James
Allen
«Así como el cuerpo se
deteriora cuando se le priva del descanso, el espíritu del hombre se deteriora
si se le priva de la soledad.»
«¿Porqué́ buscar
ociosamente en el exterior la respuesta que se encuentra en el silencio
interior? ¿Porqué escalar las lejanas colinas con desconsuelo para disfrutar
de una visión más cercana del cielo? En las profundidades de humildes valles
boscosos, el ermitaño practica la Contemplación afanoso, y se dedica a taladrar
el cielo con ojos penetrantes, admirando al mediodía las
estrellas brillantes que glorificaran
con su fulgor la noche entrante.»
WHITTIER
«En la hora tranquila,
cuando descansa la pasión, acumula reservas de sabiduría en tu corazón.»
WORDSWORTH
El ser esencial del hombre es interior, invisible y espiritual; y, como tal, su vida y su fuerza provienen del interior y no del exterior. Las cosas externas son canales que desgastan sus energías, pero, para renovarlas, debe echar mano del silencio interior.

Así como el cuerpo no puede nutrirse con cáscaras vacías, tampoco el espíritu puede sustentarse de placeres frívolos. Si el cuerpo no se alimenta con regularidad, va perdiendo su vitalidad y, aquejado de hambre y de sed, pide a gritos bebida y alimento. Pasa lo mismo con el espíritu: en la soledad, debe alimentarse todos los días con pensamientos puros y sagrados o, de lo contrario, perderá́ su fuerza y lozanía y acabará reclamando alimento para su creciente inanición. Un alma angustiada y abatida que busca luz y consuelo, es el grito de un espíritu que perece de hambre y de sed. Todos los dolores y los sufrimientos son hambre espiritual, y la aspiración es el grito por alimento. Es el hijo prodigo quien, a punto de morir de hambre, añora con ansia la casa de su padre.

La vida pura del espíritu no puede encontrarse —más bien se pierde— en la vida de los sentidos. Los deseos más bajos siempre exigen más y no permiten el descanso. El mundo exterior del placer, del contacto personal y de las actividades ruidosas representa una esfera de desgaste que es necesario contrarrestar con el efecto de la soledad. Así́ como el cuerpo requiere del descanso para recuperar sus fuerzas, también el espíritu requiere de la soledad para renovar sus energías.
La soledad es tan indispensable para la salud moral del hombre, como lo es el sueño para el bienestar corporal. Y el pensamiento puro, o la meditación, que se evocan en la soledad, son sanos para el espíritu lo mismo que la actividad es sana para el cuerpo. El hombre, como un ser espiritual, no puede mantener la fortaleza, la rectitud y la paz si no se aparta periódicamente del mundo exterior de las cosas fugaces y logra alcanzar desde su interior las realidades duraderas e imperecederas.

El consuelo de los credos se deriva de la soledad que estos imponen. Obliga a las personas a hacer inconscientemente aquello que aún no han aprendido a hacer conscientemente; es decir, a concentrar la mente de vez en cuando en el silencio interior y a meditar, aunque sea brevemente, en cosas elevadas y sagradas. En la soledad, el ser humano acumula la fuerza necesaria para poder hacer frente a las dificultades y las tentaciones de la vida, el conocimiento para entenderlas y conquistarlas y la sabiduría para superarlas. Sólo en la soledad puede el hombre realmente revelarse a sí mismo y llegar a entender su verdadera naturaleza, con todos sus poderes y con todas sus posibilidades. La voz del espíritu no se oye en el barullo del mundo y entre los clamores de deseos contradictorios. No puede haber ningún crecimiento espiritual sin la soledad.

