¿Existe
el destino?
¿Nos dirigimos inevitablemente hacia un futuro ya escrito?
¿Somos capaces de tener libre albedrío?
El libre albedrío, en su sentido científico y filosófico actual, es sencillamente la ‘capacidad’ para tomar decisiones y llevarlas a cabo con un cierto grado de control. La idea de libertad es tan antigua como el pensamiento cristiano mismo. Este término, como otros términos filosóficos, adquirieron pronto un lugar propio en el pensamiento humano. Dios crea al hombre con la capacidad de prescribirse sus propias leyes. La libertad pertenece al hombre por el hecho de ser razonable, y se expresa por la posibilidad que tiene de elegir. Dios deja al hombre libre al elegir su propio destino final de felicidad o miseria eternas.
Según la tradición hindú se nos dice que el Ser, o
el logos, de una era es una representación del absoluto, Platón, yendo en esta
dirección, argumentó que en el mundo de las ideas el Ser es solo una expresión
del Uno-Uno que es superior a él en dignidad.
La determinación es por tanto una coacción, si
algún sujeto u objeto estuviese absolutamente determinado la respuesta a las
preguntas sería simple, de hecho, ni siquiera las haríamos, pero no es
así. Las formas, por otro lado, son manifestaciones últimas del Ser y
ninguna de ellas es mejor o peor que otra, viven su conducta de acuerdo con sus
funciones y propósitos, no existe una dignidad diferente entre los seres que
consienten.
La determinación no es otra cosa que el predicado
de un sujeto: pero ¿qué se determina? ¿Quién está decidido? La
respuesta inmediata sería: el ser determina su función que se convierte en su
estado, una posibilidad de ser
El ser, por tanto, siendo la primera determinación
del Uno-uno, tiene en sí mismo una simiente con atributos, un arquetipo con
infinitas posibilidades y se refiere a ella, por estas razones también una
semilla tiene un potencial infinito y, rompiendo la ilusión del tiempo, la
semilla ya es la flor.
Esta semilla, por lo tanto, está fuera del espacio
y el tiempo, pero no de la causa, de hecho, generalmente se considera el
"Plano Causal", el tiempo y el espacio son limitaciones que
conciernen a las entidades manifestadas.
La esencia y sustancia de la semilla no son más
que desarrollos elementales, pero no opuestos, son explicaciones de la misma
sustancia metafísica, Abordando la demostración del libre albedrío, si el Ser
tiene en sí una semilla con infinitas posibilidades, pero a la vez ya
definidas, ¿Cómo podemos hablar de libre albedrío? ¿Podemos liberarnos de
esta esclavitud del devenir? La respuesta no es lógico-discursiva sino
meditativa y por tanto las palabras son poco menos que engaños.
Alguien podría decir que las entidades (o
manifestaciones conscientes de esta vida) son libres y viven de esta libertad, Pero
se podría argumentar preguntándose si esta libertad es ¿relativa o
absoluta? ¿Y a qué se refiere? Hay libertades sociales, costumbres,
libertades sexuales, morales etc., etc. Etc, hay una infinidad de libertades
ontológicas del Ser que como tal necesita desarrollarse y cualificarse
llenándose de sentido, pero aún dentro del límite de la determinación que se le
da. Rebus sic stantibus todas las entidades están sometidas a la ley de la
necesidad, si todo es necesario también todas las entidades que participan en
ella están encadenadas a esta necesidad.
Añado que la necesidad y la determinación no están
en una línea unidireccional (semilla-> flor) sino que el Ser contempla una
serie infinita de líneas de esencia en las que las entidades son libres de
moverse en un rango casi infinito y de determinarse, pero, aun así. en el
ámbito del Ser. Si hubiéramos desarrollado un cierto tipo de sensibilidad
podríamos crear nuevas fronteras del Ser.
Llegados a este punto, habiendo considerado todas
las posibilidades, ¡se podría decir que nuestro estado de existencia es el de
semilibertad! Seguiría una filosofía relativista y en cierto modo
materialista que excluiría un despertar de conciencia, otros podrían argumentar
que todo está determinado en la esfera del ser.
Para el materialista, la vida es mecánica y es
solo una concatenación de eventos biológicos y fisiológicos. El fatalista,
en cambio, admitiendo una metafísica, la consideraría otra que él mismo, ya que
no puede ser influenciada, ajena e inevitablemente daría sentido sólo a las
cosas terrenales, convirtiéndose en materialista nihilista.
En el mundo del espíritu hay libertad, en el mundo
de la materia hay necesidad y, por tanto, devenir.
De paso, hay que admitir que la entidad se
encuentra en todas las fases de este proceso y "sube y baja" a
voluntad entre los distintos planos de existencia, sus límites son autoimpuestos,
donde los hay. El sabio en la tradición hindú se ha liberado de cualquier
identificación alienante, ya que todo es parte de algo más a lo que subyace y
no se puede llegar a lo increado a través de la creación.
La libertad, por tanto, reside en la esfera de las
determinaciones del Ser y en las potencialidades arquetípicas de una
determinada especie de vida. El Ser posee atributos (causas) que le
vienen de su manifestación (efectos), busca cada vez más información para
contemplarse a sí mismo, pero esto lo limita y lo califica, haciéndolo otro que
el Absoluto o el Único, cabe señalar que los efectos modifican las causas según
esta lógica, pero si en el plano del Ser no hay espacio-tiempo, la causa y el
efecto son simultáneos.
Aquí está el problema iniciático de la reina,
somos el milagro del Ser, somos esencia que se puede auto trascender y
trascender al Ser, podemos superar estos límites gracias a la iniciación, y no
hay un dios antropomórfico a quien culpar o condenar por nuestros fracasos ya
que es solo el parto de nuestra mente compensadora.
Quienes no se han embarcado en un camino unitario
se dejan llevar por el destino incapaces de comprender la dinámica de esta
vida, creando sufrimiento para ellos y los demás.
Por otro lado, quienes deciden desarrollar un
sentimiento son capaces de ver una imagen más o menos clara del destino y son
capaces de realizar acciones relacionadas con el libre albedrío, pero aún
dentro del programa de vida que se han dado a sí mismos, creando menos karma
Finalmente, aquellos que han experimentado la unión y han abandonado cualquier
dualismo salen de este esquema y se convierten en causa y efecto, volviéndose
uno en el Uno.
Nuestra libertad, por tanto, está en consonancia
con el deseo, el compromiso y la acción, de la búsqueda de lo increado, en
primer lugar, nuestro estado de conciencia eterno e inmutable. Cuanto más
conscientes y sabios seamos, más adquirimos, lo importante es no ceder de lo
contrario podríamos considerar el final del viaje como una etapa, enamorarnos
de los beneficios logrados y rechazar las etapas posteriores, muy consciente de
la unidad por completo.
La libertad no se opone necesidad. Para analizar
la libertad, no se mira la capacidad de elección, sino la capacidad de
autodeterminación al bien Para que el hombre sea libre con libertas, se
requiere además de estar auto determinado (dominio del propio acto), que el acto
vaya orientado al fin propio del agente. Así pues, la noción agustiniana de
libertad no es inmunitas a necesítate y libre no se opone a necesario. La
autodeterminación constituye el libre arbitrio, pero no es todavía libertas.
Libertad implica además ordenación al fin, voluntad del propio bien. El objeto
de la voluntad natural de felicidad, podrá poseerlo como Bien-para-sí. Pero, en
su estado actual, sólo la gracia le posibilita al hombre el amor de la
justicia. El hombre será libre (con libertas) cuando, consiente y
voluntariamente, se oriente hacia este su fin.
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