El vocablo latino iustus derivó en justo, un adjetivo que se emplea para nombrar a aquello que resulta conforme a la justicia. Lo justo, por lo tanto, es ecuánime, equitativo, imparcial o razonable. Entre las diversas maneras de definir lo bueno, lo justo, se encuentran las posturas finalistas que nos dicen que lo bueno es aquello que favorece la finalidad del hombre, su felicidad, sea como ejercicio de algunas cualidades, o, al modo utilitarista, como aquello que produce los mejores resultados. Las éticas deontológicas, por su parte, entienden que, ante todo, hay que definir las normas justas; de modo que cada cual pueda perseguir su ideal de vida buena, dentro del marco de la Justicia, prescindiendo, moralmente, de las consecuencias de su acción. Es decir, unas posturas persiguen lograr, ante todo, lo bueno para el hombre, mientras otras se dirigen a lo justo. La relación entre lo bueno y lo justo es, hoy día, un gran dilema porque, además, de no estar claro actualmente cuál se...