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¿QUÉ VAS A HACER CON TU VERDAD?

 

«Sentir tu verdad, esa que al recordar se siente tan real como el pulsar de un corazón que inunda de vida a todo el cuerpo, provocará la llegada de nuevas aventuras.»

 ¿Qué debe hacer quien tiene la verdad? ¿Quién tiene la verdad?  ¿Acaso hay una verdad única? ¿Por qué algunos maestros han decidido en algún momento callar mientras otros faltaron a la verdad?

Qué voy a hacer con mi verdad, qué debo hacer con ella, nos preguntamos muchas veces los que atravesamos por la experiencia humana, … como si la verdad estuviese sujeta a un manual de reglas y deberes exacto. cuando en el fondo no importa el camino que elijamos, tarde o temprano todos estaremos llamados a encontrarnos con ella.
Puesto que muchos antídotos se consiguen solo hasta después de haber experimentado cómo se siente el veneno de lo que no es verdadero…, comiencen por reconocer lo que han sentido en su cuerpo cuando algún episodio relacionado con la verdad o la falta de ella se ha presentado en su vida.  La misma calidad del sonido que vibra en sus oídos les permitirá percibir cuando hay armonías llenas de verdad y cuando no se ha accedido a ellas.
Qué voy a hacer con mi verdad, qué debo hacer con ella, nos preguntamos muchas veces los que atravesamos por la experiencia humana, … como si la verdad estuviese sujeta a un manual de reglas y deberes exacto. cuando en el fondo no importa el camino que elijamos, tarde o temprano todos estaremos llamados a encontrarnos con ella.
Puesto que muchos antídotos se consiguen solo hasta después de haber experimentado cómo se siente el veneno de lo que no es verdadero…, comiencen por reconocer lo que han sentido en su cuerpo cuando algún episodio relacionado con la verdad o la falta de ella se ha presentado en su vida.  La misma calidad del sonido que vibra en sus oídos les permitirá percibir cuando hay armonías llenas de verdad y cuando no se ha accedido a ellas.
¿Cuál es el escenario que pisas en este momento? Escuchar eso que te ha estado tratando de decir tu cuerpo, a través de tus emociones, antes de intentar salir corriendo para ajustar cuentas afuera.
Sin un paso fundamental en su encuentro con la verdad, consistirá en verificar cuál es su intención o necesidad al proclamar una verdad.
Sé consciente que una vez que expreses eso que para ti es tan importante, nunca podrás controlar lo que van a hacer los otros con eso que tú les has confiado.
Si tu verdad es profunda, íntima, un motor que estimula a las células de tu cuerpo, ¿hace falta comunicársela a los demás? Si lo que te llena de fuerza, también te trae paz, si eso que motiva a tu corazón te hace sentir en el camino correcto, nadie mejor que tú para reconocerlo como una noble verdad. Lo verdadero, bajo su propia frecuencia, persiste sin la necesidad de utilizar una espada para su defensa.
¿Por qué entonces intentar con tanto ahínco comunicarles a los demás tu verdad?  ¿Crees que al hacerlo te admirarán o respetarán más?
Date cuenta de que, si decides comunicar tu más noble verdad, nunca habrá garantía de que lo que motiva a tu corazón sea recibido con el mismo entusiasmo por otros, pues esto en gran medida dependerá de los niveles de conciencia en los que vibre el emisor y el receptor de una verdad.
¿Por qué te urge en algunos casos comunicar tu verdad? ¿Para que no se queden los otros con versiones falsas o incorrectas de las cosas? ¿Para qué no hagan juicios incorrectos sobre tu persona? Si esa es tu intención, sé consciente de que jamás te será posible evitar el juicio de los demás, pues esa es su decisión y no algo que tu puedas controlar.
Cuando tratas de comunicar eso a lo que llamas “tu verdad”, que nosotros más bien vemos como “tu punto de vista”, tu perspectiva ante una situación determinada, te encontrarás ante una encrucijada que, como el juego de serpientes y escaleras, o bien te regresará para experimentar las consecuencias de proclamar palabras que no estén fundamentadas en la verdad o bien, finalmente, te permitirá liberarte de la falta de verdad.
Hablar como una forma de vaciar la incomodidad, lanzando el arpón que sientes en el corazón hacia quienes crees que han faltado a la verdad sin mirarlos de frente, nunca te redimirá. Por el contrario, hablar a sus espaldas, habitado por el miedo o el enojo, te pondrá en la misma vibración bajo la que se gestó aquello que te ha lastimado.
