La vida ahí está, tú la vives, ella vive y yo también; si crees que la vida existe y quieres seguir los dictámenes que la llamada vida te da, continua viviendo, es pura fantasía, la vida en si no existe, tu eres la vida, tú haces que lo que llamamos vida “tenga vida” (parece de locos pero el loco tiene algo bueno) es algo nebuloso, nadie ha visto a la vida como persona, nadie ha estrechado la mano de la vida, tampoco nadie ha visto la vida reír o llorar; ríes tú, lloras tú, sufres tú, alegre estas porque tú quieres estarlo; si quieres vas a la universidad a estudiar una carrera, vas al mercado a comprar fruta, vas al parque a leer el periódico, todo esto porque tú lo has decidido, la vida te digo has esto o aquello, ¡no señor!
Soy un pobre desdichado porque la vida así lo quiso, no soy feliz porque la vida quiso que así sea, me despidieron del trabajo porque la vida hace que suceda estas cosas, te repito no señor, ¿la vida hablo con la felicidad, hablo con el empresario? Tus acciones son consecuencias de tus pensamientos y es así como haces que la vida seas tú mismo, tu vida está dentro de ti, decides y accionas la vida no se acerca y te dice al oído lo que debes hacer. Tu vida es tuya y de nadie más
Sí… por muy obvio que parezca… tu vida es tuya y de nadie más. La frase en sí misma puede resultar redundante, pero es una realidad que hemos de volver a saborear y degustar. Es una realidad que hay que enmarcar. De la misma manera que enmarcamos las fotografías que son importantes es fundamental que no desatendamos ni dejemos en un segundo plano esta afirmación.
Piensa que las decisiones que tomamos conforman nuestra vida. Tanto las que tomamos nosotros por propia voluntad como las que tomamos “influenciados por los demás” Toda decisión se va guardando en nuestra mochila vital. Cada decisión tiene un peso, más o menos liviano, pero un peso con el que hemos de caminar. Un peso que va definiendo y dando forma a nuestra vida.
“Nuestra vida se conforma de las decisiones que vamos tomando. Absolutamente todas las decisiones que tomamos, influenciadas o no en cierta medida por otras personas, son nuestras y nosotros somos los últimos responsables de ellas”
Tu vida es tuya y eres tú quien toma las decisiones en ella
Muchas veces nos vamos a encontrar queriendo tomar una decisión que no es aprobada por los demás. Decisiones que, en muchas ocasiones, se tachan de inconscientes, o de precipitadas… o simplemente son decisiones que los otros no pueden comprender. Las personas que nos quieren pueden temer las consecuencias de tomar esas decisiones en nuestra vida y para nuestro futuro.
No obstante, si has tenido tu tiempo para reflexionar, si has sentido que hay cambios que debes hacer (drásticos o menos drásticos, más o menos anclados a la “realidad” …) no hacerlo por lo que puedan decirte los demás o por cómo puedas “preocupar” a las personas que te quieren depositar tu libertad lejos del lugar adecuado.
La vida, al fin y al cabo, es de quien la vive. Por supuesto hay decisiones que hay que meditar para saber desde qué lugar las estamos tomando. A veces tomamos decisiones cuando estamos muy enfadados o muy eufóricos, cuando quizás convenga pensarlas y meditarlas en un estado mucho más reposado para identificar deseos genuinos.
A veces culpamos al otro de nuestras decisiones
Pero es que esa tarea es nuestra. Nos pertenece a nosotros. Razonar nuestras decisiones, razonar los cambios que queremos en nuestra vida. Y nuestro deseo es totalmente legítimo si así lo sentimos. No podemos dejar manipularnos por ese “miedo” que los demás tienen ante las decisiones que queremos tomar.
Las personas que nos quieren entenderán que el diseño de nuestro camino es una tarea propia, con nuestros valores y emociones, con nuestros pensamientos y con nuestras vivencias… con nuestra propia y original visión de la vida. Pensemos si queremos la vida que los demás quieren para nosotros. Sería ir en contra de nuestra naturaleza. Estaríamos condenados a una sensación sorda y constante de infelicidad y de inadecuación…
Acabaríamos culpando a los otros como consecuencia de nuestra falta de valentía y coraje. ¡Tú tuviste la culpa!, ¡Tú fuiste el que me dijo que no lo hiciera!… Y nadie más que nosotros es responsables de nuestra vida. Culpar al otro es evitar tomar conciencia de que la vida es nuestra, y nosotros somos responsables de cada una de las decisiones que tomamos en ella.
Tú eliges tu vida, sus matices y sus colores. ¿Qué puedes errar? ¿Qué puedes equivocarte con algunas decisiones? ¡Por supuesto! Nos equivocaremos muchas veces, pero esto jamás supondrá una equivocación en sí misma, precisamente porque el aprendizaje viene de las “malas” y las buenas decisiones que hemos tomado en nuestra vida.
