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ENVEJECER DE FORMA INTELIGENTE

 

La vejez es una de las etapas de la vida: la última, donde el ser humano ha alcanzado su máxima expresión de relación con el mundo; ha llegado a la madurez total a través de una gran cantidad de experiencias adquiridas durante los momentos e instantes disfrutados   
El envejecimiento es un fenómeno presente a lo largo del ciclo vital desde el mismo proceso de la concepción hasta la muerte. Sin embargo, a pesar de ser un fenómeno natural conocido por todos los seres humanos, es difícil de aceptar como una realidad innata del ser humano autores como Lehr, Laforest, Gómez y Curcio coinciden en tratarlo como un proceso dinámico, multifactorial e inherente a todos los seres humanos. 
La Organización Mundial de la Salud lo define como el "Proceso fisiológico que comienza en la concepción y ocasiona cambios en las características de las especies durante todo el ciclo de la vida; esos cambios producen una limitación de la adaptabilidad del organismo en relación con el medio. Los ritmos a que estos cambios se producen en los diversos órganos de un mismo individuo o en distintos individuos no son iguales"
Hay varios prejuicios culturales que giran alrededor de las edades avanzadas. Se supone que una persona que envejece debe tener mala memoria, pésimo oído y enfermedades por doquier. También se cree que ya no está en edad para enamorarse y que, por supuesto, no tiene sexualidad, ni necesita de ella para vivir adecuadamente.
Agreguemos a todo esto que en la mente de muchos es inconcebible que alguien con muchos años pueda mantener una actividad física exigente. Se espera, más bien, que permanezca sentado o acostado y que todo le duela, o todo se le fracture cuando intente moverse.

DESTRUYENDO PREJUICIOS
Nada más falso que todos esos prejuicios. En realidad, son creencias que no corresponden a lo que establece la ciencia, sino más bien a lo que promueve la cultura. El doctor Róbinson Cuadros, médico geriatra que atiende pacientes en España y Colombia, tiene una visión diferente. Él, y otros geriatras que han estudiado y verificado los cambios en los adultos mayores, aseguran que vejez no es sinónimo de enfermedad; que ninguna de las funciones físicas o emocionales tienen por qué perderse con la edad; y que debe rescatarse la dignidad de los ancianos, dándoles en la sociedad el lugar que merecen.

EL SECRETO
Dice el doctor Cuadros Hay un secreto para lograrlo, pero en realidad no tiene mayor misterio: prepararse de manera inteligente para envejecer. ¿Qué significa esto?
En primer lugar, comprende el manejo adecuado de la pérdida de masa muscular. A partir de los 30 años todas las personas perdemos un 1% de masa muscular por año. Después de los 60 ese porcentaje se incrementa a un 6%. A ese ritmo, la pérdida de masa muscular es muy elevada y constituye la principal causa de las dificultades para mantener la buena postura al caminar y la resistencia en las actividades cotidianas. Es además la causa del 87% de las caídas en las personas mayores.
La pérdida se evita haciendo ejercicio. “No una salida pequeñita al parque”, dice el doctor Cuadros. Caminatas que exijan un poco más. Es ideal que se levanten pesas, o, al menos, que no se evada el acto de levantar cosas pesadas “así la persona tenga 80 años”, indica el doctor. “Los ancianos no son inútiles, pero sí terminan siendo inutilizados por la sobreprotección que se ejerce sobre ellos”, agrega.
Lo más importante, en todo caso, es comenzar a cambiar la mentalidad. Envejecer no es postrarse, ni renunciar a la vida. Podemos estar viejos y aunque, por supuesto, no vamos a tener la misma vitalidad de los veinte años, sí podemos llevar una vida plena y gratificante. Como dice el adagio: “La clave es ser jóvenes hasta morir de viejos”.
Sin duda, el paso de los años se ha convertido es una especie de maldición de la que tenemos que huir a toda costa. ¿Cuánta gente se opera para parecer más joven? ¿Cuántos cosméticos existen para restarnos años? Nos hemos negado a envejecer. Estamos intentado luchar contra un proceso natural del cuerpo y dándole la espalda a las señales físicas de los años.
Por esta razón, el proceso de envejecimiento no debe ser visto solo desde el punto de vista cronológico, sino que deben tenerse en cuenta los factores personales y ambientales que influyen en él. Según Vaillant y Mukamal, el envejecimiento debe ser visto desde tres dimensiones: disminución, cambio y desarrollo. La disminución se relaciona con el deterioro en la función de algunos órganos, con la reducción de la percepción sensorial y de la velocidad de reacción ante los estímulos. Es una época de cambio: la apariencia física se modifica de forma progresiva, aparecen las canas, las arrugas, y cambia la distribución de la grasa corporal; también se observan modificaciones importantes en el funcionamiento de los órganos y sistemas corporales. La vejez también debe verse como una etapa de desarrollo y madurez. Muchos ancianos son más pacientes y tolerantes, tienen una mayor aceptación del otro, tienen mayor experiencia y esto les permite ver la vida de una manera diferente, aprecian la relatividad y comprenden que el presente tiene un pasado y un futuro 





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