En su lugar, primero sincérate contigo mismo y entonces pon frente a ti la verdad de tus sentimientos, pues este es el único acto que puede evitar que siga creciendo la fuerza de ese malestar que, al gestarse en tu interior, es lo que al hablar quisieras solucionar.
¿Y no debo hablar entonces cuando de mí se habla mal, no debo defenderme, que no lo debió hacer así el maestro Jesús y tantos otros a los que su silencio acompañó hasta su muerte? Si estos son tus pensamientos, date cuenta, que ellos alojan todo menos la más profunda verdad. Reportar lo que uno siente es la primera y muchas veces la única “verdad” que hace falta comunicar.  Reaccionar ante los sentimientos sin procesarlos o desglosarlos para comprenderlos un
poco más, es como mantener cerrada una cortina que, si se abriera, les presentaría una verdad esencial.
Por tal motivo, cuiden que su inquebrantable necesidad de expresar su verdad, se convierta primero en la necesidad de escuchar eso que les quieren expresar sus sentimientos.
Sean conscientes de que después de escuchar el consejo de su corazón, si lo que desean es aclarar directamente con la fuente emisora de la falsa información lo que ha ocurrido, hacerlo no les asegurará que deje de hacerlo. Compartir su punto de vista y sobre todo su sentir al respecto, lo único que les conferirá será la experiencia de haber cerrado algo consigo mismos que de otra forma permanecería adentro como un vacío o incompleto.
Puesto que en su capacidad de comunicación se refleja inmediatamente su nivel de consciencia, aprendan a reconocer el nivel de consciencia de lo que ante ustedes se presenta.
Cuando ante la continua necesidad de aclarar, no se aquiete el fuego que les quema, sino que, como una corriente insaciable, requiere siempre más, es posible que estén intentando hablar con una realidad cuya vibración ha llegado el momento de dejar atrás.
Detecten con su corazón, como si fuera un sonar, donde hay espacios abiertos a la luz de la verdad, y dónde hay una obscuridad difícil de penetrar.
Con todo, sean conscientes de que un punto de vista no es una verdad universal.
Dense cuenta que insistir en defender un punto de vista personal como una verdad universal, solo les restará capacidad de escuchar y comprender eso que constituye para otros, su verdad. Reconozcan entonces que defender una verdad personal, en ciertos momentos implicará mucho más callar que gritar.
Detecten dónde está esa comunidad despierta y lista para un intercambio expansivo y en otras situaciones recuerden que guardar silencio es también parte del plan de expansión de una verdad, pues
es ese silencio que algunos creen que ha matado a otros, justamente lo que perpetua la frecuencia de su verdad.
Y llegado el momento de dejar esos ambientes a los que llaman tóxicos, consideren, que no hay forma de que hubieran entrado a esos lugares donde no se escuchó su verdad, a menos que ustedes hubieran dejado antes de escuchar una parte de ella.
Sí, qué cierto es esto: Cuando el grito de lo no verdadero sea tan fuerte que te haga despertar, eso que consideras tu realidad, se derrumbará.
Despierto, reconocerás que el escenario que te ha dejado de representar, se hace a un lado para que la verdad de otros que parecías comprar, al develarse como falta de verdad, permita que vuelvan hasta ti los recuerdos de lo que hace a tu corazón vibrar.
Llegado el momento, como muchos de quienes hemos andado el camino de reencuentro con la verdad, serás rechazado por no abrazar la verdad de los otros, así como por tomar y defender lo que piensas en su lugar. Soltar lo que en algún momento pensaste tuyo, será necesario para volver a sintonizar con la frecuencia de la verdad.
Tus intenciones, guárdalas para ti y elévalas hacia el cielo. Deja que sea la vibración de tus acciones, la mejor carta de presentación de tu verdad ante los otros.
En todo caso, esfuérzate por entregar tu verdad, enciende los corazones de tantas almas como personas encuentres listas para ello, pero aprende a reconocer pronto esas señales que te indicarán cuando ha llegado el tiempo de dejar de insistir en que tu verdad sea escuchada por quienes no se encuentran en posibilidad de ello.
Pues, aunque todo lo que ocurra fuera en un momento determinado te confundirá, la verdad siempre será fácil de detectar, por una característica que le distingue sobre cualquier punto de vista humano: su propia melodía.
