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EL LIBRO DE LOS VEINTICUATRO FILÓSOFOS (Parte II)

 

VIII

DIOS ES AMOR QUE CUANTO MÁS SE POSEE MÁS SE ESCONDE

Esta definición está formulada en términos de efecto.

En la primera causa se halla aquello desde lo que se difunde la vida, y es el origen mismo de toda la vida. Es ésta, por lo tanto, la fuente del amor en Dios.

Si la unidad del ser creado se inclina por completo a la unidad del engendrador y del engendrado, regresando por la vía del retorno, entonces el amor de la criatura es esto mismo, puesto que es ordenada por aquél al que, cuanto más te unas, más serás exaltado, y tanto más se elevará él.

Y en esto consiste su esconderse.

IX

DIOS ES EL ÚNICO QUE TIENE PRESENTE TODO CUANTO PERTENECE

AL TIEMPO

Esta definición es según la forma.

El todo ve todas las partes con una sola mirada, mientras que la parte no ve el todo más que por aspectos diversos y sucesivos. De ahí que su visión sea única, y no tenga lugar de manera consecutiva.

X

DIOS ES AQUÉL CUYO PODER NO ES NUMERABLE, CUYO SER NO ES

FINITO, CUYA BONDAD NO ES LIMITADA.

Esta definición se explica por medio de la cuarta y la séptima.

En el poder de las criaturas se encuentra en primer lugar un número, puesto, puesto que existe más o menos obras que conducen lo posible al acto; si fuesen infinitas, se hablaría de lo imposible. Tan sólo de aquello que será puesto en acto por Dios se producen obras infinitas; y por esta razón el obrar divino es inmediato. En realidad, no puede suceder que un número infinito, ordenado al acto, halle un límite.

Todo ser manifiesta la perfección de una finitud, y son finitas sus operaciones del centro al ser. No es así en el ser divino, antes bien, del centro pasan afuera y al acto obras infinitas. De modo que su perfección es infinita, y no es imposible en acto, puesto que existe necesariamente.

De donde se sigue qué, también en el retorno, la vía más segura del ser a la unidad del centro es la bondad ilimitada.

XI

DIOS SE HALLA POR ENCIMA DEL SER, NECESARIO, ABUNDANTE Y

SUFICIENTE ÉL SOLO PARA SÍ MISMO.

Esta definición es formal, pero de acuerdo con una comparación.

Todo ser pone de manifiesto un cumplimiento por la tanto, por encima del ser se halla aquel que no está cerrado por nada. Y es necesario, puesto que carece de mal, ya que no se halla limitado más que por posibilidades infinitas. Ni su supraser se halla dividido, pues retorna de sí en sí, ni de nada se halla privado en su totalidad, sino que es suprabundante en sí mismo.

XII

DIOS ES AQUÉL CUYA VOLUNTAD ES IGUAL A LA POTENCIA Y

SABIDURÍA DVINAS.

La voluntad, el saber y el poder son los principios de acción en las criaturas. Pero éstos no son iguales, dado que la voluntad resulta más indeterminada que el saber y el poder. En mí, de hecho, la naturaleza ha circunscrito el poder, y la educación el saber, mientras que la voluntad permanece libre en expansión perpetua.

XIII

DIOS ES LA ETERNIDAD QUE ACTÚA EN SÍ, SIN DIVIDIRSE NI DETERMINARSE.

Las cosas creadas actúan y se determinan. Actúan y están faltas de continuidad, puesto que hallan resistencia. Y por ello la fatiga desvanece la fuerza.

No ocurre así con el creador. No se transforma y no se determina. Tampoco necesita de la sombra para reposar de la fatiga.

XIV

DIOS ES OPOSICIÓN A LA NADA POR MEDIACION DEL ENTE.

Esta distinción hace imaginar a Dios como una esfera que en su centro aprisiona la nada. La divina esfera lleva cabo continuamente la obra divina, manteniendo la nada eternamente en sí, y de ella llamando al ser, por superabundancia de bondad, a la criatura, que se dispone como en torno al centro. Y sí la divina bondad conduce al ser en acto, la criatura permanecerá por siempre; sí, por el contrario, conduce a ser posible, regresará a la nada.

XV

DIOS ES LA VIDA, CUYA VÍA HACIA LA FORMA ES LA VERDAD Y

HACIA LA UNIDAD, LA BONDAD.

El movimiento procede del centro y regresa al centro: el primero da el ser, el segundo la vida. En Dios, el primer movimiento es la vía del engendrador hacia el engendrado, yes ele ser; el segundo, esto es, la vía inversa, es la bondad.

XVI

DIOS ES EL ÚNICO AL QUE, A CAUSA DE SU EXCELENCIA, LAS

PALABRAS NO ALCANZAN A SIGNIFICAR, NI LA MENTE, A CAUSA DE

SU DESEMEJANZA, A COMPRENDER.

La función de la palabra es significar los conceptos de la mente, y no otra.

El alma no halla en sí la idea o el modelo de Dios, puestos que éstos son plenamente él mismo, más no de la manera en que él se halla en las cosas. Por esta razón, Dios es desemejante al alma de acuerdo con todo él, y no es comprendido; y por lo tanto, tampoco significado.

