Hay mucha confusión al respecto de este tema, como de otros tantos. Para comenzar a poner claridad veamos las distintas definiciones sobre el orgullo y la humildad:
1. El concepto del orgullo
- Sentimiento de satisfacción por los logros, capacidades o méritos propios.- Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que suele llevar un sentimiento de superioridad.- Amor propio, autoestima.
- Persona o cosa que es motivo de orgullo.
2. El concepto de la humildad
- Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.- Bajeza de nacimiento o de cualquier otra especie.- Respeto, rendimiento.
El orgullo es una señal de inseguridad o baja estima. El orgulloso es aquel que busca el elogio, el reconocimiento, el aplauso de la gente. Se alimenta de la mirada del otro porque, aunque lo niegue, precisa ser visto.
El orgullo hace que alguien critique, traiga y lleve chismes y genere división. El lema de la persona orgullosa es: "Yo soy mejor que ustedes". El orgulloso se cree "la última gota de agua en el desierto" y dice frases tales como: "Si yo no estoy, esto no va a funcionar"; "si yo me voy, mi familia se hunde"; "si yo no me ocupo de este proyecto, se cae". Se cree especial e imprescindible, debido a la excesiva confianza que ha depositado en sí mismo (orgullo encubierto).
Una persona con estas características no tiene tiempo de detenerse a pensar en qué aspectos puede seguir mejorando. Dicha actitud hace que pierda de vista lo mejor que siempre está por venir, por lo que en ocasiones serán aquellos que están abiertos a la mejora continua quienes se lleven el premio.
El orgulloso se alegra por el fracaso del otro y se fastidia cuando alguien que no es él tiene éxito.
¿De dónde nace el orgullo?
De posar la mirada en los demás y compararse e intentar competir para ganar y ser el mejor.
Aquel que no es capaz de realizar un análisis o un balance para ver qué debería mejorar, siempre será un mediocre y, sin darse cuenta, quedará estancado en la misma posición.
¿QUÉ ES HUMILDAD?
El concepto de humildad es quizás uno de los más malinterpretados. Se la suele confundir con la pobreza, la cortesía y la profesión o el trabajo que una persona desempeña. Sin embargo, humildad es una actitud interior que nada tiene que ver con la profesión, ni con el dinero, ni con la educación.
Te invito a analizar algunos conceptos:
1. Humildad siempre trae éxito:
Dice el gran libro de los Proverbios que riquezas, honra y vida es el pago de la humildad. Es decir, que la humildad siempre trae abundancia. No todo el que tiene abundancia es humilde pero el humilde siempre terminará con abundancia.
2. ¿Qué no es humildad?
Se la confunde con:
-buenas costumbres: saludar.
-ciertas tareas: ocuparse de la higiene y la limpieza de un hogar, una oficina, etc.
-baja estima: timidez, "yo no valgo", sumisión.
-pobreza: no usar ropa costosa que resulte una ostentación.
Humildad no debe confundirse con tener una buena estima. Buena estima es saber lo que puedo y lo que no puedo. Tampoco debe confundirse humildad con modestia.
¿Qué es entonces la humildad?
Si humildad es lo contrario al orgullo y orgullo es resaltar los logros de uno, humildad es resaltar lo bueno del otro. La humildad es activar todo lo bueno del otro. La humildad hace que uno pueda activar la virtud del otro. "No es lo malo de mí sino lo bueno de vos". No es "no reconocerme" sino "reconocerte" también. Es la capacidad de estimar a los demás.
Cuando una persona tiene una buena opinión de sí misma, no necesita reafirmarla. Esto se debe a que ya posee fortaleza interior. Solo la gente segura de sí misma es capaz de marcar las virtudes del otro.
Fortalezas y debilidades
¿Cómo poder identificar nuestras fortalezas?
Todos tenemos fortalezas y debilidades. Las debilidades son muy fáciles de reconocer, sin embargo, tenemos que aprender a identificar nuestras fortalezas y las fortalezas de los demás.
¿Cómo podemos lograr esto?
Las fortalezas pueden ser de dos tipos:
1. Las que veo de mí.
2. Las que no veo de mí.
¿Por qué no las vemos?
Porque pasamos demasiado tiempo desarrollando las fortalezas culturales o sociales, como ser un conversador agradable, tener buen humor, etc. Esto lo hacemos porque, en el fondo, deseamos ser aceptados por los demás. Nos enfocamos tanto en esas fortalezas externas que perdemos de vista las internas. Y hablar de las propias virtudes es considerado soberbia
¿Cómo podemos entonces desarrollar nuestras fortalezas y ser verdaderamente humildes?
Todos deberíamos poder tener como una de nuestras metas ser humildes, en el verdadero sentido de la palabra, lo cual nos acerca a la verdadera grandeza que tantos persiguen durante toda su vida.
Reconocer nuestras propias fortalezas nos permite con más facilidad dejar de hablar de ellas para poder enfocarnos en las fortalezas de los demás.
El orgullo destruye las relaciones. Aparece de muchas maneras diferentes, como la crítica, la
competencia, la terquedad y la superficialidad. El problema con el orgullo es que te engañas a ti mismo. Todos los demás pueden verlo en nosotros menos nosotros. Cuando tienes un problema con el orgullo, no lo ves en tu vida.
“El orgullo va delante de la destrucción, y la arrogancia antes de la caída” El orgullo destruye las
relaciones, pero la humildad es el antídoto contra el orgullo. La humildad construye relaciones. Si pasas tiempo con gente gruñona, te vuelves más gruñón. Si pasas tiempo con gente feliz, te vuelves más feliz. Si quieres tener más humildad, pasa tiempo con Jesucristo, es humilde. y a medida que lo conozcas, te volverás más como Él.
