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EL EQUILIBRIO ENTRE EL ORDEN Y EL CAOS

 

El orden es la colocación de las cosas en el lugar que les corresponde, una buena disposición de las cosas entre sí. Por otro lado, se considera caos al desorden y la confusión.

El cómo enfrentamos esa ambivalencia o la hacemos parte de nuestra compañía, es realmente la clave para encontrar ese equilibrio entre uno y otro.

“La vida es como montar en bicicleta: para mantener el equilibrio debes seguir moviéndote.”(Einstein)

realmente existe un equilibrio entre el orden y el caos. Si en verdad pueden subsistir el uno sin el otro, y qué acciones tendríamos que realizar para llegar ahí. Si lo consideramos, esto es algo que puede aplicarse casi en cualquier aspecto; es decir, tanto en la vida personal como en la empresarial, aunque es esta última la que hoy nos atañe.

Sin embargo, las sociedades, organizaciones de cualquier índole viven entre orden y caos todo el tiempo. El cómo enfrentamos esa ambivalencia o la hacemos parte de nuestra sociedad, es realmente la clave para encontrar ese equilibrio entre uno y otro. Podría pensarse que, en un lugar con orden, hay
una total estructuración y una forma muy definida de hacer las cosas. Pero, ¿dónde queda entonces la 
innovación? Por increíble que parezca, ésta llega de la mano del caos y el desorden.
La teoría del caos en las organizaciones
Investigadores de diversas ramas de estudio han diseñado una forma diferente de entender el crecimiento de la complejidad que ha tenido el mundo. Desde hace décadas explican que el caos puede ayudar a encontrar patrones y orden, incluso en aquellos que podrían parecer comportamientos erráticos, como una expansión muy rápida que no permite medir, por ejemplo, la tasa de crecimiento.
Parte de lo que se ha aprendido con estas teorías, específicamente con “La teoría del caos” es que un sistema complejo tiene reglas naturales que influyen en su actuar y al mismo tiempo tienen reglas complejas que coadyuvan en su funcionamiento en ambientes inusuales.
Nonaka, uno de estos tantos investigadores, aseguraba que el caos y el desorden son algo intrínseco de las organizaciones y deben verse como oportunidades de creación. ¿Por qué? Porque el caos y las perturbaciones a las que sí le hacen frente ciertas organizaciones les permiten estar en un estado de revolución permanente, y pondrá a prueba sus capacidades y fortalezas para sacar lo mejor de sí e idear cosas nuevas, innovadoras, que rompan los esquemas de lo conocido, porque será lo que más se ajuste al caos en el que estamos viviendo.
Ser disruptivo y vivir en el caos, ¡se puede!
Hacer lo que todos hacen es fácil, sencillo, precisamente porque solo hay que seguir patrones. Pero ¿eso es lo que quieres? Recuerdo bien lo que decía Seth Godin en su libro de La vaca púrpura, quien afirmaba que no hay escasez de ideas extraordinarias y que, incluso, las empresas tienen posibilidad de llevarlas a cabo, lo que falta es la voluntad para realizarlas. Y me atrevería a agregar, que quizá hay miedo. 
Precisamente Seth Godin decía que todo aquello que resuelve los principales problemas de la gente ya fue creado; así que ahora no queda más que mirar dentro del caos y atender aquello que ayudará a los que como tú han decidido adaptarse al nuevo desorden. Ser disruptivos no significa de ninguna manera ir en contra de un sistema solo porque sí, o que no haya un orden dentro de tu organización; se trata de dejar de hacer las cosas como siempre se han hecho y empezar a crear nuevas maneras de hacerlo. Todos tenemos la capacidad de innovar, pero quizá no todos los modelos para hacerlo, por miedo a dejar de ser lo que siempre han sido. Lo ideal es plantear una misión y luego crear caos para cumplirla.      
Un grado de desorden y de caos que existe en la naturaleza es la entropía. Es el segundo principio de la termodinámica que puede definirse esquemáticamente como el “progreso para la destrucción” o “desorden inherente a un sistema”. Este principio establece que a cada instante el Universo se hace más desordenado. Hay un deterioro general pero inexorable hacia el caos. 
