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¿ES TÚ ESPOSO UN PATAN, ABUSIVO?

  “Una retirada a tiempo puede liberarte de una temporada en el infierno”, dice Tere Díaz Sendra

¿Todo el tiempo quiere saber qué haces y con quién estás? ¿Se molesta contigo sino haces lo que te pide? Te da instrucciones de cómo hacer las cosas a su manera.
Si tú o una amiga o un familiar se encuentra en esta situación, existe la posibilidad de estar frente a un verdadero patán.
Así lo asegura Tere Díaz Sendra, psicoterapeuta de familia y pareja, en su reciente libro "Cómo identificar a un patán".
"Parece mentira que en un siglo donde estamos evolucionando en conciencia se siga presentando gente que vive con estos martirios, mujeres, que son presas fáciles de ciertas conductas posesivas y de intervención injustificada, con bastante más frecuencia de lo que uno creería".
En BBC Mundo entrevistamos a la especialista quien nos describió qué es ser un patán, como identificarlo y cómo librarse de él.
¿Qué es ser un patán?
Es una persona grosera, ruda, brusca e irrespetuosa. Todos de alguna forma en mayor o menor medida podríamos en algún momento dado tener alguna acción "patanesca".
El libro "Como identificar a un patán" aborda los rasgos de una persona que hace generalmente uso y abuso de ciertos privilegios para poder controlar, dominar y someter a otra persona para sus propios deseos, intereses, necesidades y conveniencias.
¿Cuál es la estrategia del patán?
Hay una cierta clasificación "ficticia" de los patanes. Porque depende desde dónde actúan y qué es lo que los impulsa para usar distintas estrategias.
En términos generales, la estrategia del patán es entre seducir, manipular y asustar desde las amenazas.
Los más peligrosos, que llamamos perversos patanes, tienen una conducta, y a veces un trastorno, de perversión narcisista en donde se requiere tener a la presa totalmente invalidada, silenciada, mistificada hasta hacerle creer que por su culpa estamos como estamos, que nadie la va a querer, que no tiene recursos para otra vida, etc.
En este caso estamos hablando de un gran extremo.
Características del patán
- Presume de sus conquistas y ligues
- No invierte en la pareja
- Tiene un comportamiento irrespetuoso
- Quiere ser el protagonista
- Las emociones ajenas no importan
- Es controlador y posesivo
- Difícilmente toma responsabilidad de sus reacciones y actos
- Desprecia a los demás, incluida la pareja, si no son de su "talla"
- Une la burla, el sarcasmo y la ironía como la dulce cereza del pastel del maltrato
- Prioriza su satisfacción y sexualidad
- Es mentiroso
- Niega el conflicto
- Divide, aísla y vence
- Te atrapa su forma de hablar
Los patanes ¿nacen o se hacen?
Generalmente se dan una serie de factores que se entretejen.
Hay personas que nacen no "patanas" pero se transforman con una estructura de personalidad más ansiosa e impulsiva que predispone a la poca tolerancia a la frustración, a la dificultad de posponer la gratificación y a una necesidad de confirmaciones constantes.
Este tipo de personas es más fácil que, para calmarse, o por esta falta de control de impulso, tengan reacciones que pueden ser lastimosas, con o sin intención pero sí en el efecto que producen.
Hay unos que nacen, otros que se hacen y otros que son combinaciones espantosas.
¿El patán puede cambiar?
El patán si quiere puede cambiar. Es muy difícil y tiene que querer porque nadie que tiene privilegios los quiere perder.
Si te encuentras con una persona con un trastorno narcisista de la personalidad con rasgos sociopáticos, que es el perverso patán, yo te diría: ¡Huye! Veo un caso perdido. Cuídate, defiéndete y salte de sus garras.
Por supuesto que hay conciencia, y algunos hombres dicen: "Es que yo no captaba que te daba miedo". Entonces eso se puede cambiar, pero no desde "yo (mujer) lo voy a cambiar".
¿Qué les diría a los hombres? A los hombres les diría que el costo para ellos es altísimo.
Muchos hombres también encasillados en esta idea de ser el fuerte, el que todo lo sabe, el que protege, el exitoso profesionalmente, tienen muchos dolores y lastimaduras que no se pueden ni siquiera nombrar porque serían clasificados como débiles.
Los hombres que dan el paso no tienen idea de la liberación que experimentan.
Problemática de la mujer.
“No me separo por los niños”, es una frase habitual que seguro hemos escuchado casi en toda ocasión. Cuando una pareja está rota seguir unida por los hijos solo lleva a empeorar las cosas a todos los miembros de la familia en general y a los pequeños en particular. Tengo miedo, porque me acosa constantemente diciendo que la mierda me va a sacar si le pido el divorcio, por otro lado, también tengo miedo, qué voy hacer sola con mis hijos, mujer el mundo no se acaba, tienes que darte cuenta que muchos años has vivido esclavizada, dónde está tu dignidad de mujer, tu honor y tu derecho de ser madre, se acabó te espera una nueva vida por delante por fin sin temor sin miedo y sobre todo tú decides por tu familia; no estas sola la ley te ampara pensión para ti y tus hijos la justicia designará el monto.
