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UN AMOR MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

 DESPUES DE MORIR SIGUE NUESTRO AMOR

Suele decirse que no hay puertas que el amor no pueda vencer. Pero en ocasiones, y más si echamos la vista atrás hacia el pasado, es habitual que se alzaran poderosos muros capaces de vetar la relación entre dos personas.

Quizá alguna vez viajes a una pequeña población de los Países Bajos llamada Roermond. Allí es posible que sus vecinos te expliquen la que para ellos es, sin duda, la historia de amor más romántica de su país. Y para demostrártelo, seguramente te lleven hasta su cementerio.

Y no, no será en absoluto ninguna experiencia escabrosa, al contrario. Ya sabes que algunos camposantos son auténticas maravillas de la arquitectura, preciosos escenarios de quietud y bellos elementos artísticos que vale la pena conocer.

El que se encuentra en el pequeño pueblo de Roermond es verdaderamente especial, ahí donde se hay una historia real teñida de tristeza y encanto, un lugar único que cada año recibe centenares de turistas, y que seguramente, te encantará conocer…

Esta historia empieza, como todas las buenas historias con un encuentro y un enamoramiento casi inmediato. Estamos en 1842, y ella es JWC Van Gorum, una dama de distinguida nobleza que profesa la religión católica. Él, apuesto caballero 11 años mayor, era protestante y ejercía una buena profesión, era el coronel Van Aefferden de caballería.

A pesar de que su amor era sincero, las familias de ambos no veían con buenos ojos dicha relación. Él protestante, ella católica y noble…

La sociedad marcaba unas normas claras y esas eran la de no entremezclar religiones. Un católico no podía casarse con un protestante, dicho acto era una ofensa no solo para la familia, sino también para la sociedad de aquella época.

Desafiando convencionalismos

La pareja volvió el rostro a esos comentarios y decidió huir. Decidió unir lazos y empezar una vida en común tras contraer matrimonio.

Puede que pienses que, al fin y al cabo, si lograron vivir juntos encontraron la felicidad… Pero la felicidad a veces es efímera y encuentra solo su sentido en breves momentos que no otorgan en absoluto una tranquilidad duradera. Un equilibrio con el cual vivir en paz e integridad.

Los Van Aefferden fueron repudiados por sus familias y por todos sus vecinos a lo largo de toda su vida. Allá donde fijaran su residencia siempre eran mal recibidos, siempre encontraron la aspereza y las miradas esquivas a su relación, a una unión que ninguna iglesia podía aceptar.

Un amor más allá de la muerte

Él murió a la edad de 71 años. Y como marcaban las normas, fue enterrado en el lado protestante del cementerio de Roermond. Si en vida nunca pudieron gozar de una tranquilidad completa, ambos sabían que en el momento de su muerte no se les iba a permitir descansar en el mismo espacio como marido y mujer.

Los cementerios marcaban claras diferencias entre católicos y protestantes y, cada una de las religiones disponía de su lado correspondiente en el camposanto. Ambos estarían separados por un muro. Pero antes de que esto ocurriera, nuestra pareja de amantes ya tenía planeada una idea.

Nuestra dama católica falleció unos pocos años después de su marido. La enterraron justo al lado contrario al que estaba su esposo, en el lado católico. Pero cuando ocurrió, cuando se le dio sepultura, se cumplió el último de sus deseos: que encima del muro se alzara una escultura. Una preciosa escultura de dos amantes uniendo sus manos.

No importaba ya la vida o la muerte, ni aún menos las religiones. Estos dos amantes permanecen unidos desde entonces a través de ese símbolo de piedra. Ahí donde residen unas almas que jamás entendieron de esas diferencias que marcan los hombres en sus ansias por alzar muros a la felicidad de las personas.






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