A dónde va el ser humano
Un problema filosófico se
presenta como una perplejidad. La perplejidad es un no saber, duda, porque no
se ve claro. Hay como una sombra que oscurece el sentido, una suerte de niebla
mental, como decía Wittgenstein.
La modestia del título del
libro: ¿hacia dónde iremos? Fatiga, como si con esta simple frase
se quisiera marcar un territorio ignoto, una pregunta que nos deja a
descampado, sin saber qué hacer o, al menos, nos deja sabiendo eso que dejamos
de hacer ya con el rumbo perdido
La
pregunta "¿A dónde va el hombre?" se refiere a la humanidad en su
conjunto. El que, además de las cuestiones que atañen a individuos o
sociedades, existe también un problema que afecta a la humanidad en general es
algo que hoy no se le escapa a quien contemple el panorama mundial con una
cierta profundidad.
Advertirá entonces que la humanidad se encuentra
en un punto crucial. Puede incluso decirse que nos hallamos en un momento de
cambio Pensemos en el abismo que separa hoy a unas generaciones de otras; la
diferencia de mentalidad ha adquirido unas proporciones hasta ahora
desconocidas.
¿Qué ha pasado? ¿Cómo se explica todo esto? ¿A dónde va el hombre? No es que
nos hallemos, según Enomiya-Lassalle, en la etapa final de la humanidad. Sucede
que está aflorando una nueva conciencia, un nuevo modo de entender el mundo. Y
es preciso que nos adelantemos a entenderlo.
Hay tantas inutilidades que toleramos y tantos accesorios que
nos escoltan y que no sirven para nada, que uno llega a preguntarse a poco que
lo intente: ¿A dónde va el ser humano? ¿Dónde quiere llegar? Los tiempos
actuales apenas dejan tiempo para la escucha, para la meditación, lo que
dificulta el crecimiento interior de la persona como tal. Quizás lo más urgente
ahora sea armonizar lo científico con los valores humanos imprescindibles. Hay
que injertar los diálogos en los diarios de la vida como norma costumbrista. Si
la investigación científica debemos ponerla en beneficio del ser humano,
hagámoslo antes hoy que mañana.
Por otra parte, la humanidad se encuentra desvalorada, como
ausente en las impuras plantas de los variopintos poderes. En esta encrucijada
de caminos perdidos, de revueltas desaprovechadas, la sapiencia que por sí
misma gobierna a todo ser humano, se presenta como la única alternativa posible
capaz de crear una cultura nueva que responda a las expectativas más profundas
del ser humano, y, por tanto, devolverle la ilusión por hacer humanidad.
A
veces nos creemos más de lo que somos y, sin embargo, en contradicción con lo
anterior, nos estimamos menos de lo que valemos. El ser humano necesita hacerse
valer más allá de todo orden, con dignidad correspondiente a su ser.
Dignidad por la que Onetti luchó a través de sus obras. Cervantes
y la libertad: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a
los hombres dieron los cielos». Cervantes y el ser humano: «Encomiéndate a Dios
de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo
que están más secas las esperanzas».
Una mirada comprensiva sobre sí mismo y sobre el mundo, es la
visión de quien ve la vida en su profundidad, percibiendo sus dimensiones de
belleza, de invitación a la libertad y a la responsabilidad
Las
universidades de todo el mundo, como ventana predilecta de creación de cultura
y de forja de pensamiento, tienen una importancia estratégica para que el ser
humano retorne a la senda de la conciencia crítica. Se precisan centros de
enseñanzas libres de la esclavitud de las ideologías o de la economía, capaz de
abrirse al ser humano como tal y al mundo.
Por ello, en un momento
dado de este proceso-avance, tuvo que darse un cambio radical de orientación
mediante el cual ciertos seres vivientes dejaron de ser “algo” para convertirse
en “alguien”. Luego, lo que posibilitó al hombre moderno su control en las
sociedades no fue su físico, sino su capacidad de aprovechar y transmitir a sus
descendientes la información cultural por medio de su inteligencia. Con ello mueve
la transmisión de un patrimonio cultural de una generación a otra y, por tanto,
el aprendizaje social. A la herencia genética se añade la herencia cultural. De
este modo, los factores de tipo biológico y de tipo socio-cultural relacionados
entre sí, han sido causa del nacimiento del hombre actual. Que no lo es todo,
sino un transcurso de ir.
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