Hay personas que no se atreven a hacer un examen minucioso y cuidadoso de sí mismas, que sienten terror de revelarse a sí mismas y que temen que la soledad las deje solas con sus propios pensamientos para evocar ante su visión mental la aparición de sus deseos. Entonces, se van donde el alboroto del placer es más ruidoso y donde se ahoga la voz reprobatoria de la Verdad. Pero aquél que ama la Verdad, que desea y busca la sabiduría, aprenderá a estar a solas largo tiempo. Tratará́ de encontrar la plenitud, la revelación más clara de sí mismo, evitará los lugares de frivolidad y ruido, y se dirigirá a donde la dulce y sensible voz del espíritu de la Verdad lo escuche y le pueda hablar desde su interior.
Los hombres reclaman la compañía de muchas personas y buscan incansablemente nuevas emociones, pero no conocen la paz. Navegando a la deriva en el océano de la vida, muchas personas persiguen deseos egoístas y se ven atrapadas en sus tormentas; y sólo después de muchas tempestades y muchas privaciones, regresan a la roca de refugio que se asienta en el profundo silencio de su propio ser.
«La verdadera dignidad habita sólo en quien, durante la hora silenciosa del pensamiento introspectivo, puede aún dudar de sí mismo y venerarse en la humildad de su corazón.»
Quien vive experimentando sin cesar sensaciones externas, vive inmerso en las decepciones y los sufrimientos. Donde los sonidos del placer son más ruidosos, la sensación de vacío interior es más penetrante y más profunda. Aquél que centra toda su vida, aunque no se trate de una vida de lujuria y placer, en las cosas externas, quien sólo le presta atención al fluctuante panorama de las cosas visibles y nunca se retira a la soledad, al mundo permanente, interior e invisible del ser, no logra el conocimiento ni la sabiduría. Por el contrario, permanece vacío, sin poder ayudar al mundo, sin poder alimentar sus aspiraciones, porque no tiene nada que ofrecer, porque su acervo espiritual está vacío. Pero cuando un ser humano corteja la soledad en la búsqueda de la verdad de las cosas, cuando domina sus sentidos y acalla sus deseos, adquiere conocimiento y sabiduría todos los días.
Cuando alguien está absorto en la contemplación de realidades interiores, recibe conocimiento y poder. Se abre, como una flor, a la luz universal de la Verdad y recibe y bebe de sus rayos que imparten vida. El conocimiento es ilimitado y su fuente es inagotable, así́ que el que se retira a las profundidades más íntimas de su ser, bebe del manantial de la sabiduría divina que nunca se seca.
Uno va tras la sabiduría, el otro siempre persigue el placer. El primero confía en su propio ser y la segunda en los libros. El aprendizaje que se obtiene a través de los libros es bueno. El hombre que confía únicamente en los libros y no hace caso de los recursos silenciosos de su interior, es un ser superficial y termina agotándose rápidamente. El hombre que renuncie al placer del mundo, que evite la popularidad y la fama, que trabaje en la oscuridad y piense en la soledad para la realización de un ideal noble para la raza humana, se convertirá en un vidente y en un profeta. Aquél que endulza su corazón en el silencio, que armoniza su mente con lo que es puro, hermoso y bueno, que durante largas horas de contemplación solitaria se esfuerza por acceder al centro del eterno corazón de las cosas.
«En el ego del hombre surgen augustas anticipaciones, símbolos, ideales de tenue esplendor siempre existentes en ese eterno circulo que la vida persigue.»
San Pablo, que había sido un cruel perseguidor de los cristianos, después de permanecer durante tres años en absoluto recogimiento y soledad en el desierto, se convirtió en un amoroso apóstol y en un vidente inspirado. Siddhartha Gautama, un hombre de mundo, tras seis años en el bosque en una lucha solitaria con sus pasiones y en intensa meditación sobre los profundos misterios de su naturaleza, se convierte en Buda, el iluminado, la encarnación de la sabiduría tranquila y serena, a quien, un mundo con sed en el corazón recurre para encontrar las refrescantes aguas de la inmortalidad. Lao-Tsé, un ciudadano común dedicado a asuntos mundanos, empieza a cortejar a la soledad en busca de conocimiento y descubre el Tao, la Razón Suprema, lo que lo convierte en un maestro del mundo. Jesús, el carpintero, después de muchos años de comunión solitaria en las montañas con el Amor y la Sabiduría Inagotables, se convierte en el bendito salvador de la humanidad.

Incluso tras haber escalado y alcanzado las mayores alturas del divino conocimiento, estas grandes almas pasaban mucho tiempo a solas y se retiraban con frecuencia a pasar breves temporadas en soledad. El hombre más grande se caerá de su altura moral y perderá́ su influencia si descuida la renovación de ese poder que sólo podrá obtener en la soledad. Esos grandes maestros lograron su poder armonizando, de una manera consciente, sus pensamientos y sus vidas con las energías creativas que se encontraban en su interior. Y esto no es milagroso, es una cuestión de ley; es tan misterioso como es misteriosa la ley. Todos los hombres pueden ser maestros creativos si se subordinan a la bondad y a las verdades universales. Todos los poetas, pintores, santos y sabios son portavoces de lo Eterno. La perfección del mensaje varía dependiendo de la generosidad individual. Cuando el ego interviene, la claridad del trabajo y el mensaje pierden precisión.
Esta especie de autoabnegación sólo puede iniciarse, perseguirse y consumarse en la soledad. Una persona no puede acumular y concentrar sus fuerzas espirituales mientras se dedique a utilizar esas fuerzas en actividades mundanas. Y aunque, después de alcanzar el poder, el equilibrio de fuerzas pueda mantenerse en todas las circunstancias, incluso en medio de una antagónica multitud, ese poder sólo podrá́ asegurarse después de muchos años de soledad frecuente y habitual.
El verdadero hogar del hombre se encuentra en el gran silencio. Éste es la fuente de todo lo que es real y permanente en su interior. Sin embargo, su actual naturaleza es dual y las actividades externas son necesarias. Ni la completa soledad ni la acción constante son la verdadera vida en el mundo. La vida verdadera reúne, en la soledad, la fortaleza y la sabiduría para desempeñar correctamente las actividades de la vida. Cuando un hombre regresa a su hogar por las tardes, cansado de trabajar, ese dulce descanso lo preparará para el día siguiente, siempre y cuando no se deje arrastrar por el ruido del mundo y descanse durante breves periodos en su eterno hogar dentro del silencio. El que hace esto, el que pasa parte de cada día en la soledad sagrada que ha elegido, será́ una persona fuerte, útil y bendecida.
La soledad es para los fuertes o para los que están listos para hacerse fuertes. Cuando una persona se está́ engrandeciendo, se convierte en solitario. En la soledad, se dedica a buscar y encuentra lo que busca, porque existe un camino para llegar a todo el conocimiento, a toda la sabiduría, a toda la verdad y a todo el poder. Ese camino está siempre abierto, pero se halla en las soledades insondables y en los silencios inexplorados de la existencia humana.
Beneficios de la soledad
La soledad nos permite conocernos mejor.
Conocernos mejor nos ayuda a relacionarnos mejor
La soledad nos permite mejorar nuestra autoestima
Podemos deshacernos del miedo
Tener mejores relaciones con las parejas
Podemos explorar cosas nuevas e impulsar nuestra creatividad.
Encuentras paz interior: cuando estamos lejos del ruido y las demandas sociales.
Nos permite reconocer todo aquello por lo que debemos estar agradecidos.
Nos permite meditar: y disfrutar de todas las ventajas que esta práctica trae consigo.
Se refuerza la confianza: cuando no hay nadie más, somos quienes tomamos las decisiones más importantes en la vida.
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