La ternura es un sentimiento, valor intrínseco del ser humano, es la expresión más pura y serena del amor. El sentimiento de ternura brinda belleza y sentido a cada acto de nuestras vidas. Gracias a la ternura toda clase de relación humana mantiene valor agregado y engrandece los vínculos afectivos, emocionales. La ternura hace que podamos vivir entregando: afecto, emociones, cariño, amabilidad, protección, y espontaneidad.
La ternura es un estado de ánimo donde se mezclan la dulzura y el amor incondicional que reconforta a quien lo recibe y a quien lo ofrece. El primer contacto con la ternura es el contacto con el pecho materno, que a veces conservamos en el recuerdo para toda la vida. La ternura de una madre es la más desinteresada de todas.Si algún elemento da belleza y sentido a la vida, ése es, sin duda, la ternura. La ternura es la expresión más serena, bella y firme del amor. Es el respeto, el reconocimiento y el cariño expresado en la caricia, en el detalle sutil, en el regalo inesperado, en la mirada cómplice o en el abrazo entregado y sincero. Gracias a la ternura, las relaciones afectivas crean las raíces del vínculo, del respeto, de la consideración y del verdadero amor. Sin ternura es difícil que prospere la relación de pareja. Pero además es gracias a la ternura que nuestros hijos reciben también un sostén emocional fundamental para su desarrollo como futuras personas.
La ternura va más allá de una sensación o un gesto hacia algo o alguien, O sea, practicar la ternura nos hace sentir bien porque nos conecta con un registro emocional que nos hace experimentar calma, confianza y positividad cuando la llevamos a cabo.
Decía Oscar Wilde que en el arte como en el amor es la ternura lo que da la fuerza. Mahatma Gandhi apuntaba en la misma dirección cuando decía que un cobarde es incapaz de mostrar amor. Y así es: paradójicamente, la ternura no es blanda, sino fuerte, firme y audaz, porque se muestra sin barreras, sin miedo. Es más, no sólo la ternura puede leerse como un acto de coraje, sino también de voluntad para mantener y reforzar el vínculo de una relación. La ternura hace fuerte el amor y enciende la chispa de la alegría en la adversidad. Gracias a ella, toda relación deviene más profunda y duradera porque su expresión no es más que un síntoma del deseo de que el otro esté bien.
La ternura implica, por tanto, confianza y seguridad en uno mismo. Sin ella no hay entrega. Y lo más paradójico es que su expresión no es ostentosa, ya que se manifiesta en pequeños detalles: la escucha atenta, el gesto amable, la demostración de interés por el otro, sin contrapartidas.
La ternura expresa además la calidad de una relación. Sexo con ternura es expresión del amor; sin ternura, una relación basada en la sexualidad está condenada a la ruptura. Porque, aunque pueda haber intensidad sensorial en el intercambio físico, sin ternura se produce una relación que se encierra en la búsqueda del propio placer y hace del otro un objeto de satisfacción y nada más. El ensayista francés Joseph Joubert decía que la ternura es el reposo de la pasión. En efecto, la pasión del enamoramiento es efímera y deja paso con el tiempo a una relación más reposada donde se instala la ternura. Sin ella, la relación de pareja está condenada al fracaso porque su ausencia genera aburrimiento, rutina, apatía, distancia y egoísmo.
La ternura encuentra también un espacio para desarrollar su extraordinario valor en los momentos difíciles. Expresar el afecto, saber escuchar, hacerse cargo de los problemas del otro, comprender, acariciar, cultivar el detalle, acompañar, estar física y anímicamente en el momento adecuado, son actos de entrega cargados de significado. Y es que en el amor no hay nada pequeño. Esperar las grandes ocasiones para expresar la ternura nos lleva a perder las mejores oportunidades que nos brinda lo cotidiano para hacer saber al ser amado cuán importante es para nosotros su existencia, su presencia, su compañía. Pedir al sexo que dé la felicidad es pedirle demasiado, es pedirle algo que no puede dar. Dejadme que cite un párrafo del conocido escritor Alex Rovira: «Sexo con ternura es expresión del amor; sin ternura, una relación basada en la sexualidad está condenada a la ruptura. Porque, aunque pueda haber intensidad sensorial en el intercambio físico, sin ternura se produce una relación que se encierra en la búsqueda del propio placer y hace del otro un objeto de satisfacción y nada más. […] La pasión del enamoramiento es efímera y deja paso con el tiempo a una relación más reposada donde se instala la ternura. Sin ella, la relación de pareja está condenada al fracaso porque su ausencia genera aburrimiento, rutina, apatía, distancia y egoísmo».
Ya lo dijo hace más de 2.000 años el poeta latino Publio Virgilio Marón: el amor todo lo vence. Y es verdad, a través de la ternura.
Las corazonadas, las fuertes intuiciones que se revelan como realidades ciertas, se generan en el corazón. Diversos autores que han profundizado en el estudio de este tercer cerebro corazón sostienen que el ingenio, la iniciativa y la intuición nacen de él: este cerebro está más abierto a la vida y busca activamente una comprensión nueva e intuitiva de lo que más le importa a la persona en la vida.
Probablemente en el futuro se descubrirá que en él residen nuevas y desconocidas capacidades del ser humano relacionadas con lo que ya hoy se define como "las claves de la inteligencia emocional": la empatía, la conciencia emocional de uno mismo, la transparencia, el optimismo, la iniciativa, la vocación de servicio, la inspiración, la alegría, la confianza y, cómo no, la ternura.
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