La verdad final es simple: todas las cosas existen en la Conciencia,
todas las cosas fluyen desde la Conciencia y todas las cosas SON la Conciencia,
porque lo único que existe es la Conciencia.
Cuando los sucesos coinciden con lo que consideramos conveniente, nos
enorgullecemos por nuestros “logros personales”; cuando no coinciden, nos
frustramos.
Pero hay que darse cuenta de que todo lo que creemos que es el resultado
de nuestra voluntad, en realidad solo es lo inevitable. A medida que modificas
tus pensamientos, tu mundo experimenta agradables y profundos cambios. Por
ejemplo, al darte cuenta de que eres responsable de cómo reaccionas en un
momento dado, los demás ya no tienen poder ni capacidad de control sobre ti. En
vez de preocuparte y pensar «¿Por qué esa persona se comporta así y hace que me
sienta tan irritado?», puedes afrontar la situación como una oportunidad de
observarte desde una nueva actitud de autodominio. Tu examen interior te
permite hacer brotar nuevas respuestas y examinarlas con una actitud de
tolerancia hacia ti mismo. Observando cómo discurren tus pensamientos,
limitándote a acompañarlos, el comportamiento de las demás personas pierde
inmediatamente su poder sobre ti. Empiezas a ver tu mundo envuelto en la
armonía del principio absoluto, que fluye eternamente (e internamente) a través
de tu ser.
Ante cualquier situación ya sea de tipo familiar, laboral, social o
incluso ante las atrocidades que escuchamos en los boletines de noticias, te
darás cuenta de que no existe un «ellos» con poder sobre ti. Cuando te niegas a
ceder el control de tu vida a otra persona o a una serie de circunstancias,
estás usando tu fortaleza personal, no la fuerza. En realidad, experimentas una
sensación de autodominio. Has adquirido este nuevo poder de control interior
porque has decidido vivir de acuerdo con el principio absoluto. Para ser feliz,
no necesitas la aprobación de los demás, ni más posesiones; solo tienes que
entender que eres una parte divina del principio eterno en permanente conexión
con la Esencia Infinita.
Lao Tse equipara la vida eterna con la capacidad de encontrar dentro de
uno mismo la Fuente de iluminación y fortaleza. Nos recuerda que mientras los
factores externos, tales como el conocimiento o el poder sobre los demás,
pueden proporcionarnos una larga vida, hacerse cargo de uno mismo nos aporta
una sabiduría imperecedera y un billete a la inmortalidad. Esto es lo que el
gran maestro desea que aprendas de este verso del Tao Te Ching y lo apliques a
tu vida:
«Céntrate en comprenderte a ti mismo en vez de
culpar a los demás».
Cuando estés ansioso, apenado o incluso ligeramente alterado por el
comportamiento de otra persona, no te centres en quien consideras que es la
causa de tu desazón. Dirige tu energía mental a la aceptación de tus
sentimientos, sin culpar a nadie, y deja que el Tao fluya libremente. ¡Tampoco
te culpes a ti mismo! Piensa que nadie tiene poder para hacer que te sientas
incómodo si no lo deseas, y que no estás dispuesto a entregárselo a esa persona
en ese momento. Eso si tú quieres experimentar libremente tus emociones sin
tener que considerarlas «negativas» ni expulsarlas de ti. ¡Fluye con el Tao,
ahora mismo! De esa manera, practicando este sencillo ejercicio en un momento
en que te sientas incómodo, estarás adquiriendo autodominio.
Es importante esquivar la culpa e incluso tu deseo de entender a la otra
persona; en vez de eso, céntrate en comprenderte a ti mismo. Al adquirir el
compromiso de decidir cómo responder ante algo o ante alguien, entras en
consonancia con el principio de tu ser. Cambia tu punto de vista sobre cómo
percibes el poder de los demás sobre ti y amanecerás en un mundo nuevo
lleno de vida y de posibilidades sin límite.
Wayne Dyer
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