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EL VALOR DE ARRIESGAR

 

El riesgo como único sentido

Era una mañana fría y el hospital amanecía entre la bruma y los rayos entrecortados de un perezoso sol de febrero. La doctora Helms subía las escaleras como cada lunes y como cada lunes se preguntaba cuántos de sus pacientes la esperarían aún con vida. Helms lleva más de tres años investigando con pacientes en fase terminal sobre el sentido que, para ellos, tenía la vida. En concreto en pacientes que están en terapia paliativa, aquellos que saben que van a morir. Ha encuestado a cientos de ellos y ha tratado de entender el significado que, en ese momento trascendental, tiene el tiempo que les queda, y qué echaban de menos, o qué habrían hecho diferente si pudieran empezar de nuevo. Entre las conclusiones del estudio, Helms explica que ningún paciente echaba de menos haberse podido comprar un coche de lujo, o un reloj más grande del que tenían. Cuando preguntaba qué habrían hecho diferente si hubieran tenido la oportunidad de repetir, la contestación era casi unánime, todos decían frases como estas: “. . .me habría arriesgado más”; “. . .habría asumido más riesgo”; “. . .habría vencido mis miedos”; “. . . habría apostado por montar ese negocio”; “. . . le habría declarado mi amor.” Por eso para la doctora Helms el riesgo es un valor clave. Este mini relato está inspirado en una historia real.
El coste de asumir riesgos
La definición de riesgo en nuestra lengua es muy pesimista: “Contingencia o proximidad de un daño.” Solo habla de la posibilidad de perder, no del hecho de poder ganar. En el fondo arriesgar no es más que tomar una decisión que modifica la situación en la que estamos asumiendo que, haciéndolo podemos mejorar, pero también podemos empeorar. ¿Por qué arriesgarnos si nadie nos puede garantizar el éxito en estas decisiones? Normalmente tenemos la tendencia natural de disfrutar del éxito justificando su presencia con nuestras habilidades personales y sufrir el fracaso culpando de su existencia al mundo que nos rodea. Dice R. Kipling: “Si tropiezas al triunfo, si llega la derrota y a los dos impostores las tratas de igual forma.” En realidad, lo que nos trata de decir es que tanto éxito como fracaso, que forman parte implícita de una decisión arriesgada, lo que nos ofrecen es la posibilidad de aprender.
El maestro del riesgo
Si tuviera que preguntar a alguien sobre el valor del riesgo probablemente no encontraría a nadie mejor que George Soros, conocido especulador y filántropo mundial. Soros es un personaje intrigante. Judío de origen húngaro, sobrevivió en su país al nazismo y a la ocupación soviética para emigrar a Londres, donde trabajó en diversos oficios hasta conseguir graduarse en filosofía. De ahí saltó al mundo financiero donde con los años fundó una agencia de inversión de alto riesgo, que ha sido el dolor de cabeza de muchos estados. Él solo llegó a echar a la libra esterlina del sistema monetario europeo, puede que ahora se lo agradezcan. Soros es lo que podríamos decir un experto, un maestro del riesgo. Sus análisis macroeconómicos son tremendamente clarividentes. Si analizamos las operaciones realizadas por un fondo de alto riesgo como el suyo, vemos que a veces se pierde y a veces se gana. La clave es que hay que ganar más veces de las que se pierde y eso solo se consigue aprendiendo cada vez que se gana o se pierde, cada vez que se arriesga.
El riesgo es la exposición a una situación donde hay una posibilidad de sufrir un daño o de estar en peligro. Es la vulnerabilidad o amenaza a que ocurra un evento y sus efectos sean negativos y que alguien o algo puedan verse afectados por él. Cuando se dice que un sujeto está en riesgo, es porque se considera se encuentra en desventaja frente a algo más, bien sea por su ubicación o posición; además de ser susceptible a recibir una amenaza sin importar cuál sea su índole. Es la medida de probabilidad en la que un suceso de peligro inminente pueda tomar efecto en algún lugar determinado y llegar a perjudicar a uno o más individuos; esto quiere decir, que mide qué tan vulnerable es el entorno y los individuos en el mismo, de resultar afectados. Esto considera el alcance de daños que dicho suceso de riesgo pudiese ocasionar. 
Es importante diferenciar ciertos conceptos que están relacionados y en ocasiones tienden a generar confusión respecto al término “riesgo”, ya que éste se refiere a la medida de daños probable; pero, por ejemplo, vulnerabilidad se refiere a la probabilidad de daños que la situación de peligro ocasione; y peligrosidad se refiere a la probabilidad de que la situación de peligro ocurra.
De acuerdo a su edición electrónica de 1995, su etimología proviene del latín “resecare”, cortar; sin embargo, hacia 2001 y 2007, incluyen el vocablo italiano “risico” o “rischio», el cual proviene del árabe clásico “risk”, que significa “lo que depara la providencia”, en el sentido de algo que pudiese acontecer.
La prevención de riesgos está relacionada con la planificación de medidas de protección que busquen minimizar cualquier evento futuro, que pueda ocasionar daños físicos en las personas. Es decir, que, ante cualquier acción o situación particularmente riesgosa, los individuos toman ciertas precauciones, en caso de que la contingencia sea inminente y se transforme en un peligro para su integridad.
Riesgo está íntimamente relacionado al de incertidumbre, o falta de certeza, de algo pueda acontecer y generar una pérdida del mismo. Desde el punto de vista técnico, puede decirse que el riesgo es la posibilidad de que por azar ocurra un evento, futuro e incierto, de consecuencias dañosas susceptibles de crear una necesidad patrimonial.
 "La palabra riesgo lleva en si idea de Posibilidad de pérdida. Se puede hablar de posibilidades de pérdida y de ganancia. Podríamos referirnos con pleno sentido al riesgo de pérdida, pero nunca lo tendría la frase "Riesgo de ganancia
Esta condición de riesgo da origen a la duda caracterizada por un entorno dentro del cual la persona vacila constantemente en sus convicciones con respecto a los acontecimientos que le generan temor o ansiedad.
El azar, entendido como la condición o circunstancia que modifica la probabilidad de ocurrencia involucrada en el riesgo, puede aumentar la probabilidad de pérdida debida a un peligro, que es el daño contingente asociado al riesgo. Para que exista dicha condición debe existir previamente el peligro. Por ejemplo, la probabilidad de choque de dos vehículos puede que aumente en una calle resbaladiza por causa de la lluvia lo que constituye la condición azarosa.
Los resultados del análisis de riesgos una vez que se realiza el análisis de riesgos, la organización tiene en sus manos una poderosa herramienta para el tratamiento de sus vulnerabilidades y un diagnóstico general sobre el estado de la seguridad de su entorno como un todo. A partir de este momento es posible establecer políticas para la corrección de los problemas ya detectados, y la gestión de seguridad de ellos a lo largo del tiempo, para garantizar que las vulnerabilidades encontradas anteriormente no sean más sustentadas o mantenidas, gestionando de esa manera la posibilidad de nuevas vulnerabilidades que puedan surgir a lo largo del tiempo.
"En resumen, el riesgo implica posibilidades de pérdidas no compensadas con posibilidades de ganancias". Pero en la mayoría de casos nosotros hacemos que los riesgos se manifiesten como tales.
















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