El azar, el destino, la suerte y el caos son los elementos principales que estudia la entropía. Uno de los patrones fundamentales de comportamiento que encontramos en el mundo físico es la tendencia de las cosas a desgastarse y agotarse. Los edificios se derrumban, la gente envejece, las montañas y las costas se erosionan, los recursos naturales se agotan, y todo sin retorno. 
Originalmente la palabra entropía viene del griego em que significa sobre, en y cerca de; y sqopg que significa giro, alternativa, cambio y evolución. Este término fue usado por primera vez en 1850 por el físico alemán Rudolf Julius Emmanuel Clausius. La vida es una lucha contra la entropía. Esta lucha que es parte del fluir de la materia y la energía en el cosmos, se lleva a cabo en la naturaleza de la cual todo forma parte. La energía del universo tiende a distribuirse en todo el espacio en busca del equilibrio, de la mayor estabilidad, de la mayor dispersión y probabilidad posibles; lo que da lugar al gran desorden, a la mayor redistribución, al caos y a la entropía máxima. Las catástrofes que ocasionalmente interrumpen la aparente quietud del cosmos, como los terremotos, los derrumbes, los aludes, las erupciones volcánicas, las tormentas, la erosión del suelo, los inviernos que se prolongan y las nieves eternas, no son más que pequeñas manifestaciones esporádicas, en este planeta, de la impaciencia que tiene la naturaleza por alcanzar su estado de máximo equilibrio, de mayor desorden, de completa estabilidad y de entropía absoluta. Existen, sin embargo, sistemas que se oponen a este fluir de la naturaleza, estos sistemas son los organismos compuestos por materia viva, que constituyen sólo una ínfima parte de la materia y energía del cosmos y que, hasta donde se sabe, sólo existen en el planeta Tierra. Estos sistemas compuestos por materia viva: desde el virus más elemental, hasta los seres humanos incorporados en el sistema-sociedad, existen para luchar y luchan para existir, diferenciándose del resto del universo. Dentro del sistema sociedad-humana se plantea continuamente el conflicto entre la estructuración del sistema y la tendencia del universo al caos, al equilibrio y la estabilidad. La entropía se hace sentir cuando la violencia triunfa sobre la paz, el odio sobre el amor, la locura sobre la razón, la enfermedad sobre la salud, la miseria sobre la abundancia, la muerte sobre la vida, la ignorancia sobre el conocimiento, la necedad sobre la sabiduría y la mentira sobre la verdad. Cuando la violencia triunfa en el universo y se ejerce en un ambiente de odio, necedad e ignorancia, la entropía y el caos llegan a su máximo nivel. Esta fuerza entrópica del cosmos hace que sea más probable estar muerto que estar vivo”. (Cesarman: 1982) La falta de energía en el sistema significa la desintegración, el caos y el equilibrio. La energía es el único enlace que existe entre la realidad de la naturaleza y el hombre. La información que recibimos es gracias a la energía, por tanto, sin energía no hay imagen y mucho menos conocimiento. Entonces pues podemos decir que la entropía es, en pocas palabras, el grado de desorden, el equilibrio máximo en el cual ya no puede haber más cambios físicos y químicos, ni se puede desarrollar ningún trabajo y donde la presión, la temperatura, y la concentración son uniformes en todo el sistema. En el universo todo tiende al caos: hacia la destrucción 
de los sistemas, a la dispersión de la energía en sus formas más degradadas y al aumento de la entropía, se trata de un proceso natural. Las sociedades son los únicos sistemas capaces de oponerse a esta tendencia, se defienden del caos y son capaces de oponerse, en contra de la entropía, toda vez que cuenten con un aporte suficiente de energía y con la estructura que les permita utilizarla. La entropía hacia la que tiende la naturaleza es el camino al caos. Por tanto, podemos decir que la entropía es la medida del grado de desorden (caos) de un sistema y sin desorden no hay entropía. El caos (desorden) es todo aquello que existía en un estado completamente indiferenciado, estuvo asociado con lo informe, lo impensado, lo vacío y lo desordenado. El caos es la ausencia de forma y también el medio donde tiene lugar la creación de la forma. Es el motor que impulsa a un sistema hacia un tipo de orden más complejo. El caos hace posible el orden siendo su precursor y socio, y no su opuesto. El caos posee dentro de sí profundas estructuras de orden donde las zonas de simetría se mezclan con las de asimetría, recorriendo todas las escalas de magnitud creando así formas cada vez más complejas. El 
