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OSCURIDAD, SOMBRA Y LUZ

 «La oscuridad no es una parte del Ser; la sombra sí lo es, y no es lo mismo.»

TODOS ESTAMOS HECHOS DE LUCES Y DE SOMBRAS

Vamos a hablar de la oscuridad y de cómo se ha malentendido este término. La oscuridad no es una parte del Ser; la sombra sí lo es, y no es lo mismo. Nos referimos a «la sombra» cuando hablamos de aquellos valores que no se han desarrollado, por lo cual dan pie a que se desarrolle lo contrario. Cuando eso sucede, hay que descubrir cuál es ese valor y trabajarlo para que brille y vuelva la Luz a él.
Sin embargo, no se debería confundir con la oscuridad, la cual es una fuerza avasalladora que, con intención, desea cubrirlo todo a su paso. En esa fuerza se pueden ver y percibir todas aquellas características que no pertenecen a la Luz: el engaño, la maldad, la crueldad, la rabia, la envidia, la sed de poder. el tema de la oscuridad también se encuentra muy vivo dado que ese concepto se ha empleado como un símbolo de estados de ánimos negativos tal es el caso de la depresión o para dar cuenta de la maldad que alguien dispone.
No estamos hablando de un individuo, estamos hablando de una fuerza compuesta por millones de entelequias que vibran en esa frecuencia. Cada ser vibra en una frecuencia específica y cada ausencia de valor hace que su vibración baje. 
Cuanto más baja es la vibración del ser, más disminuye su campo de fuerza y de protección, de manera que la fuerza de la oscuridad y los seres que la conforman pueden engañaros y potenciar vuestras sombras, logrando finalmente que os decantéis por la oscuridad.
En esencia, vosotros sois Luz y, al igual que una planta, esa Luz tiene que ser cultivada.
Si conectáis con el Amor, con la Compasión, con la Gratitud, y trabajáis en vuestro interior, podréis liberaros de los miedos que se relacionan con creencias que fueron heredadas e impuestas.
Quien trabaja en su interior para elevar su vibración estará protegido y llegará un momento en el que conectará de tal modo con su Esencia Divina, que ya no podrá ser manipulado por la oscuridad ni habrá pacto que le interese, porque se dará cuenta de que ya es un ser completo y que, como tal, no necesita nada externo. 
Vosotros sois un fractal de la Fuente, vuestra Esencia es Divina, sois Seres de Luz y, cuando estés unificado, brillaras sin límites.
Luces y sombras habitan en nuestro interior. Forman parte de lo que somos, de lo que no queremos ser y de lo que puede que seamos. Son la lucha entre lo que reconocemos, lo que evitamos, lo que admitimos y lo que ignoramos o no queremos ver. Y en este pequeño, pero costoso equilibrio, tratamos de pasar nuestros días sin que ninguna de las partes domine nuestra vida. La aceptación de nuestras sombras puede implicar dolor, pero también implica evolución, cambio y aceptación de nuestro yo. Implica, por lo tanto, conocerse a uno mismo y desarrollar una sana autoestima ante la vida. No todo son luces, ni las luces siempre iluminan nuestra vida, las luces en ocasiones nos ciegan el camino y las sombras puede que nos den las respuestas. Imagínate un mundo en el que solo hay luz. Si nunca has experimentado la oscuridad, ¿cómo podrías comprender y apreciar la luz? Es el contraste entre luz y oscuridad lo que lleva a un conocimiento más profundo. Estamos en un mundo de dualidades: arriba y abajo, caliente y frío, bueno y malo.
¿Eres consciente de tus propias sombras?
Carl Jung definía a nuestras sombras como el conjunto de las frustraciones, experiencias vergonzosas, dolorosas, temores o inseguridades que se alojan en lo inconsciente. La sombra contiene todo lo negativo de la personalidad que el yo no está siempre en condiciones de asumir y que, por lo mismo, puede llegar a frenar la manifestación de nuestra auténtica forma de ser y de sentir.
La maldad, el egoísmo, la envidia, la cobardía, los celos, la avaricia y muchas de nuestras emociones y nuestros miedos son nuestras sombras. Muchas veces nos damos cuenta de ellas cuando nos llevan a conflictos con los demás. En otras ocasiones se expresan en sentimientos de culpa o hasta en depresiones inexplicables, reflejando una imagen en la que no nos reconocernos.
Incluso, somos capaces de proyectar estas sombras en los otros con tal de no asumir que estos sentimientos, juicios o ideas nos pertenecen. Estamos programados desde pequeños para esconder los fracasos, la desesperación y lo negativo de nuestras vidas. Así, solo por el hecho de ser humanos, guardamos sombras en nuestro interior, al igual que luz.
¿Alguna vez te has cegado siguiendo tu propia luz?
Las luces que nos componen, que nos rodean y que nos iluminan desde el interior son todas aquellas cualidades, virtudes, emociones, comportamientos o deseos que nos gusta mostrar. Son las máscaras que con las que nos disfrazamos en cada ocasión como si fueran nuestra única y verdadera identidad.
Podemos elegir ser bromistas, inteligentes, comprensivos, sociables, tímidos o valientes, podemos elegir qué queremos mostrar ante el gran escenario social. Actualmente, las luces de nuestra personalidad las hacemos brillar más con el uso de las apariencias en las redes sociales. Vivimos una segunda vida en las que las sombras no solo se esconden, sino que hacemos como si no existieran. Esto que en un principio puede parecer una ventaja, una manera de protección ante las miserias de nuestra vida, en realidad se convierte en el epicentro de la expresión del narcisismo moderno.
Por eso resulta tan importante conocer nuestras sombras, porque nos ayudan a mantener el equilibrio interior. Somos falibles, sentimos celos, envidia o culpa, pero también nos recomponemos. Somos humanos y aceptarlo viviendo la realidad y no una historia de cuento, nos ayudará a desarrollar un autoestima sana y a vivir una vida mejor y más plena. No niegues tus sombras, acéptalas; no te ciegues con las luces, busca tu equilibrio interior.









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