Cuando la frase “me quiero separar” pasa por la cabeza, no surge de la nada. En ese momento, si se echa la vista atrás, han tenido lugar muchas situaciones que han desembocado en una sensación general de estar harta, enfadada, frustrada, herida, decepcionada, triste. Y también muchos intentos infructuosos de que todo funcione, de que vuelva a ser como antes. Sin éxito. Si no, la idea de separarse no tendría sentido. Y en ese momento la tiene. Lo que antes era una ilusión se ha convertido en un problema.
Cuando sientes que has encontrado una persona con la que quieres compartir tu vida y tener hijos apuestas por construir un camino personal, de pareja y emocional con la idea de que dure mucho. Que dure para siempre. Y te esfuerzas por que las cosas vayan bien. ¡No tiras la toalla a la primera dificultad que te encuentras! Pero por mucho que una le ponga empeño, a veces las cosas no van bien, sin contar que posiblemente el esposo tiene una querida; el dinero no alcanza la susodicha le exige demasiado y él tiene que complacerla porque si no se va con otro, echa la culpa a su esposa diciendo que es muy gastadora no atiende la economía del hogar, viene a la casa con la cabeza llena de cólera, sucede que la querida no lo ha atendido, entonces busca problemas y descarga con su esposa y sus hijos nada tienen que ver pero ellos también llevan su parte. Triste es su vida se da cuenta de lo que es y no lo quería aceptar antes un patán. Llegados a este punto, tenemos claro que lo mejor es separarse, que como pareja ya no funcionan, pega a su mujer, castiga a sus hijos, lleva el hogar como le da la gana y se torna en un ser violento el lazo fraternal desaparece de su mente. Y es justo en este momento cuando aparece una frase demoledora que he oído muchas veces y que tiene un trasfondo que merece la pena que pensemos juntas.
“No me separo por mis hijos”
Las consecuencias que tiene para un niño vivir y crecer en un hogar donde los adultos no quieren estar juntos, donde los conflictos son constantes y/o la convivencia rota.
Para los niños sus padres son el centro del mundo, su principal fuente de aprendizaje
El mito del trauma infantil y la separación
¿Qué puede ganar un niño si sus padres se separan? Está muy extendida la idea de que si los padres se separan eso va a provocar un trauma inevitable en el niño. Sin embargo, eso depende de cómo se haga, de cómo se gestione ese proceso, como todos los momentos importantes en la vida. Pueden gestionarse bien y no provocar problemas en el niño, o mal y sí hacerlo. Pero una pregunta que debemos formularnos es: ¿y es que someterle a una infancia entre gritos y conflictos constantes acaso no le hace sufrir? ¿Y la falta de amor y afecto? ¿Todo va bien solo por el hecho de que mamá y papá estén juntos? La clave es cómo estar juntos, la forma de convivir en pareja es de lo que el niño aprende.
Esta evidente que el momento de la separación va a ser duro para todo el mundo y no podemos esperar que el niño no sienta dolor o frustración o deseos de que las cosas fueran diferentes. Ojalá las cosas fueran diferentes, eso también lo desean los adultos. Pero si no pueden serlo, hay que comenzar un camino para aceptar que no es posible. No con esa persona. Con esa nueva vida, un niño puede ganar tranquilidad. Es una posibilidad abierta para ser feliz, para disfrutar de modelos que le ayuden a vivir las relaciones con los demás de una manera respetuosa y cariñosa, con habilidades para resolver los problemas que se va a encontrar. Si no lo hacemos, le negamos esa posibilidad. Si las parejas se reconstruyen más adelante, además puede tener dos familias que le quieran con locura, y eso es una suerte. Lo que los niños aprenden si se hace una separación adecuada es que, aunque duela, hay que tomar decisiones difíciles en la vida y volver a empezar. Porque al final el objetivo en la vida es ser feliz rodeándote de gente que te quiere y te cuida y no aguantar indefinidamente situaciones que provocan dolor y sufrimiento y que no van a cambiar.
Con la separación aprenden también que en las relaciones personales las cosas a veces funcionan y a veces no, pero que lo importante es ponerse de acuerdo y encontrar la manera de ser feliz. Y a veces esa manera es separándose.
Una de las mayores responsabilidades que tenemos los adultos para con los hijos es darles unos modelos adecuados para que sepan enfrentarse a la vida. Hay que ser sincera con una misma, sobre todo en los momentos difíciles. Separarse no es sencillo. Pero una excusa no puede ser el bienestar de los hijos porque ya hemos visto lo que aprenden cuando viven con dos personas que no se quieren o no se tratan bien. Necesitan otra cosa para crecer y vivir felices. Ya que les hemos traído hasta aquí les debemos eso.








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