LOS NUEVE RASGOS DE GURDJIEFF
1.
LA IRA. El
Perfeccionista-Resentido
2.
EL ORGULLO. El que da
3.
LA VANIDAD. El
organizador. Falsificación.
4.
LA ENVIDIA. El
Romántico – La comparación
5.
LA AVARICIA. El
Observador-La Negación
6.
LA COBARDIA. El que
duda.
7.
LA GULA. El epicúreo-El
escapista
8.
LA LUJURIA. El mandón
9.
LA PEREZA. El mediador
El propósito principal del
eneagrama es revelar el tipo al que pertenecemos cada uno, descubriendo así
nuestra compulsión y aprender a trabajar sobre ella, a fin de lograr en
definitiva nuestra libertad, sanación. Es un viaje de autoconocimiento.
El descubrimiento de esta compulsión supone
una ruptura de la estrategia defensiva cuidadosamente escondida que una persona
ha desarrollado para su propia seguridad y una existencia significativa. Cuando
esta fuerza o compulsión que nos dirige no ha sido enfrentada directamente
tiene gran influencia en las decisiones que tomamos sobre los que tenemos o no
que hacer y cómo pensar en nosotros mismos en relación con los demás
El eneagrama
contiene nueve eneatipos, los cuales están relacionados entre sí de acuerdo a
la cercanía o al enlace existente entre sus flechas. Aunque el mejor
diagnostico lo dará la propia persona y así logrará el máximo provecho, lo que
puede derivar en enriquecer la personalidad.
Todos tenemos un poco del lado
oscuro (el ego) y del lado luminoso (el ser) que se encuentran en cada uno de
los nueve eneatipos. Sin embargo, en general estamos más identificados con un
eneatipo dominante.
El Eneagrama describe nueve modelos mentales, o tipos de
personalidad, cada uno de los cuales puede vivirse desde el ego o desde el ser,
en función de nuestro nivel de consciencia, nuestro grado de comprensión y
nuestro estado de ánimo. Y para facilitar el manejo y la comprensión de esta
herramienta de autoconocimiento, se emplean nueve números.
Para poder crecer y
evolucionar como seres humanos, el primer paso consiste en identificar cuál es
nuestro eneatipo principal: aquel que determina nuestra herida de nacimiento.
Es decir, lo que nos mueve inconscientemente a crear e identificarnos con el
ego para evitar sentir el dolor, el vacío y la ansiedad que nos produce el
vivir desconectados del ser. A su vez, nuestro eneatipo principal determina
nuestro rasgo más característico de comportamiento, tanto cuando vivimos
identificados con el ego como cuando reconectamos con nuestro verdadero ser. Si
bien al investigar los nueve tipos de personalidad nos veremos reflejados en
todos ellos, al profundizar lo suficiente verificaremos que sólo uno de estos
nueve eneatipos define con más exactitud nuestro modelo mental particular. No
se trata de quedarnos con las conductas y actitudes superficiales, sino con las
motivaciones inconscientes y ocultas que las generan.
DESCENTRAMIENTO Y CENTRAMIENTO
Desde la
perspectiva del Eneagrama, nuestra forma de ser no sólo viene determinada por
nuestro eneatipo principal, sino que también está estrechamente relacionada con
otros dos eneatipos más: aquellos a los que nos descentramos y nos centramos.
Así, cuando pasamos por una situación de estrés, desequilibrio y malestar
prolongada, adoptamos los patrones de conducta egocéntricos de otro eneatipo,
un movimiento denominado «descentramiento» o «desintegración».
Nos descentramos cuando nos identificamos en exceso con el
ego; como resultado, empezamos a reaccionar automáticamente cuando la realidad
no se ajusta a nuestras necesidades, deseos y expectativas
El descentramiento es un proceso inconsciente que se
desencadena cuando hemos llevado al extremo las estrategias egocéntricas
movidas por nuestro tipo de personalidad. Se trata de un mecanismo de defensa
encaminado a desahogar toda la presión y malestar acumulados. Sería algo así
como una válvula de escape que nos genera un alivio temporal. Si no somos conscientes
del desgaste emocional que supone esta desintegración momentánea, corremos el
riesgo de caer en las garras del miedo, la ira y la tristeza. Y si no hacemos
nada para remediarlo, puede arrastrarnos incluso al borde de la depresión.
Para recuperar nuestro centro -nuestro equilibrio
interior-nos conviene poner en práctica ciertos comportamientos y actitudes
esenciales de otro eneatipo, un movimiento denominado «centramiento» o
«integración». A diferencia del descentramiento -que es un proceso totalmente inconsciente
y automático-, el centramiento es un esfuerzo consciente y voluntario, que
surge a raíz de comprender quiénes somos y qué necesitamos para ser
verdaderamente felices.
Estamos centrados cuando nuestra mente está relajada,
permitiéndonos estar muy atentos para controlar nuestras reacciones impulsivas
y dejar de ser víctimas del ego. En este estado de consciencia, nos sentimos
alegres de poder disfrutar de la vida tal como es, sin necesidad de recurrir a
ningún tipo de evasión para huir de nosotros mismos.
El eneagrama es un espejo que nos invita a ser radicalmente
honestos con nosotros mismos, atreviéndonos a aceptarnos tal y como somos, sin
importar si en el momento de conocer esta herramienta nos encontramos
identificados con el ego o, por el contrario, más en contacto con nuestro
verdadero ser. Curiosamente, nuestro ego va a seguir tratando de
autoboicotearnos, A esta parte de nosotros no le interesa que nos conozcamos,
pues podría resultar el principio del fin de su existencia…
El Eneagrama no es una
varita mágica que pone fin a todos nuestros males, pero sí un útil instrumento
para empezar a ser cada vez más conscientes de cuáles son los mecanismos que
nos mantienen esclavizados. Recordemos que es como una balsa que nos lleva de
la orilla donde estamos a otra a la que queremos llegar. Una vez alcancemos
nuestro destino, podremos seguir nuestro camino sin ella. Eso sí, el que rema
siempre es uno mismo.
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