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PARMÉNIDES Y HERÁCLITO:

 LO UNO Y LO MÚLTIPLE

¿Qué es lo uno?
Lógicamente, lo uno no puede ser pluralidad porque de otro modo, tendría que ser parte. 
Lo Uno no puede ser parte ni tampoco un todo. 
La parte es una parte del todo y no un todo. 
El todo sería aquello a lo que no le falta ninguna parte. 
Por ende, lo Uno, si no tiene partes no tendrá comienzo ni fin porque si tuviera partes, entonces tendría como empezar. Por lo tanto, lo Uno es ilimitado y también carece de figura, ya que no sería recto ni circular y si así fuera, entonces lo Uno tendría partes lo cual es imposible. Sin embargo, si no participa del origen ni del fin, si no participa entonces de la realidad en sí y la otra realidad, ¿donde se sitúa lo Uno? 
¿Por qué lo Uno no puede participar de las cosas en sí?
R: Porque estaría rodeado por sí mismo. Estar en algo y no verse rodeado es imposible y si está rodeado, significa que tiene límites, pero como dijimos hace poco, lo Uno no tiene límites.
¿Por qué lo Uno no puede participar de las otras cosas?
R: Al estar en otro que no fuera él, tendría que verse rodeado por el ser en el que se encontrase. Siguiendo la misma lógica, esto no puede darse en lo Uno, puesto que no tiene límites.
Como conclusión lo Uno no estaría en ninguna parte. 

La movilidad y la inmovilidad en lo Uno.
Ahora Parménides se propone resolver si lo Uno se mueve o en realidad es inmóvil. Existen dos tipos de movimiento: traslación y alteración. Lo Uno no puede tener movimiento de alteración porque de ser así, ya no sería Uno. ¿Podría tener un movimiento de traslación? En cierto sentido sí, pero tendría que ser un movimiento en un mismo lugar y girar en círculos en su propio eje, o trasladarse de un lugar a otro. Si es así, tendría que descansar en un centro y tendrá que ver moverse alrededor de él, todas las demás partes. Pero si acordamos que lo Uno no tiene partes ¿Cómo podría moverse en sí mismo? Luego, lo Uno no puede moverse.

Lo diferente y lo idéntico en lo Uno
Este pensamiento parece ser más simple. Si lo Uno fuera diferente de sí mismo, tendría que ser otra cosa diferente a lo Uno. Y si fuese idéntico a otro, realmente ya no sería Uno, si no que tendría que ser eso ''otro''. Así, no puede ser idéntico a otro ni diferente de sí mismo. No puede ser diferente de otro porque lo que es Uno, no puede ser otro. Por lo demás, la naturaleza de lo Uno no es lo mismo que la naturaleza de lo idéntico, puesto que lo Uno no puede ser idéntico a lo otro.

Lo igual y desigual en lo Uno
Si lo Uno fuera igual, tendría que tener las mismas medidas de lo que es igual, lo cual es imposible, ya que lo Uno no puede ser idéntico como lo habíamos visto en el párrafo anterior. Tampoco podría ser desigual con respecto a otras cosas, puesto que, si fuera así, tendría que tener partes, por ejemplo, si lo Uno es más grande que una cosa, se asume entonces que lo Uno tiene más partes. Esto es imposible ya que lo Uno no tiene partes.

Lo viejo y lo joven en lo Uno
¿Podría ser viejo o joven lo Uno? Pues aquí tenemos otro imposible, ya que, si fuera viejo o joven, tendría que diferenciarse de otro y ya dijimos que lo Uno no se puede comparar. Por lo tanto, al mismo tiempo podremos decir que lo Uno, no participa del tiempo, así como tampoco participa del ser debido a que el ''ser'' por el solo hecho de ''ser'' ya está participando del tiempo. 
El ser y lo Uno
Lo Uno no puede existir sin participar del ser. Por esta razón, el ser será ser de lo Uno, sin ser idéntico a lo Uno. De esta forma, solo se puede decir que lo Uno existe si participa del ser. El ser le da existencia a lo Uno y por eso lo Uno ''es''. 
Hasta ahora tendríamos 3 categorías de lo Uno:
1 Lo Uno. 2 El ser de lo Uno. 3 El Uno que existe
Lo Uno que existe, es a la vez un todo donde el ''ser'' y lo Uno son partes. Pero si esto llega a ocurrir tendríamos que decir que lo Uno es parte y a la vez pluralidad y esto no podría ser posible. ¿Cual es la diferencia entre el ser y lo Uno? En efecto, Lo uno no se diferencia del ser por su Unidad y el ser no se diferencia de lo Uno por su ser, si no que se diferencian por lo ''otro en sí''. Entonces lo ''otro en sí'' no es idéntico a lo Uno ni tampoco al ser.

