las incipientes filosofías vitalistas, se aferraban a su enorme esfuerzo por superar las barreras que Kant había impuesto a las desmedidas ansias cognoscitivas de nuestra razón..
Como se comprobará a lo largo de este dosier, Schopenhauer encontró desde muy joven en el arte un dispositivo que nos permite comunicarnos sentimentalmente con aquello que, a su juicio, fundamenta el mundo no solo tal y como lo conocemos, sino también y a la vez por lo que es en sí mismo. Más aún, en la música —disciplina que Schopenhauer estudiará en epígrafes estratégicamente situados dentro del conjunto de su obra cumbre, El mundo como voluntad y representación— descubriremos un tipo muy particular de conocimiento que nos pone en contacto con lo en sí, con la esencia de la realidad, afiliada a un género de experiencia que tendría como único cometido enfrentarnos con el impulso que pone en marcha y crea un soberano tejido en el mundo: la voluntad.
Comentarios
Publicar un comentario