Verifica si eso a lo que llamas tu más noble verdad se encuentra revestida de amor, pues si esa no es la melodía que le representa, aquello que llamas verdad será entonces más bien, una necesidad de tu ego.
Ahora que lo has recordado, te será más fácil pedir a tu cuerpo y a tu corazón entrar en el silencio para detectar una verdad, por su melodía de amor.
Y toda vez que cuento con una verdad cargada de amor, me dirás: ¿cómo distinguir cuando llegue el momento de hablar y de callar? Observa a lo que te rodea y verifica ¿Te dejan o no te dejan hablar? ¿Has intentado hablar mientras los otros siguen insistiendo en pronunciar aquello en lo que constituye “su verdad”? ¿Con qué armonía o falta de ella se queda el ambiente una vez que algo ha sido declarado?
Las más auténticas oportunidades para expresar tu verdad, esas en las que el Universo está deseoso de escuchar a tu voz hablar, vendrán sin esfuerzo, justo cuando no las estés buscando.
Y si en esos momentos donde ha habido la necesidad de hablar, el fuego del juicio y lo no verdadero amenazan con destruir tu verdad, no te aferres a nadie ni a nada. Asegúrate de decir una sola vez, eso que sabes que es cierto. Cuando hay verdad en lo que uno expresa, es tanta la fuerza que la acompaña, que esta no requerirá repetición. Quienes estén en posibilidad de escucharla, responderán ante su llamado.
Y así, toda vez que los oídos que tenían que escuchar han escuchado, se ha cumplido con la expresión de la verdad. De otra manera, insistir en ser escuchado por quien no te desea escuchar, hablar con quien no responde a tus llamados, intentar un intercambio con quien no te quiere mirar, intentar comunicarse con quien solo desea hablar pues no se ha acabado de escuchar, es no respetar su verdad.
Pero si aún con todo ello, la llama de la tenacidad te arroja nuevamente a intentarlo, ve y hazlo según lo dicte tu corazón y entonces si es que el otro sigue sin querer escuchar, pregúntate: ¿qué es lo que yo no he querido asimilar sobre su verdad?
Aquél que valora su verdad y esa verdad otros no la desean abrazar, tarde o temprano se tendrá que retirar pues solo en el silencio es donde otras verdades más sutiles e importantes se pueden retomar.
Esas melodías que hacían al corazón vibrar, y que en el pasado dejaste de considerar, llegado el momento, hasta ti regresarán.
Y será en ese momento en que regrese a ti la paz, cuando consigas volver a sentir en tu cuerpo la vibración de la verdad.
Volver a sentir tu verdad, esa que al recordar se siente tan real como el pulsar de un corazón que inunda de vida a todo el cuerpo, provocará la llegada de nuevos sucesos.
Y con cada nuevo episodio, volverás a experimentar, para darte cuenta que siempre al evolucionar dejamos atrás eso que creíamos que era nuestra verdad. Conforme más avances más te sorprenderás, pues con cada experiencia sabrás que siempre hay una versión más alta de eso a lo que tú llamabas “la verdad.”
Y si acaso volvieras a experimentar el miedo por algo que se vivió tiempo atrás, esta puede ser la gran oportunidad de reconciliarte con tu falsa creencia de no haberlo sabido manejar. Expresar lo que sentimos no es ninguna garantía para evitar que ocurra lo que tememos, pero sí la única forma de averiguar si la auténtica expresión de nuestros sentimientos es todo lo que se necesitaba para trascender y subir un nuevo escalón rumbo al Templo de la Verdad
Porque ahora sabes que expresar la verdad de tus sentimientos es lo único que puede quedar cuando se ha derrumba lo que en apariencia era verdad, porque ahora reconoces que lo que vemos con los ojos es solo una verdad que siempre se puede retar, hoy te puedes liberar al saber que no hay nada en tus historias que haya salido mal.
Escuchar la verdad de nuestros sentimientos y poderla expresar, es un requisito indispensable para acceder al Templo de la Verdad más importante que en tu experiencia humana encontrarás en tu propio cuerpo.
¿Por qué es que Jesús no buscó cambiar el curso de su historia defendiéndose ante los que les acusaron falsamente?
¿Es que acaso lo podía cambiar? ¿No era más bien el curso de la farsa lo que revelaría una verdad mucho más potente que cualquier falso intento por venirlo a silenciar?
“Tú lo has dicho” fue una respuesta que dio en esos últimos momentos de su vida humana, expresión cuya potencia no todos han logrado asimilar. 












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