Los Números y lo Uno
Es posible nombrar al ser y a lo Uno al mismo tiempo. Y Para nombrar a los dos en una sola unión tendría que decir ''ambos''. Si nombramos dos cosas, es preciso que cada una de ellas sea una, por ejemplo, El ser y lo Uno, los dos serían una unidad. Si se añadiera una cosa más serían 3 y el 3 es impar. De aquí se dice que el número 2 es par y el número 3 es impar. Por lo tanto, no existe ningún número con una existencia innecesaria (o que ''no-sea''). Finalmente, si lo Uno existe es necesario que los números también existan.
El ser ha sido distribuido por todos los seres para que existan. En otras palabras, el ser está dividido en muchas partes, ya que la existencia es múltiple. Es imposible que una parte sea y a la vez no sea. Es imposible que una parte sea a la vez nada. Así, lo Uno se encuentra en cada una de las partes del ser y está dividido. ¿Es correcta ésta afirmación si dijimos que lo Uno no podía ser parte? Evidentemente no.

Lo Uno y el todo
Lo Uno está en todas partes y en todo porque de otra manera, tendría límites y ya dijimos que lo Uno es ilimitado. El todo no puede estar en todas las partes (porque si lo estuviera, tendría que convertirse en una de las partes del ''todo'') ni en algunas (porque si lo estuviera, lo más estaría en lo menos). Luego, es preciso afirmar que el ''todo'', no se encuentra en ninguna parte. 
No obstante, si el todo no se encuentra en ninguna parte, no lo podríamos llamar ''todo'', sino que ''nada'', pero como no es ''nada'' tiene que estar necesariamente en otra cosa. Parménides quiere responder a ésta inquietud con el concepto de movimiento.
Si una cosa está en reposo, significa que está dentro de otra y que además no sale de ahí. Ahora, esa cosa que está dentro de otra, nunca está en lo mismo, puesto que está en otra cosa. Pero si está en otra cosa, también se puede decir que no está en reposo, sino en movimiento. Así, lo Uno que está siempre en sí mismo y en otra cosa al mismo tiempo, esté igualmente en movimiento y en reposo.
Aristóteles dice que no puede ser distinto de sí mismo. Pero si fuera así, si lo Uno está dentro de una cosa que es también lo Uno, entonces los dos se diferencian. Entonces, lo uno está tanto dentro de sí mismo como en las demás cosas.
Lo mismo y lo otro
Estos dos conceptos, que por lo demás son contrarios, no se pueden encontrar el uno con el otro. lo mismo y lo otro no son iguales. Y puesto que lo otro jamás está en lo mismo, jamás estará en ningún ser (ni en e que ''es'' ni en el que ''no-es''). Extrapolando esto a lo Uno, lo Uno no podría ser jamás no-Uno. A su vez, lo no-Uno no podría ser un número. Pero dijimos anteriormente que lo Uno se encontraba en todas partes y en todas las cosas, entonces lo Uno y lo no-Uno serían lo mismo. Aristóteles queda un poco confundido con esto y Parménides intenta explicarlo en el siguiente apartado.

Los nombres y lo otro
Un nombre se puede pronunciar muchas veces o una sola vez. No importa cuántas veces se haya dicho el nombre, puesto que siempre ese nombre se va a referir a un mismo objeto y no a otro. Si decimos ''otro'' muchas veces, no estamos cambiando el significado muchas veces, sino que estamos repitiendo el nombre de un mismo objeto.
Cuando se dice que lo ''otro'' es diferente de lo Uno y que lo Uno es diferente de los otros, solo nombramos una misma cosa que sería lo ''otro''. Ahora, los seres que experimentan las mismas cosas (como en este caso lo Uno y lo otro), comparten a la vez cierta semejanza. En este caso se verían dos conceptos: semejanza y desemejanza.

Semejanza: Lo Uno y lo otro experimenta lo mismo.
Desemejanza: Lo Uno y lo otro son diferentes en cuanto a su totalidad.

El contacto y el no contacto de lo Uno
Lo Uno tiene tanto contacto consigo mismo como con los otros porque al estar en las demás cosas, necesariamente debe haber un contacto entre ellas. En efecto, lo Uno tiene contacto consigo mismo y contacto entre las otras cosas.  Ahora, si dijimos que lo que no es Uno (es decir lo no-Uno) no se puede tomar como un ser, puesto que no tiene número ¿Cómo es posible que lo Uno tome contacto con algo que no es un ser? En efecto no pueden estar en contacto.
En resumen, lo Uno puede y no puede estar en contacto con las demás cosas como consigo mismo.

