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NUNCA SEAS ESCLAVA DEL TIEMPO

 POR EL CONTRARIO, HAZ QUE ÉL TE SIRVA A TI.

¿Con cuanta frecuencia has oído decir “¡Cómo vuela el tiempo!”?
Cuando estás llena de gozo y felicidad, cuando das lo mejor de ti, viviendo para los demás, con el bien de todos en tu corazón, el tiempo vuela de verdad y disfrutas cada segundo.
Aun cuando vives en el tiempo, no es necesario consentir que éste resulte un peso y te hunda.
Hay tiempo para todo, para todas las cosas que quieras hacer, porque sacarás tiempo para hacerlas.
Te levantas y, sin apenas tiempo, te preparas para ir a trabajar. Corres para alcanzar el transporte público. Pasas el día mirando el reloj mientras cumples una larga lista de obligaciones. Y, cuando quieres darte cuenta, estás apresurándote para cenar y poder acostarte temprano porque el día ha terminado. ¿A dónde ha ido el tiempo?
Todos tienen la misma cantidad de tiempo, pero lo que cuenta es cómo lo usan, así que nunca te quejes de que algunas almas tienen más tiempo que otras.
No somos conscientes de la importancia de saborear cada segundo, de ser capaces de darle tiempo al tiempo y vivir en el ahora. De invertir este valioso recurso en las relaciones y actividades que nos hacen felices en lugar de malgastarlo cumpliendo expectativas ajenas. Aduéñate de tu tiempo y verás cómo tu vida cambia y no te conviertas en un esclavo del tiempo-
Tu tiempo es un regalo, comienza a obsequiarte con él. No lo malgastes en actividades que te hacen infeliz o en relaciones sociales que te dañan y te drenan la energía, al hacer estas cosas empiezas a convertirte en su esclava. Emplea tu tiempo en cuidar de ti y de todo aquello que te hace crecer. Saca de tu mente lo que “deberías” estar haciendo y comienza a dar lugar a lo que verdaderamente te apetece hacer.
Desde que nos levantamos vivimos en una vorágine de compromisos, obligaciones y quehaceres diarios. Pasamos de una tarea a otra, casi en piloto automático, corriendo para llegar a todo lo que nos queda por hacer. Nuestra mente viaja constantemente entre asuntos pendientes y exigencias futuras. ¿Cuándo fue la última vez que saboreaste una comida sin prisa? ¿la última vez que disfrutaste con calma de algo tan sencillo como darte una ducha o caminar por la calle?
Si el autobús se retrasa nos invade el estrés, si el semáforo está en rojo tratamos de cruzar lo antes posible, si alguien anda despacio por la calle nos ponemos nerviosos. Incluso cuando estamos enfermos sentimos que estamos perdiendo el tiempo, y no podemos evitar pensar en la cantidad de cosas que deberíamos estar haciendo en ese momento. No nos permitimos parar, ni siquiera para sanar.
Has de decidir lo que quieres hacer y a continuación hacerlo; verás que tienes tiempo para hacerlo perfectamente.








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