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BENEVOLENCIA VOLUNTAD DE BIEN

Benevolente (del latín benevŏlens) es aquel que tiene buena voluntad hacia las personas. La benevolencia, a su vez, está asociada a la bondad y la cualidad de bueno. En concreto, dicho término latino se encuentra conformado por dos partículas claramente delimitadas y que son las que le dan significado a aquel: “bene”, que puede traducirse como “bueno”, y el verbo “volo”, que es equivalente a “querer”. Antes de la beneficencia viene la benevolencia; antes que hacer el bien, viene el querer. La voluntad o deseo de hacer el bien al otro, de querer lo bueno o beneficiar con nuestra acción a otras personas se denomina benevolencia. Hume en el Tratado de la naturaleza humana la definía como "un deseo de felicidad hacia otra persona y una aversión contra su desgracia".

La llamada ética sentimentalista de la ilustración escocesa ayuda a dilucidar bastante bien cómo aparece la idea de benevolencia y compasión que transformó la tradicional piedad cristiana, cimentada en el fervor y deberes religiosos del creyente, hacia una visión filosófica del hombre más fraterna y cargada de reciprocidad. Se trata de un esfuerzo por pensar la realidad social sin referencias religiosas ofreciendo una perspectiva esperanzadora que se fundamenta en una idea más positiva de la naturaleza humana. o por el contrario puede permitirse una fundamentación distinta confiada en la capacidad de cooperación y en la voluntad humana de hacer el bien.
El planteamiento ético de Lord Shaftesbury descansa en una concepción de la naturaleza humana según la cual el ser humano tiende de modo natural hacia el bien y a aborrecer el mal. Esta atracción hacia el 
bien constituye lo que denomina el sentido moral: se trata de una verdadera antipatía o aversión hacia la injusticia y hacia lo malo, y una verdadera inclinación o amor hacia la equidad y hacia lo bueno a causas de su propia belleza natural, valor y benevolencia. Ahora bien, el sentido moral es también para Shaftesbury una disposición moral y benevolente del hombre hacia los demás. El sentido moral está intrínsecamente vinculado a la benevolencia como tendencia natural que lleva al hombre a estar interesado por sus semejantes. La disposición de benevolencia es esencial a nuestra naturaleza y es el fundamento para la vida en sociedad.
Filosóficamente, la benevolencia es el valor que se le aporta a las acciones, este valor es positivo y es concebido para que todas las acciones a partir de esta, estén constituidas para hacer el bien. Es un principio de ámbito privado. La benevolencia consiste en querer el bien para sí y para los demás. Es, por tanto, una cualidad de la naturaleza humana esencial para el individuo y las relaciones interpersonales. Sus principales ingredientes son la comprensión, la compasión, el respeto por la diferencia, la ecuanimidad o la magnanimidad. Sucede que, a menudo, la bloqueamos por nuestra rigidez e intransigencia.
Benevolencia es la palabra mágica. Es el principio que buscábamos, pues al apaciguar la dialéctica de razón e instinto natural. atenúa también las antinomias de la eudemonía. Lo primero lo logra porque, si bien la felicidad ajena es el objeto de la benevolencia, no es su único efecto: quien ama a otro se goza en su felicidad. de suerte que ayudándole se ayuda indirectamente así mismo. Las antinomias con que aparecía gravada la eudemonía se atemperan al contacto de la benevolencia, pero no desaparecen por entero. No desaparece, por ejemplo, la provisionalidad de toda felicidad terrena. La benevolencia, que nos ha proporcionado una cierta solución a los ambages de la eudemonía, es al propio tiempo —así lo piensa Spaemarsn— la categoría fundamental de la moralidad. Pero es de la mayor importancia hacerse cargo de que semejante complemento ontológico a la labor de Spactnann es absolutamente imprescindible; pues el eventual descubrimiento de alguna clase de objetos moralmente relevantes que no presentaran esta estructura daría al traste cori las aspiraciones del amor benúm’alenñae a constituirse en principio supremo de la moralidad.
Aristóteles. La benevolencia se parece a la amistad; pero no es precisamente la amistad. Puede ejercerse sobre desconocidos, sin que sepan el sentimiento que se experimenta por ellos; lo cual no sucede con la amistad, como ya he dicho anteriormente. La benevolencia tampoco es la inclinación a amar; porque no tiene ni intensidad, ni deseo, síntomas que ordinariamente acompañan a la inclinación. Así, la inclinación se forma por el hábito; pero la benevolencia puede ser hasta casual. En general, la benevolencia nace a la vista de la virtud o de un mérito cualquiera siempre que una persona muestra a otra que es hombre de honor, de valor o que tiene cualquier cualidad o este género
La benevolencia es el núcleo del pensamiento confuciano. Confucio enriqueció el contenido de la “benevolencia” y elevó a un nuevo nivel su significado, planteando en términos bien definidos que la “benevolencia” significa “amar al hombre”. Posteriormente expuso la idea de que “para ser benévolos, debemos hacer que otros vivan si queremos vivir y debemos ayudar a otros a lograr éxito si queremos alcanzarlo”. Sobre la base de abogar por la “benevolencia” y la “virtud”, Confucio procedió a plantear un ideal social llamado “la Gran Armonía”, la que es, en realidad, una sociedad en la cual el espíritu de “benevolencia” está plasmado plena y totalmente. Siendo difícil la materialización del ideal de “la Gran Armonía”, Confucio retrocedió para formular el ideal de “sociedad modestamente acomodada”, en la que se lleva a cabo de manera preliminar el espíritu de “benevolencia”.
Esa actitud de amor hacia los demás, independientemente de su comportamiento, es, a la vez, una disposición del corazón y una práctica exigente para los cristianos. No es un sentimiento, es una disposición que atañe a la ética, nos permite vivirla de la manera más profunda posible. No estamos en el orden de los sentimientos sino de la voluntad, apoyándose sobre la etimología de la palabra: bene (bien) y volens (queriendo). la benevolencia es una mirada hacia el otro llena de compresión del humano en sí mismo. Es un movimiento de expansión, de reconciliación




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