orden es una condición necesaria de todo lo que la mente humana desea comprender. En muchos casos, el orden se capta ante todo por los sentidos. El observador percibe una estructura organizada en las formas y colores de una pintura. “El orden es una condición necesaria para cualquier cosa que ha de entender la mente humana… Un mecanismo físico, ya sea un equipo de trabajadores, el cuerpo de un animal, o una máquina, solamente puede trabajar si está en orden físico” (Arnheim: 1980), o como dice 
Wallace Stevens: “Un orden violento es el desorden. Un gran desorden es orden. Ambas cosas son una”. 
El orden hace posible distinguir lo que es igual y lo que es diferente, lo que va junto y lo que está segregado. El orden externo representa el orden interno, una falta de correspondencia entre estos produce un conflicto de órdenes, es decir, introduce un elemento de desorden. El orden y el caos están interrelacionados. Las teorías que describen la rotación de los planetas, la elevación del agua en un tubo, la trayectoria de una pelota, contienen una regularidad y un orden, concepto que se asocia con 
las leyes de la naturaleza. Se pensaba que el caos era resultado de una complejidad que se podía desnudar hasta sus ordenados orígenes. Sin embargo, se ha descubierto que el caos y la irregularidad son elementos que tienen leyes propias. Así pues, el orden se desintegra en caos y el caos constituye el orden, pues el caos surge de los sistemas ordenados. Se creía que las fuerzas del caos y el orden formaban parte de una tensión inestable, que era algo inmenso y creativo.
Los procesos de la entropía son concebidos como la destrucción gradual o repentina de objetos inviolados, es decir, una degradación que implica la destrucción de la forma. “La entropía define el orden sencillamente como un ordenamiento improbable de elementos, independientemente de que la macroforma de este ordenamiento se halle bellamente estructurada o esté arbitrariamente deformada; y llama desorden a la disolución de tal ordenamiento improbable”. (Cesarman: 1982) Cuando nos enfrentamos con el caos, nunca podemos predecir qué ocurrirá después. El desorden total proporciona el máximo de información y puesto que la información se mide con el orden, el máximo desorden transmite el máximo orden. El término orden puede usarse para describir una sucesión o un ordenamiento de elementos que es improbable que surja por mero azar. James K. Feibleman dice que: “el desorden depende de la difusión al azar de órdenes limitados”. La teoría de la entropía no se ocupa de la probabilidad de sucesión en una serie de elementos, sino de la distribución global de “tipos” elementos en un ordenamiento dado. Cuanto más alejado está el ordenamiento de una distribución al azar, tanto menor será su entropía y mayor su nivel de orden. La entropía da origen a la noción de desorden. El orden por sí solo no es suficiente para explicar la naturaleza de los sistemas organizados en general, ni de los creados por el hombre. Sin duda lo que hoy parece desorden puede resultar ser el orden del mañana. Una obra de arte no busca significado, lo contiene. La exigencia de la estructura no es solamente una cuestión de forma. La variedad es más que un medio de evitar el aburrimiento, puesto que el arte es más que un entretenimiento de los sentidos. El orden perceptual raramente, o nunca, existe por sí mismo, sino que es la manifestación externa de un orden interno, o aspira a representar un tipo de orden que existe en otra parte. El arte, en sus diversas manifestaciones, constituye la actividad con que el ser humano se opone más “energéticamente” a la entropía. Sobre el orden y el caos se afirma que en la sociedad total, el arte tiene que llevar caos al orden, más que el contrario, pues el orden ha llegado a ser caótico. Esta tensión entre orden y caos podría ser igualmente entendida como una tensión entre expresividad e inexpresividad, ser o no ser, pintar o no pintar. 
Nacimos en un mundo que ya vivía en caos, y nos hemos acoplado para hacerles ver a los demás que, hoy, el orden y lo forzosamente establecido ya no lo son todo. 






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