Agotamiento mental, fatiga y hasta insomnio. Esas épocas en las que te preocupas por casi todo, la mente llega al límite de sus recursos. Sin embargo ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué caemos en estos abismos profundos de preocupación?
¿Por qué me preocupo por todo?
¿Por qué desde hace un
tiempo no puedo salir del laberinto mental de estos pensamientos cargados de
angustia? Muchas personas se hacen esta misma pregunta en determinadas épocas y
momentos de sus vidas. Lo cierto es que resulta muy fácil derivar en este tipo
de situaciones y por ello es útil profundizar en este tipo de anatomía
psicológica.
Figuras tan clásicas,
como el ya desaparecido Wayne Dyer, nos recordaba aquello de que a menudo la
catástrofe que tanto nos preocupa suele ser menos horrible en la realidad de lo
que fue en nuestra imaginación. Es cierto, debemos admitirlo, las personas somos a menudo auténticas fábricas de
preocupación andantes, mentes especializadas en promover el propio
sufrimiento.
Sin embargo… ¿de verdad
es tan nociva la preocupación? Gran parte de la literatura de autoayuda, así
como la psicología más popular y cotidiana, nos insiste en que nada es tan
inútil como preocuparnos. Ahora bien, esta es una realidad que admite
importantes matices.
Preocuparnos no es un
ejercicio nocivo ni negativo, ese acto de esfuerzo cognitivo es el mecanismo
por el que anticipamos determinadas cosas para actuar ante ellas después de
manera eficaz. El auténtico problema no está en pensar mucho, el desafío se encuentra en saber pensar bien, en
preocuparnos de manera inteligente, lógica y eficaz.
¿Por qué me preocupo por todo?
Cuando uno se pregunta, casi molesto, por qué se
preocupa por todo es porque se ha llegado al límite. Son situaciones en
las que junto al agotamiento mental aparece
también el malestar físico, los dolores musculares, el insomnio, las cefaleas…
El doctor Carlos Pelta de la Universidad de Madrid
nos indica en un interesante trabajo que estas
situaciones se vinculan en muchos casos con estados como la ansiedad y la
depresión.
Cuando dichos procesos sitúan su mirada solo en el
futuro, ideando imágenes y situaciones que lejos de solucionar el problema, lo
empeoran, caemos en un estado patológico. No podemos llegar a estos
extremos. No debemos alimentar esas cadenas de pensamiento desgastantes y
negativas sin utilidad alguna.
El primer paso ante estas situaciones es
clarificar desencadenantes y actuar. Profundicemos en ello, comprendamos qué
puede haber detrás de esas situaciones.
Nos han enseñado que las personas responsables
siempre están preocupadas
Vivimos en una sociedad en la que estados, como
la ansiedad o el estrés, están
normalizados. Es decir, asumimos que toda persona responsable,
comprometida con su trabajo y familia está sometida a una elevada sobrecarga.
Responsabilidad y preocupación van siempre de la mano y cuánto más te
preocupes, más responsable serás.
¿Qué podemos hacer en estos casos?
En lo personal, si queremos salir de esta
situación podemos empezar por cambiar los esquemas de pensamiento. No por
preocuparnos más, solucionamos mejor los desafíos de la vida. No por estar más
sobrecargados, somos más dignos de admiración.
La preocupación excesiva enferma, nos hace menos
competentes y menos felices.
Es necesario saber poner límites, establecer una
mejor gestión del tiempo y de las
responsabilidades cotidianas. No siempre podremos con
todo, necesitamos tiempo para nosotros mismos y no asumir más tareas de
las que podemos manejar.
Estás anticipando lo peor
Una de las razones de por qué nos preocupamos por
todo nos la revela un estudio realizado en la
Universidad de Laval (Quebec). Las personas tendemos a menudo a anticipar
realidades negativas. De algún modo, el cerebro busca prepararnos para lo peor
con el fin de que empecemos a reaccionar y desplegar estrategias.
Sin embargo, pensar en los peores escenarios casi
de manera constante nos genera una sobre activación poco saludable y agotadora.
Estamos siempre alerta. Y todo ello se traduce en insomnio, en tensión física y
malestar.
¿Qué podemos hacer en estos casos?
Cuando tomemos conciencia de que la mente filtra
cada realidad, suceso y pensamiento a través del fatalismo y la negatividad, es
momento de detenernos. Hacer un inciso de unos días y darnos tiempo de descanso
es lo más idóneo. La calma y el sosiego físico es el primer paso para
tranquilizar la mente.
Una vez hayamos alcanzado
un adecuado equilibrio interno es momento de racionalizar ideas y promover
cambios. Los estados de preocupación constante demandan tomar nuevas
decisiones. Hagámoslo con inteligencia pensando en el propio bienestar.
¿Por qué me preocupo por todo?
Preocuparnos de manera constante y sufrir lo indecible ante cada pensamiento, ante cada idea que se nos cruza por la mente puede ser síntoma de algún problema, cabe la posibilidad de que suframos un trastorno de ansiedad generalizada. (TGA).
Esa angustia flotante que todo lo opaca y que no nos ofrece tregua configura un estado de gran agotamiento anímico y físico. Ante este estado, es importante solicitar ayuda especializada. Los síntomas suelen ser los siguientes:
. Imposibilidad para controlar la preocupación.
. Deterioro en el ámbito laboral y
personal debido a esa preocupación constante.
. Una amplia
sintomatología física: taquicardias, dolores musculares, insomnio, mareos,
fatiga, sensación de ahogo…
. Estas situaciones deben
estar presentes como mínimo desde hace 6 meses.
¿Qué puedo hacer ante esta situación?
Detrás del trastorno de
ansiedad generalizada pueden existir otras realidades que deben considerarse,
como depresiones o traumas. Es importante contar con
un buen diagnóstico y personalizar la estrategia terapéutica partiendo
de las necesidades de cada paciente.
En gran parte de los
casos, suelen verse buenos resultados mediante la terapia cognitivo-conductual.
Por último, y no menos importante, es esencial que aprendamos a manejar los
estados de preocupación.
No se trata ni mucho
menos de dejar de pensar en aquello que nos angustia o de obviar ese desafío
que tenemos por delante. La clave de bienestar reside en
aprender a pensar de manera saludable, a preocuparnos de
manera efectiva trazando soluciones ante cada problema.
Comentarios
Publicar un comentario