De hecho, piénsalo, ¿qué experiencias han sido las que te han hecho madurar profundamente y saber lo que deseas en tu vida y lo que no? Así que vive tu vida como tú la quieras construir. Tómate tu tiempo y no te martirices demasiado por defraudar a los que te quieren. Ellos entenderán que solo tú puedes decidir lo que quieres y no en tu vida. Y sólo tú podrás darte cuenta de ello.
¡Ánimo en este camino!
Ámate a ti mismo, pues el amor de los otros nunca será suficiente para satisfacer lo que tu alma requiere de ti. Muchas prioridades las establecemos desde nuestro inconsciente, esto se debe a que nos dejamos llevar por el día a día, actuando sin darnos cuenta de qué es lo que estamos haciendo y en qué estamos invirtiendo nuestro tiempo. Si así es el caso debemos dar un alto en el camino, evaluar en qué lugar te nos hemos puesto dentro de tu lista de prioridades y revisar qué cosas en este momento ocupan el lugar que deberías estar ocupando tú en tu vida.
Haz de ti la persona más importante de tu vida.
• Teniendo tu momento sagrado
• No busquemos la aprobación de otros, busca tu propia aprobación.
• Elimina la gente negativa. ¡Así es, hay que eliminar todos esos vampiros energéticos!
• Define tus límites en las relaciones.
• Incluye en tu vida el tiempo de ocio. “El ocio” una palabra a la que a veces solemos atribuirle una connotación negativa pero no debería ser así, es necesario que incluyas en tu vida momentos para desarrollar tus pasiones y hobbies, las actividades que te gustan y te relajan, pues son precisamente estas las que te recargan de energía positiva, te generan la sensación de descanso y te permiten llevar una vida plena y feliz.
Tu ser único y especial se encuentra sumergido en las profundidades de ti mismo, en ese lugar a donde ninguna persona jamás podrá llegar, solo tú. Todos somos creaciones perfectas de Dios, únicas, especiales e irrepetibles, tú no eres la excepción, sin embargo esta hermosa creación ha sido cubierta por una nube de temores que la ocultan, máscaras, ideas equivocadas, prohibiciones, creencias falsas muy arraigadas que nublan el brillo interior, pero especialmente que te desconectan de él, hasta el punto de que llega un día en el cual ni siquiera lo reconoces.
Luego, mediante el despertar espiritual, comienzas a realizar el trabajo de reconexión con tu esencia divina, logra emerger tu verdadero ser, empiezas a escucharte a ti mismo, a descubrirte y verte por primera vez. Inicia una conexión interna única contigo mismo, pues nadie puede conocerte tan bien como tú.
Estar contigo mismo se convierte en una experiencia deliciosa, en un disfrute permanente pues te sientes acompañado de aquel ser que jamás podrá ni quiere abandonarte, que te comprende y acepta, porque ya has superado las torturas de la culpa y con dulce amor aceptas tus errores sin culparte ni agredirte.
Las mieles del silencio solo pueden saborearse cuando has logrado esta conexión con tu esencia divina, disfrutas a plenitud sin pesar por ninguna pérdida o tragedia, te entregas confiado a la vida sin temor a estar solo pues llegaste al punto donde siempre dispondrás de ti mismo para acompañarte.
El temor a lo desconocido, a la soledad o a la pérdida desaparece, pierde su sentido y su sustento. Al encontrarte a ti mismo y reconocer la esencia divina que te habita descubres que ya nada puede perturbarte, y si por cualquier motivo eso llegara a suceder, abrazaras con ternura esas emociones negativas que te están visitando, para que se disuelvan en el inmenso océano de paz y amor que habita en tu interior.
El silencio y su riqueza
El silencio sí tiene la capacidad para cambiar nuestra vida porque a través de él nos reencontramos con lo esencial de nosotros mismos. El maestro zen Jorge Bustamante, señala que silencio y quietud van de la mano. ¿Cómo quedarnos quietos? Simplemente dejando de movernos. Después, la quietud interior vendrá por sí sola.
Nuestro problema no son las cosas que no tenemos, ni los amores que nos abandonan, ni las posiciones o experiencias que no logramos alcanzar. El problema está en ese deseo frenético y equivocado de alcanzar algo externo, para que se pacifique nuestro mundo interno. Es un saco sin fondo en el que siempre habrá un lugar para algo más y nunca aparecerá la sensación de que ya es suficiente.
El silencio y la quietud contribuyen a calmar ese deseo caótico e insaciable y favorecen ese estado de paz interior que tanto necesitamos. Nos ayudan a diferenciar lo esencial de lo innecesario. Esto se traduce en mayor claridad interior, mayor lucidez y, por supuesto, mejores acciones y decisiones. El silencio también habla, nos habla. ¿Por qué no escucharlo?
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