REVISIÓN DE LO UNO
Lo igual y desigual en lo Uno (2)

Si reducimos a lo Uno en cuanto a magnitud o pequeñez, descubriremos que lo otro será o más pequeño o más grande que lo Uno. En todo caso, si la pequeñez o la magnitud han de darse en lo Uno, tendrán que darse en el todo o en las partes.
Si se da en el todo, éste se extenderá hasta envolver a lo Uno.
Si se da en la pequeñez, ésta se extenderá hasta envolver a lo Uno. 
Pero ¿Será posible que lo pequeño envuelva a lo Uno y tengan la misma proporción? Por supuesto que no. La pequeñez solamente se puede dar en una parte y no en todo, de lo contrario no sería pequeñez. Lo mismo conviene para la magnitud y lo único que puede ser más grande que lo pequeño, es la magnitud en sí y lo más pequeño que la magnitud, es lo pequeño en sí. Por lo tanto, lo Uno no tiene pequeñez ni tampoco magnitud. Solo estará en paridad e igualdad consigo mismo.

Lo viejo y lo joven en lo Uno (2)
Si bien habíamos dicho que lo Uno no participa del tiempo, el ser si participa del tiempo, puesto que conforma los 3 tiempos verbales que conocemos: ''era'', ''es'' y ''será''. No olvidemos que lo Uno también es el ser puesto que el ser tiene un número y lo Uno también. Entonces, lo Uno, al avanzar con el tiempo, se hace más viejo, pero no olvidemos que se hace viejo por ser joven. 
La movilidad y la inmovilidad en lo Uno (2)
En cualquiera de estos dos tipos de movimientos, el lugar donde ocurren deben estar fuera del tiempo. Esto es debido a que un ser no puede moverse y parar de moverse mientras el tiempo transcurre. Sería factible preguntarse ¿dónde se da el movimiento del ser? Parménides añade un concepto, ''Instante''. Esta palabra está definida por Parménides de la siguiente manera:

''El punto en que se pasa de un cambio a otro'' 
Es aquí donde lo ''instantáneo'' se sitúa entre el movimiento y la inmovilidad y está situada fuera del tiempo. Lo Uno debe llevar este cambio de inmovilidad y movilidad a través del instante. 

Lo Uno y lo otro
Diferenciamos a lo Uno de los otros porque precisamente, éste último es distinto de lo Uno. Los otros
son distintos de lo Uno debido a que tienen partes, pero las partes son partes de un todo; si tuviéramos una parte y la dejáramos aislada, ya no sería una parte, sino que sería un todo. Entonces, la parte, como forma parte de un todo, también participa de lo Uno, así como participa del todo.

El ser y lo Uno (2)
Si lo Uno no existe, ¿se podrá decir que lo no-Uno existe? 
Si lo Uno no existiese, se tiene que tener un conocimiento de lo Uno, porque de otra manera, no se sabría de qué se está hablando.
Sin embargo, lo que no existe tiene atribuciones como ''aquel'', ''algo'', ''aquello'' o ''estos''. De esta manera se dice que lo Uno no puede existir si no existe. Finalmente, la semejanza entre lo no-Uno y lo Uno, no existe, solo el Uno es semejante así mismo.
El ser pasaría del no-ser y lo Uno tendría a su vez una participación en el ser. De este modo, parece ser que lo Uno, aunque pase al no ser, sigue existiendo. Entonces, lo Uno parece ser y no ser al mismo tiempo, como también parece ser que estaba con movimiento y sin movimiento.
Lo Uno que no es permanece inmóvil y se mueve.
Ahora, si lo Uno que no es se mueve, es preciso que lo haga alterándose. Pero si lo Uno que no es no se mueve (que como dijimos antes es perfectamente posible), tampoco se podría alterar.
Lo Uno que no es se altera y no se altera.
Si lo Uno que no es se altera, podríamos decir que a la vez perece y si no se altera no perece; por lo tanto.
Lo Uno que no es, si se altera, llega a ser y perece y también si no se altera no llega a ser ni perece.
Sin duda, a Parménides le surge un razonamiento muy factible. Lo que no es ¿puede participar del ser? Evidentemente, no puede participar del ser en modo alguno; y en otra perspectiva, lo que no es no puede tener el ser ni tampoco perderle. Así, lo anteriormente explicado, queda rebatido por las siguientes afirmaciones:
Lo Uno que no-es no perece ni llega a ser
Si no llega a ser no puede alterarse
Si no se altera no puede moverse
Si no se mueve no se da en ninguna parte
Si no se da en ninguna parte no participa de la magnitud ni de la pequeñez
Por último, lo Uno que no-es, no tiene determinación alguna
Finalmente, se mantiene la tesis de Parménides al decir que el ser no es lo mismo que el no-ser, o lo Uno no es lo mismo que lo no-Uno






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