El célebre péndulo de Foucault, bautizado así en honor a su inventor el físico francés Jean Bernard León Foucault, forma parte de un experimento científico para mostrar la rotación terrestre sin necesidad de observaciones astronómicas, simplemente usando la inercia del movimiento de nuestro planeta y un péndulo.
Foucault instaló una esfera de cobre de 30 kilos de peso suspendida a escasos centímetros del suelo (recubierto de arena) por un cable de acero de 69 metros en la cúpula de la cúpula del Panteón de París, asegurándose de que nada pudiese interferir o condicionar su movimiento. El colgante estaba dotado de una punta metálica en su parte inferior para marcar la trayectoria en la arena.
Se puso el péndulo en movimiento y al cabo de una hora se pudieron advertir cambios en su trayectoria, la cual había cambiado varios grados en el sentido de las agujas del reloj debido al efecto Coriolis (aceleración angular), descrita por G.G. Coriolis durante el siglo XIX. El péndulo varía su trayectoria en 360º cada 24 horas, pero este movimiento será más acusado en los polos, mientras que si estuviese colocado sobre la línea del Ecuador no variaría lo más mínimo.
La Fuerza de Coriolis no es una fuerza en sí, sino la influencia del movimiento de un objeto en rotación (la Tierra en este caso) sobre los objetos que se mueven en su superficie, empujando las masas y curvando todas las trayectorias hacia la derecha en el hemisferio norte y hacia la izquierda en el hemisferio sur. Este curioso experimento pasaría a la historia de la física como la primera prueba experimental de que la Tierra gira sobre su propio eje con un movimiento de rotación.
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