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EL ESPÍRITU DE INCREDULIDAD

 

La incredulidad no es más que la ausencia de fe. Es la falta a la verdad. La incredulidad es el cemento que endurece un corazón para no creer en algo o en alguien. La incredulidad surgió junto con el mal cuando el hombre cambió la fe por la razón. Si llevamos la incredulidad al ámbito natural nos damos cuenta que tenemos muchas razones para no creer en los hombres a causa de sus mentiras y engaños, a muchas personas se le hace difícil creerle a Dios porque piensan que está, cargado de faltas y errores.

Es difícil creer o confiar en alguien que aún no conocemos esta es otra causa por la cual muchos no creen en Dios, por eso, la grandeza de nuestra fe dependerá del conocimiento revelado que tengamos de Dios. Mayormente la desconfianza viene a nosotros cuando alguien nos miente y nos falla continuamente, cuando alguien nos traiciona, como resultado de estas faltas se origina la desconfianza. 

Características de un incrédulo

1) El incrédulo todo lo razona aún las cosas divinas. 

2) Es desobediente. La desobediencia es una consecuencia de la incredulidad.

3) Es ingrato, llama suerte a lo que recibió por gracia.

4) El incrédulo llama imaginación cuando Dios le habla.

5) El incrédulo tiene que ver para creer.

6) El incrédulo tiene la Palabra como un libro más y no como su realidad.

7) El incrédulo tiene a Dios como último recurso para resolver sus problemas.

La incredulidad es a la fe lo que las tinieblas son a la luz. Al apagarse la luz, aparece la oscuridad para tomar su lugar; y habiendo desaparecido la luz, la oscuridad se enseñorea de todo. La incredulidad se encuentra solamente donde la fe no existe. Donde la fe esté completa, no podrá haber incredulidad.
Nos cuesta mucho creer en aquello que no proviene de nuestros sentidos. Esta falta de credibilidad condena a los propios diagnósticos y a muchos de los especialistas que tienen la osadía de darlos pero, sobre todo, a los propios pacientes que se sienten más inseguros pisando ese suelo que lo que podrían sentirse bajo el yugo de trastornos en apariencia mucho más graves.
Cuando la imaginación va al garete, es posible toparse con sorpresas incómodas. Pues al perder el control sobre el pensamiento, este va jugando con las múltiples combinaciones que su creatividad le permite y entonces, monta escenarios tan fantásticos, que podemos caer en su trampa y terminar creyendo que aquello, en lo que hemos pensado, se pueda convertir en realidad.
Así mismo, creer en el poder de la mente para construir cosas buenas. Atraer salud, prosperidad y felicidad. Y generar cambios significativos en nuestras vidas, afectivas, laborales, profesionales y económicas.
Creo que la mente es poderosa cuando esta llena de fe.
Creo que la mente se fortalece cuando nuestros pensamientos se concentran en un proceso, proyecto, idea, o concepto. Como creo que es posible crear salud, cuando el pensamiento está enfocado en ese propósito. O si no véanse los casos de personas que, frente a todo pronóstico, superan enfermedades complejas. Creo que el pensamiento tenaz logra grandes empresas y es capaz de superar las dificultades al abrir, en forma creativa, el campo de todas las posibilidades.
La impaciencia es una forma de incredulidad. Es lo que comenzamos a sentir cuando dudamos la sabiduría del momento oportuno o la benevolencia de la enseñanza de Dios. Brota en nuestros corazones cuando el camino al éxito se enloda o está esparcido con rocas o un tronco caído que nos impide el paso. La batalla con la impaciencia puede ser una escaramuza sobre una larga espera en línea en la caja de una tienda. O puede ser una gran batalla sobre una incapacidad o enfermedad o circunstancia que derriba la mitad de tus sueños. Lo opuesto a la impaciencia no es una simple negación de la frustración. Lo opuesto de la impaciencia es una disposición profunda, madura y tranquila o de perseverar al ritmo que El permite en el camino a la obediencia - esperar en su lugar o llevar su ritmo.
Cuando la manera en que tú planeaste tu día, o la manera en que planeaste vivir tu vida es cortada o retrasada, la incredulidad de la impaciencia te tienta en dos direcciones diferentes, en parte dependiendo de su personalidad y parte en las circunstancias.
1.- Por una parte, te tienta a darte por vencido, a tirar la toalla. Si habrá frustración, oposición y dificultad, entonces lo olvidaré. No me quedaré en este trabajo, o tomaré este reto, criar a esta criatura o permanecer en este matrimonio, o vivir esta vida. Esa es una manera en que la incredulidad de la impaciencia te tienta. Date por vencido.
2.- Por otra parte, la impaciencia te tienta a tomar medidas impulsivas y contraatacantes contra los obstáculos en tu camino. Te tienta a ser impetuoso o precipitado o impulsivo o imprudente. Si no le das la vuelta a tu carro y para ir a tu casa, te precipitas a un desvío de ruta mal aconsejado para tratar de ganarle al sistema.
Cualquier manera que tienes para batallar la impaciencia, el punto central de hoy es que es una batalla contra la incredulidad y por tanto no solo es cuestión de personalidad. Es la cuestión de vivir con fe.
Probar y examinar prácticamente la virtud y propiedades de una cosa. Al experimentar se hace el silencio. Materia que habla, manos que escuchan. Experimentar es un reencuentro del niño con el hombre primitivo. Se asombra con maravillosa incredulidad al oír que hubo días en la tierra donde no había botellas de plástico, ni tetrabricks, ni plastilinas. Tiempos de vida en el barro, en la madera, en la piedra, en el color puro del entorno. Tiempo dedicado a buscar y atrapar la esencia de la naturaleza y el movimiento y llegar tocando, jugando y sobre todo soñando, al cuenco, al hacha, al tejido, a la pirámide y a la catedral.








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