EL ORGULLO Y HUMILDAD
La medicina contra el egoísmo
La palabra orgullo tiene dos significados: El espíritu de soberbia que se siente superior (una característica negativa). El espíritu de satisfacción placentera de valor adecuado (una característica positiva).
La palabra humildad tiene dos significados: Un espíritu de respeto, deferencia y mansedumbre (una característica positiva). Un espíritu de insignificancia, de subordinación y de inferioridad (una característica negativa).
Algunas características de la percepción secular del orgullo: Nunca admita una debilidad, exija sus derechos, busque el reconocimiento y la alabanza para si mismo, procure vengarse cuando reciba un agravio, no busque el consejo de otras personas, busque la aprobación de otros…
EL ORGULLO, ESE GRAN GENERADOR DE CONFLICTOS
El orgullo, en su vertiente negativa, nos conduce a la soberbia y al ego, algo que nos involucra en numerosos conflictos. Como en todos los conceptos, o como todo en la vida, nunca hay categorías definitivas ni definiciones absolutas. Esto ocurre con el orgullo, que puede ser bien o mal utilizado. Al orgullo positivo se le llama autoestima y autoconfianza, y al negativo soberbia.
El orgullo positivo es necesario para sentirnos seguros y llevar una vida equilibrada, valorarnos en nuestra justa medida, situarnos en nuestra existencia y estar orgullosos de ella: esto es algo absolutamente sano. El segundo orgullo, el que nos aleja y eleva del mundo, va a ser el mejor generador y “atascador” de conflictos que podemos tener.
El lado negativo del orgullo es definido como el exceso de estima hacia uno mismo y hacia los propios méritos, por los que la persona se cree superior a los demás. Este tipo de orgullo nos incapacita para reconocer y enmendar nuestros propios errores y pone de manifiesto la falta de humildad.
“Si no se modera el orgullo, él será nuestro mayor castigo”
-Dante Alighieri-
La humildad, cualidad contraria al orgullo, es lo que nos permite adoptar una actitud abierta, flexible y receptiva para poder aprender aquello que todavía no sabemos. Las personas orgullosas trasmiten muchas quejas mentales debido a su ego exagerado, quejándose de personas, situaciones, tiempo, del país, etc. Esto inevitablemente les hará ir saltando de un conflicto a otro.
Cuando el orgullo se transforma en soberbia
La palabra soberbia proviene del latín superbĭa y es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás, sobrevaloración del yo respecto de otros. Se trata de un sentimiento de
superioridad que lleva a presumir de las cualidades o de las ideas propias y menospreciar las ajenas.
Se puede decir que el orgullo puede derivar en soberbia. La soberbia es una actitud orgullosa que encuentra su definición en la osadía de aquella persona que se envanece a sí misma.
La soberbia, que nos lleva a sentirnos superiores cada vez que nos comparamos con alguien, pone de manifiesto un complejo de inferioridad. De ahí surge la prepotencia, con la que tratamos de demostrar que siempre tenemos la razón. También empleamos la vanidad, haciendo ostentación de nuestros méritos, virtudes y logros. Estas personas pueden ser muy intolerantes ideológicamente, aferrándose a una postura única y no permitiendo ninguna aportación ajena. Su capacidad de autorreconocimiento es muy baja, así como muestran una gran resistencia a pedir perdón y al cambio personal: no piensan en el cambio porque piensan que lo hacen bien. Presentan un endurecimiento emocional, una distancia emotiva.
Honestidad para derribar a nuestro orgullo
La honestidad nos da fortaleza para cuestionarnos, identificando la falsedad y las mentiras que nos amenazan, como tentaciones, desde nuestro interior. En la medida que la honestidad se va integrando en nuestro ser, nuestro orgullo se irá desvaneciendo al no tener que representar papeles, con el fin de dar la imagen de alguien que no somos.
Variantes del orgullo
Orgullo 1: es el malo
Es aquel en el que intentas posicionar por encima de los demás mediante tus pensamientos, palabras y acciones. Normalmente parte de un sentimiento de inferioridad, que procura ocultarse tras el disfraz de «soy más o mejor que tú». Pero por dentro la historia es muy distinta.
Orgullo 2: es el bueno
Es el posicionamiento que haces al tomar conciencia de que eres un ser extremadamente valioso, maravilloso y lleno de potencial… Al igual que el resto de personas.
Los tipos de humildad
Humildad 1: limitante e ilógica En ella te posicionas frente a ti mismo, a los demás, y a la vida como una persona sin ninguna cualidad especial; “todo lo haces” de forma aceptable o mal, en el peor de los casos. “No tienes nada de especial”.
Humildad 2: esta es la buena. En este caso, el enfoque humilde te permite no solo tener orgullo para valorar tú verdadera y gran valía, sino que, además, es totalmente compatible con ser consciente de las propias limitaciones y así poder aprender y relacionarte de la forma más efectiva y amorosa posible. ¿Pero qué tipo de humildad? Pues la humildad real y auténtica. La falsa humildad es un freno a quien verdaderamente eres… ¡Es un lastre enorme!
Lo que verdaderamente tú eres: un ser con un valor ilimitado, Este es un cambio que debes efectuar si deseas vivir la vida que te mereces, y no vivir más la dolorosa vida de otro. Un lenguaje verdaderamente honesto crea honestidad contigo mismo y con la vida, y eso lo percibes gracias a tu cuerpo, en forma de sentimientos potenciadores, y a la vida, mediante abundancia externa
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