La paradoja de la fuerza de voluntad tiene que ver con ese hecho tan frecuente de que cuanta más intensidad le ponemos al logro de un objetivo, parece que más difícil resulta conseguirlo. ¿Por qué? De eso hablaremos.
Etimológicamente la palabra voluntad procede del latín voluntas-atis, que significa querer. Pero este concepto implica otros muchos factores como la capacidad de tomar decisiones, eligiendo una posibilidad entre varias, la tendencia o anhelo por algo que nos permite la oportunidad de descubrir, la determinación que concreta y se relaciona con la capacidad de evaluar y aclarar nuestras metas, y la acción, como factor definitivo para la puesta en marcha de aquello que queremos.
La fuerza de voluntad se define como la capacidad para dirigir y controlar las acciones propias. Los metafísicos y las religiones señalan que esa fuerza nace solamente de la libre determinación de cada persona.
Cuando la voluntad ha adquirido fuerza y vigor, nos ayuda en el empeño de conseguir nuestros deseos e ideales, constituyendo esa fuerza motriz tan necesaria que nos empuja a caminar hacia adelante a pesar de las dificultades, siendo sus dos ingredientes más importantes como señala el psiquiatra Enrique Rojas, la motivación y la ilusión.
Voluntad en un primer momento es elegir, y cuando elegimos también renunciamos, incluso cuando no lo hacemos estamos tomando una elección
“Cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección”.
William James
Elegir en el caso de la voluntad es apostar por algo que nos ilusiona que se encuentra en la lejanía, y a lo que llegaremos con dosis de esfuerzo y paciencia. Siendo nuestra meta el estímulo para la acción, sobre todo en los momentos más complicados. Pero realmente aquello que nos va arrastrando es nuestra motivación. En ocasiones, podemos observar la meta como positiva pero el proceso para llegar a este puerto, difícil y costoso,
La voluntad se vale de un aprendizaje gradual y progresivo, a través de la repetición de acciones en las que a veces nos encontramos vencidos, luchamos y caemos, pero donde tenemos la fuerza suficiente para volver a levantarnos. Es como si fuéramos adquiriendo hábitos, requiriendo mucho esfuerzo en los primeros momentos.
Una de las cosas fundamentales es tener claro que los beneficios en la mayoría de las ocasiones no se obtendrán de inmediato, sino que caminamos en un trayecto a largo plazo en el que la libertad de tomar decisiones constituye una de los factores fundamentales del núcleo de la voluntad, puesto que ésta inicia nuestro sendero hacia la realización de nuestro proyecto personal, el cual se caracteriza por presentar varias luchas contra obstáculos, que si vencemos, alcanzamos la cima de nuestro desarrollo
La motivación debe ser nuestro principal motor que generará la fuerza necesaria hacia los contenidos que la mueven. Y para ello, tenemos que saber lo que queremos para preparar la voluntad hacia la lucha, teniendo nuestros objetivos claros y bien delimitados. Así mismo, recuerda que debemos renunciar a todo aquello que nos distraiga.
Hay que tener en mente que estamos cultivando lo que en un futuro serán nuestros frutos, nuestra voluntad será esa semilla que hemos plantado y que irá creciendo, si trabajamos para ello, dando sus frutos a medida que nuestra lucha personal no cede, insistiendo una y otra vez en su cuidado y crecimiento. Así, iremos gobernándonos más a nosotros mismos desarrollando nuestra capacidad de voluntad, a través de la constancia.
Equilibrar los instrumentos en proporción con los objetivos propuestos también es una tarea importante, buscando la armonía entre los fines y los medios, conociendo nuestros puntos fuertes y débiles, elaborando estrategias para ello, consiguiendo una buena proporción entre nuestras aptitudes y limitaciones.
El concepto de fuerza de voluntad es muy polémico, tanto en la psicología, como en la filosofía e incluso en las neurociencias. Las posiciones van desde quienes lo consideran un mito surgido de la religión, hasta quienes piensan que se trata de una habilidad que puede desarrollarse y que, de lograrse, permite conseguir cualquier meta.
“La fuerza de voluntad es la mente como un ciego fuerte que lleva sobre los hombros de un hombre cojo que puede ver”
-Arthur Schopenhauer-
¿En qué consiste la paradoja de la fuerza de voluntad?
Al final del año, muchas personas se proponen objetivos. Muchos de ellos tienen que ver con la adopción de hábitos más saludables o la dejación de otros que no son tan buenos. También determinadas metas asociadas a propósitos de trabajo o personales. El punto es que también son muchos los que no logran nada de esto.
Las dietas se inician, pero no siempre se sostienen. La decisión de dejar de fumar por completo se pospone. El ahorro se gasta y las ganas no alcanzan para seguir haciendo ejercicio de forma regular. Esta es la realidad de muchos. ¿Por qué sucede esto? Muchos dirían que es fruto de la falta de fuerza de voluntad. Sin embargo, otros piensan que no es así.
Es entonces cuando se habla de la paradoja de la fuerza de voluntad. Consiste en la observación de que en muchas ocasiones cuanto más se enfoca una persona en conseguir algo, llegando incluso a la obsesión, más difícil puede resultar de alcanzar. Otros la definen de esta manera: decidir hacer algo provoca que, de alguna manera, comience a decrecer el deseo de hacerlo.
Menos fuerza, más fluidez
Es posible que ese enfoque fijo en un propósito no sea la mejor alternativa. Una actitud más relajada podría ser la clave para conseguir un objetivo. El compromiso severo se asume como una imposición, formulada muchas veces por nosotros mismos, pero al fin y al cabo imperativa y, por lo mismo, algo molesta.
Algunos psicólogos han sugerido la idea de que quizás sea más provechoso proponerse los objetivos y las metas en términos de pregunta. Así, en lugar de decir “voy a seguir una dieta más saludable”, podría funcionar mejor preguntar: “¿seguiré una dieta más saludable?” y despreocuparse del asunto.
Tal vez conseguimos más con buena voluntad, que con fuerza de voluntad. Quizás somos más eficientes cuando trabajamos nuestro propio deseo, en lugar del deber. Es posible que funcionen mejor las cosas cuando les restamos obsesión y dejamos que todo fluya.
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