la consideran simplemente una superstición fundamentada
en la necesidad humana de darle explicaciones mágicas a aquello que se ignora.
El AZAR
es una combinación de
circunstancias o de causas imprevisibles, complejas, sin plan
previo y sin propósito, que supuestamente provocan que acontezca un determinado
acontecimiento que no está condicionado por la relación de causa y efecto ni
por la intervención humana, sí por la divina. Este acontecimiento puede ser
bueno y también puede ser una desgracia causada por la casualidad, la fortuna,
el acaso, la suerte. El
azar es un caso fortuito, no programado, y si es negativo es un contratiempo.
El azar está fundamentado por la casualidad, es decir no existen
causas que originen algún evento especifico, sin embargo, la teoría filosófica del determinismo considera
que todo evento tiene una causa que lo origine, y que el hecho de que no se
precise que fue lo que motivo a que sucediera el fenómeno, no quiere decir que no
exista.
La
diferencia entre suerte y azar radica en que la suerte es particular y el azar es universal. La suerte es generalmente subjetiva
mientras que el azar es
objetivo. La buena o mala suerte es
específicamente de una persona, en cambio el azar es la constatación de que las circunstancias de la vida
son aleatorias.
Es un hecho que suerte y
azar son factores que operan en la vida. En lo que
no hay acuerdo es en el peso que tienen o en la forma y el grado en el que
condicionan nuestro futuro. Enseguida veremos lo que han dicho tres grandes pensadores al respecto.
1. SUERTE Y AZAR EN KANT
Una de
las obras en las que Kant se refiere a la suerte y el azar es Hacia la paz perpetua. Este
gran filósofo representa la visión tradicional de esos conceptos. Señala que la naturaleza es la “artista” que “ordena todas las cosas”. Agrega
que a veces debe hacerlo incluso en contra de la voluntad de las personas.
Kant indica que todo esto
opera en el marco de leyes que ignoramos. Suerte y azar se activan por causas
de la naturaleza que nadie conoce y frente a las cuales el filósofo dice
que no se debe interferir. Lo que hay entonces es un “oculto
plan de la naturaleza” y este se manifiesta con los guiños que hace el destino.
Kant sugiere también
que, al final del día, todo está determinado por los inescrutables designios
de la Providencia. Por lo tanto, la felicidad no es algo que se
pueda conquistar o construir. El ser humano depende de las circunstancias favorables
que le ponga al frente la buena o mala fortuna.
2. SUERTE Y AZAR EN MAQUIAVELO
Nicolás
Maquiavelo es otro de los pensadores que le dio un lugar muy importante a
suerte y azar.
Resulta curioso, de todos modos, que se haya ocupado de ese asunto. Al fin y al
cabo, Maquiavelo representa el realismo político en su expresión más cruda, e
incluso cínica.
Para Maquiavelo, la buena
o mala fortuna en definitiva sí existen, pero a diferencia de Kant, piensa que
es posible resistirse a ellas. Señala que el “destino” gobierna al menos la
mitad de nuestras vidas y que, por lo tanto, hay que ocuparse en
dominar la otra mitad para no quedar al garete.
Dice que la buena o mala
suerte solo se manifiesta en todo su esplendor y es determinante allí donde hay
seres que no tienen suficiente virtud o talento para resistirse. En otras
palabras, el azar solo es contundente cuando no hay voluntad o habilidad para
enfrentarlo.
En su obra Del Poder de la Fortuna de las cosas humanas y de los medios para oponérsele también expresa varias sentencias, cómo no,
maquiavélicas. Su conclusión es que, en tanto la
suerte es voluble y variable, más vale encontrar la forma de acomodarse a ella.
En otras palabras, “buscar el árbol que más sombra ofrezca”.
3. SCHOPENHAUER Y EL AZAR
Otro de los
filósofos que habló acerca de suerte y azar fue Schopenhauer.
Este pensador se caracterizó por mostrar un profundo rechazo por el pensamiento
y la dinámica que protagonizaba su tiempo. De hecho, hay muchos que lo
consideran el filósofo del pesimismo. En realidad, no es así; lo que en muchas
oportunidades hizo, fue manifestarse en contra del optimismo ciego e ingenuo.
Desde su perspectiva, el mundo
está gobernado por el azar y el error. Detrás de no hay necedad y maldad. Llega a afirmar que “una
vida feliz es imposible”. ¿Por qué? A su juicio, “Toda nuestra vida es una
lucha contra obstáculos que al final obtienen el triunfo”. Pese a esas ácidas
ideas, también Schopenhauer es el autor de un famoso aforismo que dice: “El
azar reparte las cartas, pero nosotros las jugamos”.
En síntesis, Schopenhauer
está convencido de la voluntad humana es una fuerza
de resistencia. No impone el destino, pero sí puede responder a este. Sin
embargo, el azar termina determinando aspectos esenciales, como la posibilidad
misma de estar vivos. Por lo tanto, la construcción de la felicidad es una
ilusión.
Tres perspectivas
diferentes frente a un mismo tema: suerte y azar. más que un
hecho, estos temas tienen que ver con una percepción.
La buena o la mala fortuna son interpretaciones más que realidades dadas.
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