La ley del esfuerzo es básica para que el ser
humano desempeñe sus funciones en la vida de la mejor manera posible. El
esfuerzo es un valor que no viene de nacimiento, sino que los padres y madres
tienen que enseñar a sus hijos, ya que necesita de un entrenamiento, el cual
consiste en la creación de hábitos y responsabilidades, a través de la
constancia. El valor del esfuerzo en la formación de una persona es
esencial. Al enseñarlo, se transmiten
además otros valores primordiales como la fortaleza, la
paciencia, la tolerancia o la generosidad. Y se elimina la idea equivocada, de
que todo llega sin hacer nada.
Nada regalan en la vida, la suerte no existe, solo
el esfuerzo y el trabajo. Así es, o así debería ser siempre. Nuestra
sociedad nos ha creado el falso sueño de que, inventando un personaje o una
estrategia, podemos ser ricos y famosos en un momento. Con todo eso,
lamentablemente hemos perdido el valor del esfuerzo, ya no creemos en él.
Pensamos que ganarse la vida con esfuerzo día a
día es una estupidez, y soñamos con una lotería
basada en la mentira, en el engaño o en la falta de respeto hacia nosotros
mismos o hacia los demás. Muchos quieren ese minuto de gloria que les haga
conseguirlo todo en un momento, conseguir cosas materiales…
Queremos todo a corto plazo porque lo saboreamos
más rápido, pero bien es cierto que los grandes éxitos se van cultivando
con el paso del tiempo.
El esfuerzo es dignidad
Los grandes hombres y las grandes mujeres son
aquellos que se esfuerzan sin descanso. Son los que pasan su vida encerrados en
un laboratorio buscando un descubrimiento que ayude a la humanidad. Esos reporteros
que arriesgan su vida para ofrecer testimonio de lo que ocurre al otro lado del
mundo; esas mamás que cada día hacen de enfermera, o de amiga con sus
hijos. Todas esas personas que se levantan cada día dando gracias por
tener un trabajo y ganarse el pan “con el sudor de su frente”. Esos son
los grandes hombres y mujeres. Similar caso sucede con los animales también.
No nos engañemos, el esfuerzo es dignidad, es
intentar hacer las cosas mejor con una sonrisa, con ganas de seguir luchando
día a día, hora a hora y minuto a minuto, por conseguir nuestros sueños; el ser
consciente de los errores que cometemos y buscar alternativas, aunque ese día hayamos
trabajado el doble, eso es dignidad y esfuerzo.
No queramos, no soñemos con imitar a esos individuos; no
le enseñemos a nuestros hijos que las cosas se consiguen fácilmente, porque
todo tiene un precio, y aprender que todo se consigue con el esfuerzo es una de
las grandes enseñanzas que podemos recibir cuando somos pequeños.
El esfuerzo es como el cultivo de una semilla, que
con el paso del tiempo hay que regar y cuidar, para que en el momento adecuado
nos dé sus frutos. El esfuerzo es amigo de la motivación y la constancia, no de
la pereza y el desinterés.
¿Cómo podemos inculcar el valor del esfuerzo?
No le hagas todo a tus hijos. Déjalos que tomen
responsabilidades acordes con su edad. Si se empieza por enseñarle a esforzarse
en cosas pequeñas, serán capaces de hacerlo más adelante, ante las grandes
dificultades que la vida les deparará.
Enséñale con el ejemplo. A veces, las acciones son
más importantes que las palabras.
Ayúdale a marcar metas realistas.
El sufrimiento es necesario. No críes a tu
hijo entre algodones. Aprender que el sufrimiento y la frustración forman parte
de la vida los hará más maduros emocionalmente.
Ayúdale a vencer la impaciencia.
Dialoga con tu hijo y explícale los porqués.
Seguramente entenderán muchas cosas sobre el valor del esfuerzo si los ayudas
con tus palabras.
Ser Coherente entre lo que dices y lo que haces.
Hacer sencillo lo complicado
Decía la escritora sordociega Helen
Keller que
nada puede lograrse en este mundo si no existe esperanza y confianza. A esta frase le
podríamos añadir que, si bien es cierto que la esperanza es algo que debemos
cultivar cada uno en nuestro interior, la confianza es esa herramienta social
por excelencia que debemos saber promover en los demás para ganarnos su
cercanía.
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