VIII
DIOS
ES AMOR QUE CUANTO MÁS SE POSEE MÁS SE ESCONDE
Esta
definición está formulada en términos de efecto.
En la primera causa se halla
aquello desde lo que se difunde la vida, y es el origen mismo de toda la vida.
Es ésta, por lo tanto, la fuente del amor en Dios.
Si
la unidad del ser creado se inclina por completo a la unidad del engendrador y
del engendrado, regresando por la vía del retorno, entonces el amor de la
criatura es esto mismo, puesto que es ordenada por aquél al que, cuanto más te
unas, más serás exaltado, y tanto más se elevará él.
Y en esto consiste su esconderse.
IX
DIOS
ES EL ÚNICO QUE TIENE PRESENTE TODO CUANTO PERTENECE
AL
TIEMPO
Esta
definición es según la forma.
El todo ve todas las partes con
una sola mirada, mientras que la parte no ve el todo más que por aspectos
diversos y sucesivos. De ahí que su visión sea única, y no tenga lugar de
manera consecutiva.
X
DIOS
ES AQUÉL CUYO PODER NO ES NUMERABLE, CUYO SER NO ES
FINITO,
CUYA BONDAD NO ES LIMITADA.
Esta
definición se explica por medio de la cuarta y la séptima.
En
el poder de las criaturas se encuentra en primer lugar un número, puesto,
puesto que existe más o menos obras que conducen lo posible al acto; si fuesen
infinitas, se hablaría de lo imposible. Tan sólo de aquello que será puesto en
acto por Dios se producen obras infinitas; y por esta razón el obrar divino es
inmediato. En realidad, no puede suceder que un número infinito, ordenado al
acto, halle un límite.
Todo
ser manifiesta la perfección de una finitud, y son finitas sus operaciones del
centro al ser. No es así en el ser divino, antes bien, del centro pasan afuera
y al acto obras infinitas. De modo que su perfección es infinita, y no es
imposible en acto, puesto que existe necesariamente.
De donde se sigue qué, también en
el retorno, la vía más segura del ser a la unidad del centro es la bondad
ilimitada.
XI
DIOS
SE HALLA POR ENCIMA DEL SER, NECESARIO, ABUNDANTE Y
SUFICIENTE
ÉL SOLO PARA SÍ MISMO.
Esta
definición es formal, pero de acuerdo con una comparación.
Todo ser pone de manifiesto un
cumplimiento por la tanto, por encima del ser se halla aquel que no está
cerrado por nada. Y es necesario, puesto que carece de mal, ya que no se halla
limitado más que por posibilidades infinitas. Ni su supraser se halla dividido,
pues retorna de sí en sí, ni de nada se halla privado en su totalidad, sino que
es suprabundante en sí mismo.
XII
DIOS
ES AQUÉL CUYA VOLUNTAD ES IGUAL A LA POTENCIA Y
SABIDURÍA
DVINAS.
La voluntad, el saber y el poder
son los principios de acción en las criaturas. Pero éstos no son iguales, dado
que la voluntad resulta más indeterminada que el saber y el poder. En mí, de
hecho, la naturaleza ha circunscrito el poder, y la educación el saber,
mientras que la voluntad permanece libre en expansión perpetua.
XIII
DIOS
ES LA ETERNIDAD QUE ACTÚA EN SÍ, SIN DIVIDIRSE NI DETERMINARSE.
Las
cosas creadas actúan y se determinan. Actúan y están faltas de continuidad,
puesto que hallan resistencia. Y por ello la fatiga desvanece la fuerza.
No ocurre así con el creador. No
se transforma y no se determina. Tampoco necesita de la sombra para reposar de
la fatiga.
XIV
DIOS
ES OPOSICIÓN A LA NADA POR MEDIACION DEL ENTE.
Esta distinción hace imaginar a
Dios como una esfera que en su centro aprisiona la nada. La divina esfera lleva
cabo continuamente la obra divina, manteniendo la nada eternamente en sí, y de
ella llamando al ser, por superabundancia de bondad, a la criatura, que se
dispone como en torno al centro. Y sí la divina bondad conduce al ser en acto,
la criatura permanecerá por siempre; sí, por el contrario, conduce a ser
posible, regresará a la nada.
XV
DIOS
ES LA VIDA, CUYA VÍA HACIA LA FORMA ES LA VERDAD Y
HACIA
LA UNIDAD, LA BONDAD.
El movimiento procede del centro
y regresa al centro: el primero da el ser, el segundo la vida. En Dios, el
primer movimiento es la vía del engendrador hacia el engendrado, yes ele ser;
el segundo, esto es, la vía inversa, es la bondad.
XVI
DIOS
ES EL ÚNICO AL QUE, A CAUSA DE SU EXCELENCIA, LAS
PALABRAS
NO ALCANZAN A SIGNIFICAR, NI LA MENTE, A CAUSA DE
SU
DESEMEJANZA, A COMPRENDER.
La
función de la palabra es significar los conceptos de la mente, y no otra.
El alma no halla en sí la idea o
el modelo de Dios, puestos que éstos son plenamente él mismo, más no de la
manera en que él se halla en las cosas. Por esta razón, Dios es desemejante al
alma de acuerdo con todo él, y no es comprendido; y por lo tanto, tampoco
significado.
XVII
DIOS
ES PENSAMIENTO TAN SÓLO DE SÍ MISMO, Y NO RECIBE PREDICADO ALGUNO
El
nudo no se conoce por su sola relación con el nudo.
