VIKTOR FRANKL
Albert Camus decía que juzgar si la vida vale o no la pena vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía: ¿qué sentido tiene nuestra existencia?
El sentido de la vida según Viktor Frankl está en hallar un propósito, en asumir una responsabilidad para con nosotros mismos y para el propio ser humano. Así, teniendo claro un «por qué» podremos hacer frente a todos los «cómo»; solo sintiéndonos libres y seguros del objetivo que nos motiva, capaces de generar cambios para crear una realidad mucho más noble.
Lo sabemos, todos tenemos claro que no hay pregunta tan complicada como intentar definir qué
es para nosotros eso a lo que llamamos «sentido de la vida». Tal cuestión abarca a veces matices filosóficos, trascendentales e incluso morales, de ahí que muy a menudo nos quedemos en las
clásicas etiquetas de siempre, a saber «ser feliz y hacer felices a los demás», «sentirnos satisfechos», «hacer el bien», etc.
“El hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las más terribles circunstancias de tensión psíquica y física” -Viktor Frankl-
Sin embargo, son muchos los que al intentar dar respuesta a esta pregunta experimentan un profundo vacío existencial. ¿Qué es para mí el sentido de la vida si lo único que hago es trabajar, si todos mis días son iguales y si en realidad no le encuentro sentido a nada de lo que me rodea? Ante esta situación tan común, el célebre neurólogo, psiquiatra y fundador de la logoterapia
Frankl, solía dar una respuesta bastante acertada que debe invitarnos a una adecuada reflexión.
El ser humano no tiene la obligación de definir el sentido de la vida en términos universales. Cada uno de nosotros lo haremos a nuestra manera, partiendo de nosotros mismos, desde nuestro potencial y experiencias, descubriéndonos en nuestro día a día. Es más, el sentido de la vida no solo difiere de una persona y otra, sino que nosotros mismos tendremos un propósito vital en cada etapa de nuestra existencia.
Lo importante es que cada objetivo nos confiera satisfacción y aliento para levantarnos por las mañanas y luchar por aquello que deseamos.
Hay una serie de señales que indican que podrías estar luchando por ver el sentido de tu vida. A veces puedes pensar “¿cuál es el punto de todo?”, pero en otros casos, estos sentimientos pueden ser menos obvios: Puedes sentirte que nada de lo que haces importa.
Es posible que hayas dejado de preocuparte por el resultado de los eventos. Las cosas que solían traerte alegría pueden sonar huecas o parecer vacías. Puede sentir una sensación de desesperanza. Puede sentir que ninguno de sus esfuerzos te ayudará a alcanzar tus metas y aspiraciones. Hay muchas razones diferentes por las que puedes sentir que tu vida no tiene sentido: Estás pasando por un momento estresante o difícil que te hace cuestionar el significado de todo lo que haces. No te sientes satisfecho en su trabajo, escuela, relaciones o pasatiempos.
Puede parecer que tus logros realmente no importan o no tienen mucho impacto. Te sientes inseguro acerca de lo que deberías hacer con tu vida. Tienes dificultades para establecer metas porque no está seguro de lo que realmente quiere. Es probable que tengas un trastorno del estado de ánimo, como trastorno depresivo mayor, distimia o trastorno bipolar.
El sentido de la vida para Viktor Frankl
Viktor Frankl publicó en 1945 «El hombre en busca de sentido», un libro que inspiró a millones de personas a asumir una actitud muy firme: la actitud de sí a la vida. Frankl, como ya sabemos, vivió en piel propia los horrores del holocausto al ser un prisionero más en Auschwitz y Dachau, una experiencia que superó de forma estoica y que le permitió posteriormente asentar las bases de un tipo de terapia muy personal, esa a la que conocemos como logoterapia.
Asimismo, algo que tuvo muy claro tras sobrevivir a aquellos años y a la pérdida de su familia es que su propósito personal en este mundo no iba a ser otro más que el de ayudar a los demás a encontrar su propio sentido de la vida, a elegir su camino. Por otro lado, tal y como explicó en sus trabajos, dicho objetivo lo llevaba a cabo partiendo desde tres puntos muy concretos: trabajar día a día con motivación, vivir desde la esfera del amor y tener coraje en cada momento para hacer frente a la adversidad.
