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EL ARTE DE TENER RAZÓN

 

Hay un concepto del que nunca tenemos suficiente…es algo que ambicionamos tener más y más… Y no es el dinero. Ha generado incluso guerras y divorcios, ¿pero ¿qué es? La razón. "Tener la razón es algo maravilloso, nos reconforta y nos brinda seguridad en un mundo extremadamente inseguro. Nos protege y por eso siempre andamos buscándola. Sin embargo, el problema de tener la razón es que desde el mismo momento en el que sentimos que la tenemos, nos impide ver la vida con los ojos de los demás" ¿Y qué problema supone esto? "Significa que no dudas porque estás seguro de ti mismo. 

Cuando creemos que nuestro argumento es el cierto, válido e inapelable, ya no queda espacio para el pensamiento de otros" En los tiempos actuales incluso se ve un signo de debilidad cambiar una postura o pensar en la piel del otro.
El famoso filósofo británico Bertrand Russell dijo: “El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas”. Así que en un mundo donde nadie duda y todo el mundo reclama tener la razón, no queráis tenerla. Evitad las certezas y huid de lo que creáis seguro. Ignorad la certidumbre y haceos preguntas difíciles. Dudad y escuchad al diferente.
"Esto importa porque cuantos más ciudadanos duden de sus propias convicciones, más comprensión habrá en el mundo
Hay personas así, opinadores profesionales, mentes obcecadas en tener siempre la razón. Son perfiles que tienen el ego muy grande y una empatía muy pequeña. Además, son especialistas en alzar disputas continuas, artesanos habilidosos en desestabilizar la armonía de todo contexto.
Querer tener razón y demostrar que estamos en lo cierto es algo que a todos nos satisface, no podemos negarlo. Es un refuerzo para la autoestima y un modo de reequilibrar nuestras disonancias cognitivas, también nos trae problemas en nuestro aspecto somático. 
Ahora bien, la mayoría de nosotros entendemos que hay límites. Sabemos que son importantes las actitudes constructivas. También, una visión humilde y un corazón empático capaz de apreciar y respetar los enfoques ajenos.
“Una creencia es algo a lo que te aferras porque crees que es verdad”
Deepak Chopra
Sin embargo, uno de los grandes males de la humanidad sigue siendo esa insufrible necesidad por tener siempre la razón. “Mi verdad es la única verdad y la tuya no vale” enarbola el palacio mental de muchas personas e incluso de ciertos organismos, grupos políticos o países que gustan de vendernos sus idearios como panfletos moralizantes.
Ahora bien, debemos tomar conciencia de que es algo serio. Porque quien se obsesiona en tener siempre la razón acaba sufriendo efectos secundarios. Por ejemplo, el aislamiento y la pérdida de la salud. Debemos ser capaces de conectarnos a los demás, de ser sensibles, respetuosos y hábiles a la hora de crear entornos más armónicos.
Por otro lado, es conveniente recordar que todos tenemos pleno derecho a tener nuestras propias opiniones, nuestras verdades y nuestras predilecciones, esas que hemos descubierto con el tiempo y que tanto nos identifican y definen. Sin embargo, cuidado, porque ninguna de estas dimensiones debe “secuestrarnos” hasta el punto de arrojarnos a ese calabozo de “mi verdad es la única verdad que cuenta”.
Hay quien vive inmerso en un diálogo interior que a modo de mantra, le repite una y otra vez que sus creencias son las mejores, que sus enfoques son inamovibles y que su verdad es un lucero de sabiduría inviolable. Pensar de este modo les arroja a tener que ir por la vida buscando personas y situaciones que validen sus creencias, y las “verdades” de esos mundos atómicos y restringidos donde nada debe ser cuestionado. Las consecuencias de vivir con este tipo de enfoque mental suelen ser serias y casi irremediables.
Tener siempre la razón: ¿Qué y para qué?
Para concluir, algo que todos sabemos es que nuestro a día a día es como un fluir donde se entrecruzan varias y complejas corrientes. Todos vamos en nuestros propios barcos, bien río arriba o bien río abajo. En lugar de obcecarnos en mantener siempre una misma dirección, aprendamos a alzar la vista para no chocar los unos con los otros.
Permitamos el paso, creemos un mar de mentes capaces de conectarse las unas con las otras para fluir en libertad y en armonía. Al fin y al cabo todos buscamos un mismo destino, que no es otro que la felicidad. Así que construyámoslo poniendo como base el respeto, la empatía y un sentido auténtico de convivencia.
Podríamos estar en el mismo sitio y a la misma hora y vivir experiencias distintas; de hecho, esto es más normal de lo que imaginamos. Quizás porque lo necesitamos, porque nos hace sentir seguros, muchas veces nos hace falta pensar que tenemos razón, que lo que vemos y lo que oímos es lo que sucede realmente y estamos dispuestos a defenderlo frente a cualquiera.
Puede que fuera bueno que nos diéramos cuenta de que, todo lo que percibimos, queda matizado por nuestras experiencias anteriores, por nuestras creencias y por la agudeza de nuestros sentidos. A esto le podemos añadir que es muy fácil engañar a nuestros sentidos; de hecho, por Internet circulan un montón de engaños perceptivos.
Hay más de un experimento en el que, simplemente cambiando el sonido o jugando con los contrastes y los colores, se consigue que veamos lo que no hay o que percibamos un movimiento que no existe.
El cerebro tiene esquemas específicos para percibir la realidad
Los magos nos engañan porque saben cómo funciona nuestro cerebro; utilizan este conocimiento para confundirnos, para hacernos mirar donde no está la pieza o para ver un movimiento donde no lo hay. El cerebro tiene esquemas específicos para percibir la realidad, que tienen sus ventajas y limitaciones, no conocer nuestras limitaciones, es precisamente lo que nos limita.
Es un poco como lo que dice el refrán “pedir peras al olmo”. Cuando descubrimos cómo funciona nuestro cerebro, aprendemos a sacar un mejor provecho sin desear que nos dé peras que, además, no son necesarias. Os contare una pequeña historia que, por cierto, fue real. esta historia habla de la razón y el funcionamiento de la memoria. 
La próxima vez que tengáis una discusión con alguien por quién tiene la razón, penséis que puede que existan distintas versiones de la realidad, una por cada uno de los puntos de vista y que, en lugar de enfadaros, intentéis entender los motivos del otro o, como mínimo, simplemente aceptar que es otra forma de ver las cosas.
“Cada quien habla desde su propia perspectiva. No existe una realidad absoluta que se pueda aplicar de manera uniforme para todos”
-Anónimo-
Puede que esto no nos saque de dudas sobre quién tiene razón, pero casi seguro que nos hará sentir mejor. Así, lo realmente importante no es que nos engañen nuestros sentidos, ni que creamos tener razón, sino que muchas veces llevamos la discusión a un extremo en post de nuestra razón que no repara en recursos para demostrarle a la otra persona que la tenemos.
Por otro lado, a veces ponemos tanta vehemencia en esta discusión que podemos llegar a herir a la otra persona sin darnos cuenta, cuando el tema no tiene mayor trascendencia o en el fondo por mucha seguridad que tengamos, en este caso, la razón no nos asiste y nuestra memoria nos falla










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