XVII

DIOS ES PENSAMIENTO TAN SÓLO DE SÍ MISMO, Y NO RECIBE PREDICADO ALGUNO

El nudo no se conoce por su sola relación con el nudo.

En las cosas, el predicado formula en múltiples razones aquello que se halla recogido en un solo concepto. Puesto que en Dios no existen diversas razones de acuerdo con el antes y el después que constituyan su esencia de acuerdo con el más y el menos, no acepta predicado alguno, sino que se piensa a sí mismo, dado que se engendra a sí mismo.

XVIII

DIOS ES UNA ESFERA QUE TIENE TANTAS CIRCUNFERENCIAS COMO

PUNTOS

Esta definición deriva de la segunda: dado que Dios se halla totalmente privado de dimensión, y es al mismo tiempo de dimensión infinita, la esfera de su esencia no puede hallarse delimitada.

Por lo tanto, no puede haber en el extremo un punto que no tenga en torno a sí circunferencia.

XIX

DIOS SE HALLA SIEMPRE INMÓVIL EN EL MOVIMIENTO.

Se dice que Dios se halla inmóvil porque siempre mantiene una sola condición, y esto es hallarse en la quietud. Siempre se halla en movimiento, puesto que vive en sí mismo, aunque sin alteración. Él se piensa con pensamiento simple, y esto es así porque el pensamiento conduce a la perfección al objeto pensado, y el objeto pensado es forma del pensante.


XX

DIOS ES EL ÚNICO QUE VIVE DEL PENSAMIENTO DE SÍ MISMO.

Él no vive como los cuerpos, que reciben en ellos mismos substancias extrañas para convertirlas en su propia naturaleza.

Él no vive como los cuerpos supracelestes, que reciben el movimiento de los espíritus, ni vive como las inteligencias, es decir, las almas que son sostenidas por la unidad de él.

Por el contrario, vive de sí mismo y en el pensamiento de sí mismo, y es supraesencial. 

XXI

DIOS ES LA TINIEBLA QUE PERMANECE EN EL ALMA DES PUES DE TODA LUZ.

Las ideas de las cosas presentes en el alma, que revelan aquello que se halla contenido en ella, y por la cuales Dios es de algún modo todas las cosas, él mismo las alumbra en el alma. Pero el alma contempla a la divinidad sólo después de haber apartado todas estas formas. Al negar y rechazar de sí misma todas las ideas de las cosas, se dirige por encima de sí y quiere conocer la causa primera.

Y el intelecto se entenebrece en el alma, puesto que no logra soportar aquella luz increada. Y así, cuando se dirige a sí mismo, dice: Héteme aquí, en las tinieblas.

XXII

DIOS ES AQUÉL DE QUIEN ES TODO CUANTO ES SIN DIVISIÓN, AQUÉL PARA QUIEN ESTODO CUANTO ES SIN ALTERACIÓN, AQUÉL EN QUIEN ES TODO CUANTO ES SIN MEZCLA.

Por la intervención de su esencia triforme sobre la nada, Dios lleva al ser a las cosas que son de acuerdo con sus formas, de modo que obtengan del engendrador el principio de su existencia, se establezcan en el ser a través del engendrado, y permanezcan en el vivificante.

Pero proceden del engendrador de modo que éste no se divida ni les conceda algo de su propia esencia, como por contacto; ni tampoco la forma divina, que da forma a las cosas por sí misma, y no por medio de otra cosa, experimente alteración; ni tampoco el vivificante, que los reúne en sí mismo, contraiga mezcla o impureza alguna por haberlas recogido.

XXIII

DIOS ES AQUÉL A QUIEN LA MENTE CONOCE TAN SÓLO EN LA IGNORANCIA.

Esta definición se entiende a través de la vigesimoprimera.

El alma no conoce nada a no ser aquello de lo que pueda recibir la idea, y compararla con el modelo que guarda en sí misma. De hecho, el alma tiene tan sólo el modelo de aquello que ha fluido al ser a partir de la primera causa y a través de ella misma.

De modo que alma no tendrá conocimiento de aquello que se halla por encima de ella misma y, por lo tanto, tampoco lo tendrá de la primera causa. Pero cuando haya contemplado toda la ciencia de las demás cosas, extrayendo de éstas la primera causa e incluyendo su oposición a la nada, el alma obtendrá, de este modo, todo el conocimiento que pueda conseguir.

Y en esto consiste el verdadero ignorar: saber aquello que Dios no es, y no saber aquello que es.

XXIV

DIOS ES LA LUZ QUE BRILLA SIN FRACTURA, SE DIFUNDE, PERO EN LAS

COSAS TAN SÓLO QUEDA UNA SEMEJANZA DIVINA.

Esta definición está formada de acuerdo con la esencia.

Cuando la luz creada desciende sobre un objeto oscuro, de una oscuridad tan grande que no logra iluminarlo por culpa de su densa materialidad, entonces la luz se fragmenta en rayos, esto es, en el grado máximo de su resplandor, y procede en formas accidentales, multiplicadas por esta refracción de su esencia. Y esto es el esplendor.

La luz divina no halla en las cosas creadas una materialidad tan intensa que tenga que fragmentarla en su acción, de modo que atraviesa todas las cosas tan sólo hay una semejanza divina; y en ellas la luz de Dios engendra y multiplica el esplendor, mientras que en sí misma no conoce variación.


 


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