Como principio de la logoteria, Frankl propuso que es posible darle sentido a la existencia a través de la consecución de tres tipos de valores, a saber:
A valores de creación, Los valores de creación están relacionados con aquello que hacemos, la intensidad con la que nos entregamos a una tarea y el compromiso personal que ponemos en ella y su realización.
B valores de experiencia, Los valores de experiencia son aquellas emociones, vivencias y momentos significativos que recibimos a partir de nuestra interacción con el mundo y con otros seres humanos.
C valores de actitud, Por último, los valores de actitud son posturas sobre la vida que se desarrollan frente a la posibilidad de enfrentar adversidades, son la maduración de nuestra capacidad de lidiar con el sufrimiento y sobreponernos a él.
En esta investigación realizada por la Universidad del Norte (Colombia) se emplea la logoterapia Se resaltan las tres dimensiones antropológicas básicas que propone Viktor Frankl y que hacen de esta escuela una manera de intervención basada en el sentido. La primera de ellas es la biológica o somática, constituida por lo corporal. La segunda, la psíquica, está compuesta por las características psicodinámicas del ser humano. Y la tercera y última, la espiritual, que trasciende a las anteriores.
Vivir con decisión
Todos lo hemos visto alguna vez. Hay personas que aún en las circunstancias más complejas se mantienen firmes, positivas y motivadas por muy oscura que sea su realidad. ¿Cómo lo hacen? ¿De qué material están hechas sus células, sus tendones, su corazón o sus arterias? En realidad, todos compartimos unas mismas estructuras biológicas, pero lo que nos diferencia de esas personas es su decisión.
Estar decididos a lograr algo, a superar cualquier obstáculo y a luchar por aquello que deseamos en cada momento, por pequeño que sea, nos ayudará a tener claro nuestros propósitos vitales en cada etapa de nuestra vida.
“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino”. Frankl
Frankl explicaba en su libro “El hombre en busca de sentido” que no hay nada peor que percibir que nuestro sufrimiento no sirve de nada, que el dolor no es más que el eco de la desesperanza.
Ahora bien, si somos capaces de encontrar un propósito, el sufrimiento no solo podrá soportarse, sino que se convertirá en todo un desafío. De este modo, y antes de caer en las rendiciones y de ver en el dolor un sinsentido, aunemos fortalezas para ver en él una finalidad, un propósito vital con el que alimentar la motivación, la resistencia…
Cambia tu actitud para hallar un sentido de la vida más elevado
A veces la vida no es justa. En ocasiones nos esforzamos hasta la extenuación, invertimos tiempo, energía, emociones y un pedazo de nuestro propio corazón… y sin embargo, el destino nos trae un irónico revés y todo esfuerzo, todo sueño queda desintegrado. Venirse abajo en estos casos es más que lógico y comprensible. Ahora bien, cuando esto ocurra tenemos dos opciones.
La primera, asumir que no podemos cambiar lo que nos ocurre, que somos prisioneros de las circunstancias y que no hay nada que hacer.
La segunda opción (y la recomendable) es aceptar que, efectivamente, no podemos cambiar lo que nos ha ocurrido, pero sí podemos cambiar nuestra actitud hacia dichas circunstancias. Por tanto, debemos ser capaces de aplicar una actitud más fuerte, resiliente y positiva para poder así hallar un sentido de la vida más esperanzador, más elevado.
El sentido de la vida no se pregunta, se siente
Todas las respuestas ante nuestras dudas vitales no están en el exterior. Los libros no nos explicarán cuál es nuestro propio sentido de la vida, ni tampoco nuestra familia o amigos tienen derecho a alguno a dictarnos nuestros propósitos. En realidad, todas nuestras necesidades, pasiones y objetivos existenciales están en nuestro interior, y lo que es más interesante aún, irán cambiando con el tiempo a medida que maduremos, que crezcamos como seres humanos.
Así, nada es tan importante como asumir nuestra propia libertad y responsabilidad personal para definir nuestras metas, esas que haremos nuestras aún en las peores circunstancias. Como explicaba el propio Viktor Frankl, cada día y en cada momento tenemos la oportunidad de tomar una decisión, una decisión que determinará: si quedar sujetos a las propias circunstancias, como un juguete en manos del destino, o actuar con auténtica dignidad, escuchando a nuestro verdadero yo.
Pensemos en esto último, trabajemos en nuestra libertad personal con valentía, con decisión.