En las cosas, el predicado
formula en múltiples razones aquello que se halla recogido en un solo concepto.
Puesto que en Dios no existen diversas razones de acuerdo con el antes y el
después que constituyan su esencia de acuerdo con el más y el menos, no acepta
predicado alguno, sino que se piensa a sí mismo, dado que se engendra a sí
mismo.
XVIII
DIOS
ES UNA ESFERA QUE TIENE TANTAS CIRCUNFERENCIAS COMO
PUNTOS
Esta
definición deriva de la segunda: dado que Dios se halla totalmente privado de
dimensión, y es al mismo tiempo de dimensión infinita, la esfera de su esencia
no puede hallarse delimitada.
Por lo tanto, no puede haber en
el extremo un punto que no tenga en torno a sí circunferencia.
XIX
DIOS
SE HALLA SIEMPRE INMÓVIL EN EL MOVIMIENTO.
Se
dice que Dios se halla inmóvil porque siempre mantiene una sola condición, y
esto es hallarse en la quietud. Siempre se halla en movimiento, puesto que vive
en sí mismo, aunque sin alteración. Él se piensa con pensamiento simple, y esto
es así porque el pensamiento conduce a la perfección al objeto pensado, y el
objeto pensado es forma del pensante.
XX
DIOS
ES EL ÚNICO QUE VIVE DEL PENSAMIENTO DE SÍ MISMO.
Él
no vive como los cuerpos, que reciben en ellos mismos substancias extrañas para
convertirlas en su propia naturaleza.
Él
no vive como los cuerpos supracelestes, que reciben el movimiento de los
espíritus, ni vive como las inteligencias, es decir, las almas que son
sostenidas por la unidad de él.
Por el contrario, vive de sí mismo y en el pensamiento de sí mismo, y es supraesencial.
XXI
DIOS
ES LA TINIEBLA QUE PERMANECE EN EL ALMA DES PUES DE TODA LUZ.
Las ideas de las cosas presentes en el alma, que
revelan aquello que se halla contenido en ella, y por la cuales Dios es de
algún modo todas las cosas, él mismo las alumbra en el alma. Pero el alma
contempla a la divinidad sólo después de haber apartado todas estas formas. Al
negar y rechazar de sí misma todas las ideas de las cosas, se dirige por encima
de sí y quiere conocer la causa primera.
Y el intelecto se entenebrece en
el alma, puesto que no logra soportar aquella luz increada. Y así, cuando se
dirige a sí mismo, dice: Héteme aquí, en las tinieblas.
XXII
DIOS ES AQUÉL DE QUIEN ES TODO CUANTO ES SIN DIVISIÓN, AQUÉL PARA QUIEN ESTODO CUANTO ES SIN ALTERACIÓN, AQUÉL EN QUIEN ES TODO CUANTO ES SIN MEZCLA.
Por
la intervención de su esencia triforme sobre la nada, Dios lleva al ser a las
cosas que son de acuerdo con sus formas, de modo que obtengan del engendrador
el principio de su existencia, se establezcan en el ser a través del
engendrado, y permanezcan en el vivificante.
Pero proceden del engendrador de
modo que éste no se divida ni les conceda algo de su propia esencia, como por
contacto; ni tampoco la forma divina, que da forma a las cosas por sí misma, y
no por medio de otra cosa, experimente alteración; ni tampoco el vivificante,
que los reúne en sí mismo, contraiga mezcla o impureza alguna por haberlas
recogido.
XXIII
DIOS
ES AQUÉL A QUIEN LA MENTE CONOCE TAN SÓLO EN LA IGNORANCIA.
Esta
definición se entiende a través de la vigesimoprimera.
El
alma no conoce nada a no ser aquello de lo que pueda recibir la idea, y
compararla con el modelo que guarda en sí misma. De hecho, el alma tiene tan
sólo el modelo de aquello que ha fluido al ser a partir de la primera causa y a
través de ella misma.
De
modo que alma no tendrá conocimiento de aquello que se halla por encima de ella
misma y, por lo tanto, tampoco lo tendrá de la primera causa. Pero cuando haya
contemplado toda la ciencia de las demás cosas, extrayendo de éstas la primera
causa e incluyendo su oposición a la nada, el alma obtendrá, de este modo, todo
el conocimiento que pueda conseguir.
Y en esto consiste el verdadero
ignorar: saber aquello que Dios no es, y no saber aquello que es.
XXIV
DIOS
ES LA LUZ QUE BRILLA SIN FRACTURA, SE DIFUNDE, PERO EN LAS
COSAS
TAN SÓLO QUEDA UNA SEMEJANZA DIVINA.
Esta
definición está formada de acuerdo con la esencia.
Cuando
la luz creada desciende sobre un objeto oscuro, de una oscuridad tan grande que
no logra iluminarlo por culpa de su densa materialidad, entonces la luz se
fragmenta en rayos, esto es, en el grado máximo de su resplandor, y procede en
formas accidentales, multiplicadas por esta refracción de su esencia. Y esto es
el esplendor.
La luz divina no halla en las cosas creadas una materialidad tan intensa que tenga que fragmentarla en su acción, de modo que atraviesa todas las cosas tan sólo hay una semejanza divina; y en ellas la luz de Dios engendra y multiplica el esplendor, mientras que en sí misma no conoce variación.
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