«CULTIVARSE» ES AMARSE.
Es dar con el corazón, sin condiciones, sin prejuicios, sin críticas, a pesar de cualquier circunstancia. El Arte de «Cultivar» nuestro jardín interno comienza por la «preparación del terreno», transformando nuestras viejas costumbres estancadas que nos impiden evolucionar. Es muy importante tomar la responsabilidad de hacer todo lo que sea necesario para que el terreno de nuestra existencia sea fértil y productivo. Siembra las semillas del Amor, de la Sabiduría, de la Compasión, de la Generosidad y de todas las cualidades del espíritu que necesitas para armonizar y equilibrar tu vida. Deja que cada semilla encuentre su sitio y se instale profundamente para poder crecer. Aprende a integrar esta sabiduría elevada del corazón en todas las actividades de tu vida cotidiana.
Baltes define el concepto de sabiduría como “la combinación de conocimientos sobre la vida, sobre cómo resolver situaciones problemáticas y una buena capacidad para decidir un curso de acción ante situaciones concretas”.
“Yo creo que todos los seres humanos tenemos una gran sabiduría interior, el problema es que no estamos en contacto con ella”. Pilar Godino
Desarrollando nuestro estado de consciencia en el momento presente y practicando la Meditación, damos lugar a un proceso de renovación en el interior de nosotros mismos, lo cual ayuda a que las semillas sean puras y potentes.
Aprende a regar, a cuidar, a limpiar, a purificar y a Amar tu jardín interno. Ocúpate de él como si fuera
el jardín más sagrado de la tierra y del cielo. En cuanto percibas un desequilibrio, transfórmalo en algo positivo. Dale agua si está seco, límpialo y purifícalo si tiene parásitos, caliéntalo si tiene frío, dale mucho Amor a cada instante; y acepta que aún las circunstancias aparentemente difíciles o negativas, son útiles y necesarias como una forma de abono.
Observa el crecimiento. Aprecia la fuerza maravillosa de la alquimia interna, de la simplicidad y profundidad de la vida, de la sabiduría y de los ciclos naturales.
Recuerda que cosecharás todo lo que has sembrado.
Aprende a ser paciente y tolerante, a vivir el desapego y la contemplación, al mismo tiempo que la lucidez y la presencia total.

Prepárate para recolectar los frutos. Sé humilde y acepta lo que llega hacia ti. Sé sincero, toma solamente lo que necesitas. Sé perseverante y deshazte progresivamente de todo aquello que impide tu desarrollo espiritual. Sé feliz y disfruta tu cosecha, aprendiendo a guardar la «justa medida», para no caer en un exceso o una carencia. Aprende a organizarte de manera eficaz, guardando una parte para tu «reserva de energía personal», otra parte para la vida diaria y otra parte para reciclar y continuar el proceso evolutivo. Todo circula constantemente como nuestra respiración. No pierdas el tiempo dispersándote y rompiendo el ritmo armonioso, eso sería una falta de respeto hacia la integridad de tu naturaleza original. Simplemente, siguiendo el ritmo natural, encontramos un tiempo para todo. Así como la tierra descansa durante el invierno, nosotros nos reposamos durante la noche y nos recargamos de energía durante la práctica, equilibrando nuestro flujo de energía vital original.

El arte de cultivar es todo eso, y es también la mejor manera de aprender a conocerse a sí mismo, descubrir nuestra verdadera naturaleza y quitar las máscaras de nuestra personalidad artificial y condicionada por el mundo de la ilusión; dejar aparecer la verdadera luz de nuestro ser interno sabio e impasible espejo del universo, ya que profundamente formamos una unidad.
Sin embargo, existe un «secreto» para ser un buen «cultivador», que consiste en lograr «el silencio interno» (del intelecto), dejándose guiar por la inteligencia suprema del corazón y sin ninguna intervención del Ego. Si el Ego se entromete, imponiendo sus juicios personales, es imposible «cultivar» la sabiduría y el proceso de nuestra evolución espiritual será bloqueado, sin poder ir más allá de las barreras puestas por el Ego.
Un estudio de Baltes ha generado mucho interés en el terreno del desarrollo personal porque de él se puede interpretar que existe la posibilidad de entrenar la sabiduría. Además del conocimiento explícito de las cosas (datos y hechos), siguiendo las pautas usadas por Baltes, podemos ser más sabios cuanta más conciencia y aceptación tengamos de lo impermanente del mundo, del relativismo y de la incertidumbre que lo caracteriza.
Entonces, mantente vigilante, lúcido, paciente, tolerante, perseverante, humilde, sincero y lleno de amor. El universo necesita de ustedes, «cultivadores del espíritu», para poder continuar ofreciéndonos nuestro templo sagrado interno y externo.
Nadie puede condicionar tu proceso, ningún maestro te puede transformar. Debemos generar la intención y la motivación individual. “Tú eres tú propio maestro”. Eso es increíble es noción de interdependencia y libertad consciente que inspira. Cada uno es el centro de su propio universo, el sí mismo es el armazón o marco en el que comprendemos y desplegamos el fruto de nuestra existencia. Por tanto, mi sufrimiento es el resultado de mi propia indolencia o condescendencia hacia mí- mismo y mi progreso en sabiduría es la dedicación de la perseverancia y guía de la inteligencia del corazón.
No hay belleza sin adornos ni excelencia que no se tornaría bárbara si no fuera apoyada por la sabiduría: esto remedia el mal y mejora el bien. La naturaleza casi nunca nos da lo mejor; Para eso hay que recurrir al arte.
Hay reglas de la suerte: no todo es casualidad con el sabio: puede ser asistido por el cuidado. Algunos se contentan con ponerse a sí mismos con confianza en la puerta de la Fortuna, esperando a que ella la abra. Otros lo hacen mejor, y siguen adelante y se benefician de su audacia inteligente, alcanzando a la diosa y ganando su favor en las alas de su virtud y valor. Pero en una verdadera filosofía no hay otro árbitro que la virtud y la perspicacia; porque no hay suerte o mala suerte, excepto la sabiduría.
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