Así, teniendo claro un «por qué» podremos hacer frente a todos los «cómo»; solo sintiéndonos libres y seguros del objetivo que nos motiva, seremos capaces de generar cambios para crear una realidad mucho más noble.
Una escuela filosófica que trata el tema del sentido de la vida de manera específica e intensiva es el existencialismo lo que concibiendo al ser humano al margen de sus múltiples relaciones sociales.
Desde las posiciones del positivismo el sentido de la vida es rechazado como problema de investigación por ser considerado mera especulación teórica sin fundamentación científica. En la actualidad es abordado por varias disciplinas como la filosofía, pedagogía, psicología, sociología, psiquiatría, etc. y desde cada una de ellas se aportan elementos para una visión integral del mismo.
Cuando se habla de sentido de la vida es importante definir a que problemática se hará referencia; Para esto, tomando el término: sentido como: razón de ser u orientación a una finalidad, es importante diferenciar entre:
a) "¿Qué sentido tiene la vida en su expresión biológica? Tomando al término vida como forma superior de organización de la materia cuyo máximo representante es el sistema nervioso central.
b) "¿Qué sentido tiene mi vida o la de otro representante de nuestra especie? Aquí vida es tomada como el estar-en-el-mundo de un individuo de nuestra especie.
Existencia de un individuo: El sentido de la vida es netamente individual. Nadie puede elegirlo por nosotros. La respuesta de hacia dónde orientar nuestra existencia para que ella tenga justificación y sentido ante nuestros propios ojos es de índole personal. Lo que alguien nos proponga será efectivo si coincide con nuestras potencialidades evolutivas dadas nuestras características como ser biopsicosocial. En el caso de varias personas que se orienten a los mismos objetivos.
El sentido de la vida está condicionado socialmente, ya que es en el medio social donde el hombre va a encontrar los elementos necesarios para satisfacerlo. Es también muy importante en este análisis la posición que ocupe el ser humano en el sistema social. No tenían las mismas posibilidades de proyección existencial un príncipe que un mendigo, no son las mismas para el hijo de un gran capitalista que para el hijo de un obrero.
La proyección existencial tiene un carácter histórico. No se concibe la existencia de sentido de la vida en un individuo, al margen de las relaciones sociales y de la historia, tanto personal como social. Se pudiera argumentar también a favor del primer bando que la conciencia implica orientación del ser consciente hacia algo, lo cual le dará sentido a su actividad, por lo que no puede hablarse de conciencia desorientada de manera absoluta. Pero si puede hablarse de desorientación parcial.
La enajenación como falta de conciencia del fin último y del resultado final de la propia actividad da cuenta de ello. En tales casos el individuo siente que esta tiene un sentido, de lo contrario no sabría cómo hacerla, pero se trata de un sentido parcial y limitado que no justifica su estar en el mundo ante sus propios ojos.
No todo ser humano tiene un sentido de la vida, y ni siquiera todos llegan a tenerlo en algún momento de su existencia. En la conformación del sentido de la vida participan tantos factores esenciales, que uno solo que no tenga la calidad necesaria basta para que la persona se demore en encontrarse a sí misma o simplemente no se encuentre nunca. El propio individuo puede no estar interesado en alcanzar un determinado desarrollo personal para el cual tiene todas las condiciones biopsicosociales. Por el contrario, sentirse fuertemente atraído hacia una determinada profesión o actividad social, no siempre coincide con las potencialidades de desarrollo, ya sean físicas o intelectuales, necesarias para el nivel de desempeño que exige la sociedad.
No existe una barrera bien definida entre la presencia y la ausencia de sentido de la vida, sino una gradación que se mueve entre una verdadera orientación existencial y la falta total de esta, la cual es incompatible con la salud mental. Un rango determinado de desorientación existencial produce angustia vital.
Es importante diferenciar entre la postura filosófica ante la problemática analizada y la propia orientación o desorientación existencial del filósofo. Aquellos que asumen que su vida o la de cualquier otro no tienen ni pueden tener sentido, no dejan de intentar encontrarle un sentido y justificación a sus actos y a su existencia en forma general, ya que tal orientación constituye una necesidad humana: la necesidad de sentido.
