Desde hace un mes o así, todos los
animales rumiantes de una pintoresca villa están alborotados porque han
traído al pueblo un camello.
Los caballos encuentran intragable a este animal del
desierto africano. Se ríen de su cabeza pequeña y de su cuello y patas largas y
se pasan el día haciendo chistes de las dos gibas que tiene en la espalda.
Algunas vacas piensan que alborota mucho y, en vez de encontrar simpático al nuevo rumiante, se quejan de que siempre ande sonriente
Ahora empiezan a decir que hay que desconfiar. Según los caballos, el café se prepara directamente con la leche de este animal y temen que las personas dejen de tomar leche de vaca.
Sólo las moruchas han aceptado al camello tal y
como es y admiran la velocidad y la capacidad de trabajo de este pacífico
animal, además de su sentido de cooperación.
Por decisión unánime han decidido que no van a permitir que
los caballos o cualquier otro cuadrúpedo del pueblo conviertan la vida del
camello en un infierno.
Según las vacas de esta raza, no es poco que esté lejos de
su tierra y familia, para que encima se encuentre sin amigos en estos prados.
Las moruchas no ven nada censurable en que el
camello coma en las ramas más altas donde ni siquiera los altaneros caballos
llegan. Tampoco encuentran rara la forma de agacharse y levantarse son animales
de una raza inteligente y saben que eso es propio de la familia de los
camélidos. Lo único que lamentan es que un ser vivo de la especie animal sufra
por culpa de otros.
El camello es muy hablador. Le gusta mucho reír y hacer reír.
Ha aprendido a hablar español rápidamente y tiene cautivados a todos las ovejas
y terneros del campo con las historias de su país.
Ya todos han visto con los ojos de su imaginación
el verdor y el agua de los oasis y saben que los hay de tres clases: oasis de
montaña, de mar y de desierto.
Cuando alguna vaca charolesa pasa al lado del
camello, lo mira de arriba abajo y se larga sin decir nada, las vacas moruchas
no se quedan calladas y les recuerdan que los abuelos de sus
abuelos charoleses tampoco eran de esta tierra, sino traídos de
Holanda y otros países de Centroeuropa y que cuando llegaron por primera vez ,
la raza autóctona de moruchas en vez de pensar si eran gordas,
rechonchas o apenas tenían cornamenta, se ocuparon de que se aclimataran lo
mejor posible a los pastos, no dudando en mezclarse con ellas.
Hoy todo el mundo sabe que la integración de las vacas
centroeuropeas enriqueció la raza de las de aquí y que la carne de aquí es de
reconocida calidad.
Entre las moruchas, hay una vaca negra que es muy
respetada y querida por su inteligencia y sentido común. Gracias a ella, todos
los mamíferos rumiantes del prado conocen el Abecedario y son capaces de leer
las matrículas de todos los coches que circulan, incluidos los de afuera.
Desde la llegada del camello, esta vaca se esfuerza para que
todos comprendan y sepan que en todos los rincones del mundo, cualquier
cuadrúpedo rumiante, sea cual fuera el color de su pelo o lana o la altura de
sus patas, ha contribuido a hacer la vida más fácil a los humanos.
Y aunque hay animales que no entienden bien sus palabras, intuyen que
esta vaca no dice tonterías y están empezando a reflexionar sobre sus temores y
recelos con el camello forastero.
El camello escribe una carta.
14 de noviembre, de 2000
Queridos padres y hermanos:
Este pueblo es muy raro, hay vacas,
cerdos, ovejas, perros, gatos, gallinas y patos.
Las vacas moruchas son de color negro y me han recibido bien. Las charolesas
son de color rojo y me han recibido mal.
En este país no hay palmeras ni
dátiles, sólo árboles como manzanos que dan manzanas, perales que dan peras y
melocotoneros que dan melocotones. Me gustan estos frutos porque están
buenísimos.
También hay flores que salen en
primavera porque llueve y hace un poquito de calor. En el prado de las vacas
hay flores como margaritas de color blanco y amarillas y amapolas que son de
color rojo y negro. Aquí hay más agua que en el desierto. También hay humanos.
Visten de una forma muy rara. los hombres sólo pueden vestir con pantalón y las
mujeres pueden vestir con falda y pantalón.
Aunque este pueblo es muy raro me
gusta mucho.
Hasta pronto.
Vuestro hijo Alí
Querida familia,
Ya va para dos años que me vine a
este pueblo. Ya me conocen todos y me tratan muy bien, aunque sea extranjero.
La señora del comercio me da agua, la panadera pan y la lechera tres litros de
leche diaria.
Desde hace unos meses, en el pueblo
sólo se habla de un problema con las vacas. Se trata de una enfermedad llamada
de las "vacas locas". El carnicero me dijo que, con el rumor de esa
enfermedad, la carne se vendía poco y la de ternera menos todavía y que tuviera
cuidado con la leche que tomaba pues la que no se controla puede estar mala.
Yo estoy muy tranquilo por mí, pero
preocupado por mis amigas las vacas. Ellas dicen que no tienen peligro, que su
carne es comestible y de mucha calidad y que están muy buenas, sobre todo a la
brasa.
Un abrazo de vuestro hijo Ali
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