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INTELIGENCIA

 

La capacidad tanto de entender o comprender como de resolver problemas. La palabra “inteligencia” proviene del latín intellgentia, proveniente del verbo intellegere (compuesto por las voces inter, “entre”, y legere, “leer”), y desde sus inicios se asociaba a “saber escoger”, en el sentido de comprender, o sea, de ser capaz de determinar los contextos y rescatar los significados.

Intellectus fue un término empleado durante la Edad Media para referirse a la comprensión, en una época en que pocas personas leían, y se lo utilizaba como traducción del vocablo griego nous (espíritu, la parte más elevada del alma). Así nació también inteligentsia, término para nombrar a la clase social compuesta por intelectuales y personalidades de la cultura de un país. En los tiempos modernos, no obstante, se ha más o menos aceptado que no existe un concepto único de inteligencia. Muchos especialistas han intentado formularlo, sin embargo, y finalmente se ha venido aceptando la idea de que no existe una sola inteligencia, sino que existen numerosas formas de ella.

Así, surgió en 1983 la “Teoría de las inteligencias múltiples” de Howard Gardner, según la cual existirían al menos ocho modelos distintos de inteligencia, cada uno adaptado a un área específica de la vida.
Aun así, el uso popular del término inteligencia resume generalmente capacidades mentales como: la velocidad de procesamiento, la comprensión verbal, la agilidad lógico-matemática, el agarre del pensamiento deductivo o la capacidad de memoria de trabajo.
Características de la inteligencia
Así como es difícil definir universalmente la inteligencia, resulta difícil dar con sus características universales. En principio, se espera de ella que cumpla con las siguientes funciones:
Anticipar. En base a lo aprendido y a las variables del entorno, la inteligencia busca anticiparse a lo que podría ocurrir y tomar las medidas pertinentes para protegernos, asegurarnos o darnos la ventaja en alguna situación.
Construir. La inteligencia construye las estructuras de pensamiento que la memoria almacenará, de modo tal que nos permita volver a ellas (experiencias) para reaccionar ante situaciones futuras.
Comunicar. La inteligencia también se encarga del área comunicativa, formando símbolos y lenguajes propios, que nos permiten representarnos el mundo real en su ausencia.
Descifrar. Una persona inteligente debería tener más fácil la comprensión deductiva de sistemas ideados por terceros, lo cual en principio permitiría resolver enigmas, descifrar códigos, hallar respuestas y resolver problemas. Establecer relaciones. La causalidad, la consecuencia, los diversos tipos de relaciones que podemos establecer entre una realidad y otra, son el terreno de acción de la inteligencia.
Desarrollo de la inteligencia
El desarrollo de la inteligencia se ve afectado por numerosos factores ambientales.
El desarrollo de la inteligencia humana es estudiado por la pedagogía, en base a diversos factores determinantes de su progresivo crecimiento, como son:
Factores genéticos. Propensiones hereditarias y facilidades innatas hacia algún tipo de inteligencia.
Factores ambientales. Elementos vitales en el crecimiento del individuo, sobre todo en sus etapas tempranas, como son la nutrición, el entorno familiar adecuado, el acceso a la educación formal, y la motivación hacia el aprendizaje.
Generalmente se acepta que, como característica resaltante, la inteligencia comienza a manifestarse a edades tempranas, aunque no exista un margen seguro para “diagnosticarla”, ni factores universales para medirla.
Muchos absolutos genios en sus respectivas áreas profesionales, a lo largo de la historia, fueron despreciados en su juventud por el sistema escolar, dado que no encajaban en el ideal de inteligencia de la época, y a muchos se los tuvo de niños por infradotados.
Tipos de inteligencia
Así como no hay una definición única de inteligencia, existen numerosas formas de inteligencia que permiten estudiarla por separado, conforme al campo específico de las percepciones, los razonamientos o las percepciones que involucran:
Lingüístico-verbal. Son los modelos de inteligencia que se basan en la formulación del pensamiento mediante el lenguaje verbal, sea escrito u oral, así como de su transmisión y recuperación a través de la lectura.
Numérica. Aquella que tiene que ver con los procesos lógicos formales y que encuentra su máxima expresión en las matemáticas y los números.
Espacial. Apunta a la percepción profunda del entorno, de las formas que subyacen a lo visto y a las relaciones entre ellas.
Física o motórica. Se trata de un modelo de inteligencia ocupado con el accionar del cuerpo, es decir, sus movimientos, sus destrezas, sus capacidades. Usualmente no se lo considera una forma de inteligencia, debido a que se suele asociarla erradamente a los procesos mentales o intelectuales solamente.
Emocional. La inteligencia emocional tiene que ver con el manejo efectivo y eficaz de la propia emocionalidad, propuesta en principio por Daniel Coleman en su libro La inteligencia emocional.
Social. Aquella inteligencia que aplica al campo de las relaciones interpersonales y que se sirve del carisma, del liderazgo, incluso de la manipulación y otros talentos de índole social.
Inteligencia y creatividad
En nuestro imaginario, la inteligencia suele estar vinculada con la capacidad de crear, aunque en principio se trate de dos cosas distintas. Las personas con altos márgenes de inteligencia suelen ser personas creativas, en el sentido de ser inquietas, despiertas y a menudo con intereses peculiares, particulares, fuera de la norma.
Sin embargo, no todos los creadores son necesariamente inteligentes, ya que la actividad creativa es, en el fondo, un talento misterioso de la mente humana. En todo caso, es común que un genio de la escritura posea un alto nivel de capacidad lingüística e inteligencia verbal, por ejemplo; mientras que un genio de las ciencias seguramente posea una capacidad matemática y lógica fuera de serie; etc.


































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