La razón de ser de un ser humano hay que buscarla en la función que desempeña en los diferentes sistemas a los cuales pertenece y en los que puede encontrar la realización de su yo. Para que la vida de un individuo tenga un sentido verdaderamente pleno, este debe tributar con su actividad al crecimiento, desarrollo. Nos realizamos, no buscando la realización de nuestra persona, sino por medio de una proyección al exterior contribuyendo a sistemas ya sea hogar, empresa, humanidad, etc. Alcanzamos una determinada perfección proyectándonos hacia el sistema, contribuyendo a su desarrollo y mantenimiento de su integridad, pero ¿El hecho de pertenecer a varios sistemas garantiza la aparición del sentido de la vida en los individuos? Tanto el valor fundamental como el sentido de la vida llevan el sello irreparable de su portador. Así como cada individuo presenta una personalidad única e irrepetible. El sentido de la vida es netamente individual, está formado por los subsistemas de motivos que orientan al individuo hacia diferentes aspectos de su existencia. La orientación fundamental de una doctrina está formada por un grupo de objetivos a los cuales se orienta un grupo de personas que comparten ese sistema ideológico, o al menos esa es la predominante entre los principales decisores.
El sentido de la vida, la felicidad y la autonomía.
Felicidad será definida como la manifestación psicológica de una tendencia al equilibrio biopsico-
social, que aparece con la percepción de realización o de que se está en el camino de satisfacer un
sentido de la vida correcto desde el punto de vista ético moral. Todo ser humano sano puede
experimentar placer, este último depende de la satisfacción de cualquier necesidad, pero no todos
pueden experimentar felicidad. No todos los individuos tienen un sentido de la vida, y no todo sentido de la vida conduce a la felicidad. En tales casos podemos hablar de una jerarquía de motivos y un sentido de la vida, incorrectos desde el punto de vista ético moral, ya que el individuo buscando su equilibrio se aleja de él cada vez más. Para que el sentido de la vida conduzca a la felicidad tiene que ser éticamente sano.
La falta de sentido de la vida, como expresión de insatisfacción de la necesidad de orientación genera mucha ansiedad, aun cuando existan asideros existenciales que justifiquen nuestro estar en el mundo de forma limitada y parcial. La percepción de que nada justifica nuestra existencia es completamente incompatible con la salud mental, y el sufrimiento generado por tal estado psicológico es tan intenso que el individuo pudiera llegar al suicidio. La falta de un bien imprescindible es un mal, y tiene su propio nombre. La falta o escasez de agua o de alimentos son males y se denominan sequía y hambruna respectivamente. El sentido de la vida resulta imprescindible para la salud mental, y su ausencia tiene nombre propio: desorientación existencial.
El sentido de la vida está formado por un sistema de objetivos, y la autorregulación de la conducta, la cual constituye la función principal de los valores ético morales, se efectúa precisamente en función de objetivos, ¿Qué ocurre cuando la persona vive para almacenar dinero? Deja de satisfacer muchas necesidades importantes para él y para los que de él dependen económicamente. ¿Qué ocurre cuando la persona vive para trabajar, apenas descansa y no se recrea?, - Estaremos en presencia de adicción al trabajo y estarán dadas las condiciones para la aparición de enfermedades relacionadas con el estrés: úlcera péptica, hipertensión, etc. El individuo satisface a plenitud "necesidades para otros", pero deja muy insatisfecha "necesidades para sí". El dinero y el trabajo son elementos importantes de la existencia, lo que al ser mal jerarquizadas aparecen antivalores.
1- Tienen un potencial inductor demasiado alto: El individuo prioriza las actividades relacionadas con las necesidades que subyacen en esos motivos y deja insatisfechas otras necesidades de mayor importancia.
2- Tienen un potencial inductor demasiado bajo o no existen: Esos motivos no tienen el suficiente potencial inductor para la realización de actividades encaminadas a la satisfacción de determinadas necesidades. La pereza constituye aquí un ejemplo.
Para que el sentido de la vida sea correcto desde el punto de vista ético moral debe tributar tanto a la realización de mi yo como a la de otros yo que no es el mío. En esto consiste precisamente el logro de un auténtico encuentro con nosotros mismos, el encuentro de nuestro verdadero lugar en el mundo, una autentica orientación con relación a nosotros mismos como seres biopsicosociales.
Desde una óptica filosófica el sentido de la vida está constituido por el sistema de objetivos que justifican a plenitud la existencia de un individuo, analizada en su totalidad, ante sus propios ojos.
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