El viejo filosofo Burdach, al que debemos una concienzuda y sutil descripción de los problemas oníricos, ha expresado esta convicción en una frase, muy citada y conocida “…nunca se repite la vida diurna, con sus trabajos y placeres, sus alegrías y dolores; por lo que contrario tiene el sueño a libertarnos de ella. Aun en aquellos momentos en que toda nuestra alma se halla saturada por un objeto, en que un profundo dolor desgarra nuestra vida interior, o una labor acapara todas nuestras fuerzas espirituales, nos da el sueño algo totalmente ajeno a nuestra situación; no toma para sus combinaciones sino significantes fragmentos de la realidad, o se limita a adquirir el tono de nuestro estado de ánimo y simboliza las circunstancias reales”. Los sueños son la forma en el que inconsciente habla, aunque tal forma de habla es meramente indirecta, debe ser interpretada, traducida, de ahí que los sueños requieran de la hermenéutica. Los sueños muestran lo que yace en el inconsciente, proy...