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RECONOCIMIENTO DEL OTRO

 

La noción de otredad es el reconocimiento del Otro como un individuo diferente. Cuando reconocemos la existencia de un Otro, distinto a nosotros, estamos ante la presencia de una riqueza social que puede ayudarnos al crecimiento como personas. La presencia del Otro en nuestra vida es esencial, la otredad, el hecho de que hay alguien que no soy yo, implica descubrimiento y aventura, autodescubrimiento y crecimiento, es verse en un espejo y transformarse en un acto de toma de conciencia de la existencia de otro ser humano.

Al descubrir al Otro como otro ser humano, distinto a lo que somos nosotros, estamos descubriendo el entorno que rodea a este ser humano, la naturaleza, el universo que lo envuelve y condiciona. La conciencia de Otro implica despojarse del ego que nos domina y posee, para darnos cuenta que nosotros somos una partícula más, que no somos más importantes que otros, sino que nuestra existencia cobra significado e importancia, por el hecho de que ese Otro forma parte de la trama de la vida, del tejido esencial que nos envuelve.
Todos necesitamos del Otro para sobrevivir y realizarnos como persona. Sin embargo, en la rutina y cotidianidad de nuestro diario vivir, no reparamos ni tomamos conciencia de todos esos Otros, que contribuyeron y contribuyen en nuestra propia expansión y evolución como seres humanos.
Cada ser humano es como una fuente de agua, esto significa tomar conciencia del Otro, de las personas con quienes estamos, para comprenderlas en su terreno, en sus circunstancias. Es comprender, por encima de las diferencias que podamos tener, que ese Otro existe, aunque sea distinto a mí.
La vida y la naturaleza se expresan de diferentes formas, y los seres humanos sólo somos una manifestación maravillosa de una de ellas. Es necesario que veamos con otro lente a los Otros, como sujetos primordiales y también que tomemos conciencia sobre el mundo y las circunstancias que lo rodea, sobre el mundo en el que vive. La necesidad de mirarnos en el espejo del otro, es la necesidad de ver más allá, hacia una totalidad de la cual formamos parte.
En toda nuestra existencia, realizamos sueños, proyectos, encontramos el amor y sufrimos distintas clases de pérdidas. Esta existencia puede ser satisfactoria, o volverse una pesadilla. Sri Amma Bhagavan sostiene “Un ser humano feliz no puede dañar a otro. Solamente un ser humano infeliz posiblemente podría dañar a otro porque él está en el dolor». En la vida aprendemos gracias a las relaciones, no a las cosas, por lo tanto, la forma de tratar a los demás, es mucho más importante que los objetos materiales que vamos acumulando en el tránsito por este mundo.
Es resaltar nuestra existencia reconociendo la existencia de Otro, no es buscar la manera de limitar al otro, es buscar la forma que ese Otro se expanda y alcance su plenitud, su esencia, todo el potencial del cual es capaz.
La capacidad de reconocernos en un espejo es algo raro entre los seres vivos que habitamos el
planeta, sólo un pequeño grupo de mamíferos muy evolucionados, hemos dado muestras de poseer tal capacidad. La mayor parte de los animales creen ver a un extraño cuando se les confronta con imágenes de sí mismos, en una primera exposición suelen atacar a su propia imagen o incluso iniciar rituales de cortejo. El Otro es nuestro espejo y por eso a veces atacamos al Otro, porque no nos gusta lo que nos refleja de nosotros mismos.
La próxima vez que interactúes con ese Otro, obsérvate a ti mismo y pregúntate: ¿Qué estoy viendo en él?, ¿Su imagen de sí mismo, producto de su pasado y circunstancias? o ¿Quizás estás viendo su capacidad inherente de redefinirse, reinventarse como lo que es, otra partícula del universo como yo?, ¿Estás viendo tu propia imagen reflejada en él?, ¿estás viendo tu propia grandeza o tus temores y miedos? ¿Qué ves cuando te ves, cuando te escuchas, cuando te sientes en relación con ese Otro? ¿Tenemos la capacidad de observar a los Otros a conciencia plena, con aceptación y compromiso, sin enojos ni críticas extremas?

Intentemos pensar, escuchar, mirar, ver y observar qué ocurre en nuestro día a día. ¿Qué escuchamos, contestamos, conversamos, discutimos? Preguntémonos sobre ¿Quiénes nos rodean?, ¿Qué intenciones traen?, ¿Qué significado tiene cada relación y cada momento compartido?
Somos mucho más de lo que creemos ser. Somos lo que el Otro nos devuelve. Lo que nos dice y lo que calla, con sus gestos y palabras, con sus tantas posibles demostraciones de afecto y desamor, con sus actos y lecciones positivas o destructivas. Somos lo que el Otro nos devuelve y somos lo que interpretamos de ese contenido. ¿Qué reflejamos, qué devolvemos, qué aprenden a diario los otros de nosotros?
Más allá de nuestro egocentrismo y egoísmo, tenemos que empezar a comprender y a trabajar en que todo cambiará en nuestras interacciones con los Otros, cuando estemos dispuestos a entender que somos parte de una trama, de una red, de un tejido que nos vincula y nos une a todos. ¿Quiénes 
somos?, ¿Qué representamos para nosotros y para los Otros?, ¿Qué somos o podemos llegar a significar para los demás?, ¿Qué aprendemos y enseñamos en cada una de nuestras acciones?, ¿Qué mensaje dejará cada una de nuestras palabras, de nuestros gestos, de nuestros comportamientos?
Una de los aspectos que llama más la atención, es que hoy en día la imagen personal es esencial para presentarnos ante los demás, pasamos cantidad de tiempo viéndonos ante el espejo, maquillando, mejorando, acicalándonos para presentarnos ante nuestros semejantes y dar una “buena impresión” de quiénes somos, o queremos y pretendemos ser, de lo que queremos esconder tras la exagerada preparación externa. Nos esmeramos en cubrir nuestras debilidades interiores y nos esforzamos por mejorar las exteriores. Al reconocernos y reflexionar sobre nosotros, estamos más capacitados para mejorarnos. Somos lo que reflejamos, somos lo que hemos aprendido, y aprendemos diariamente. Somos lo que dejamos por herencia a cada paso, las huellas o las cicatrices, lo que trascenderá de nosotros al dejar esta vida. Tenemos que aprender a reconocernos en el Otro. Es esa la mayor conciencia que despliega el ser humano.









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