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EL PODER DE ATRACCIÓN

SOLILOQUIO

La atracción mental tiene a menudo mucha más fuerza que la física. Gracias a ella se crea un impacto del que no podemos escapar ni aun cerrando los ojos. Sin embargo, para crear este efecto hemos de trabajar en primer lugar una adecuada autoconfianza. Porque nada tiene más poder de atracción que la sensación de merecimiento. La calma imperturbable y la serenidad me hacen fuerte y conservan en perfecto equilibrio mis energías físicas, mentales y espirituales. Mi sensibilidad me hace percibir los efluvios del amor; empero, antes es preciso darlo para recibirlo plenamente.

Más aún, primeramente, debo vibrar, internamente, al influjo del amor, para sintonizar con quienes viven en el mismo grado de vibración. Mientras más elevado sea el nivel de sentimiento que anhelo recibir, en igual grado debo canalizarlo.
Dando, recibo en forma acrecentada, vigorizándome, por cuanto, al dar, activo el flujo energético y la misma fuerza dadora, al retraerse, atrae más de lo que he dado, por efectos de una dualidad de leyes cósmicas, la primera, que determina la inexistencia del vacío, la cual, de manera automática, lo llena; y, la segunda, la ley de reciprocidad, por cuya causa obtengo lo mismo que doy, acrecentado en determinado grado.
La ley de atracción es sustentada por la ley de causa y efecto, mediante la cual se cosecha lo mismo que se siembra; empero.
En vista de que, el mecanismo sólo se activa dando lo mismo que el equivalente que se desea recibir, alguien tiene que dar el primer paso bien sea por efecto de la necesidad o del deseo.
Amor físico o espiritual, afecto, amistad, aprecio, simpatía, todo lo rige la ley de afinidad cósmica que regula el poder de la atracción en todos sus niveles o manifestaciones.
El amor es energía vivificante. Nace en lo íntimo y se comunica con aquellos seres cuya afinidad ejerce profunda atracción por la armonía y el orden divino que establecen, en el cual, ambas partes nos comprometemos y alimentamos, tanto en lo físico como en lo emocional y en lo espiritual.
El matrimonio es una creación divina, sagrada, en cuyo crisol se purifica el amor y se perpetúa la vida en el plano físico, afianzando los lazos de afinidad, la sinceridad, la fidelidad, la comunicación, la alegría y el buen humor mantienen su fluidez.
La felicidad se manifiesta como una actitud de vida, como un estado de fervor, que lleva a anteponer el interés de otros al propio y al dar, se acrecienta el recibir.
La ley de atracción rige entre los seres afines o semejantes por sus inclinaciones, gustos, anhelos, necesidades, etc. La atracción es reciproca.
Debo abrir mi esquema mental para recibir el influjo de la atracción, en la proporción correcta. En las relaciones fruto de esta ley implica rendir cuenta de lo que se toma y pagar o cobrar y viceversa.
Es preciso tener seguridad de que el pago se encuentra dentro de los límites que se desea, en caso contrario, hay que abstenerse del compromiso.  –“Toma lo que quieras y paga el precio”-, decía Ralph 
Waldo Emerson.
Obedecer las leyes universales es el primer paso para tomar las riendas de la vida y del destino en las propias manos de acuerdo a los designios de la inteligencia, subordinando bajo la égida de los grandes valores universales como el amor, la prudencia, la justicia, la fortaleza, el coraje, la belleza y la reciprocidad, etcétera.
En la atracción influyo y recibo influencia. Es preciso que el intercambio sea benéfico para las partes interrelacionadas.
Empero, requiero ejercer riguroso control sobre la atracción que diariamente recibo de múltiples fuentes, cuya acción debo emprenderla sólo cuando existe claridad en las ideas y en los propósitos, con el fin de mantener mi autonomía frente a las múltiples llamadas de la atracción cuando ésta no corresponde con mi propio plan de vida, en cuyo caso debo ubicar en su exacta dimensión de aprecio, amistad, compasión, hermandad, etcétera, aplicando la ley de aislamiento cuando corresponda, es decir, aislar de mi plan de vida todo lo que deja de vincularse al mismo.
Cada día es propicio para desarrollar la armonía en todas las relaciones, centrar en el propio orden interior y armonizando con los principios elevados de la vida, del amor, la justicia, la compasión, el perdón, la compensación o reciprocidad,  el servicio y la ayuda al prójimo, a quien hay que amar de la misma manera que se anhela amar al Creador Universal, por cuanto, todo forma parte del Universo y, con el amor y la dedicación se fortalecen los eslabones menos fuertes de la gran cadena de la fraternidad. Mientras exista un solo ser que deba alcanzar la felicidad y el bienestar, queda por hacer, aún, una tarea del Creador Universal para todos de manera que la paz pueda ser total.
El flujo dinámico del pensamiento tiene una doble polaridad que atrae lo que deseo o temo y repele lo contrario, mediante el aislamiento cósmico.
Esta ley de la atracción tiene múltiples vertientes, empero, la más importante es que la respuesta que obtengo del medio ambiente corresponde a la calidad e índole de mis pensamientos y si deseo mejorar mi vida exterior, preciso elevar las vibraciones de mi pensamiento a los niveles óptimos deseados, entonces, en forma automática, comienzo a atraer del mundo exterior a los elementos coadyuvantes, personas, recursos, clientes, amistades, cónyuge, -y todo lo que haga falta- etcétera. Tengo presente la ley de afinidad, que expresa: -“Lo semejante atrae lo semejante”.
Esta ley me abre la puerta a todo lo que anhelo realizar en la vida y pone a mi alcance un poder ilimitado, regulado únicamente por mis estados de conciencias, visión y anhelos o necesidades. Mientras más amplios los estados de conciencias y visión y más intensos sean los anhelos y necesidades, en igual grado se manifiesta el poder creador. Al incrementar los primeros, se acrecienta la manifestación del segundo.
Afirmación:
Elevo a nivel óptimo la calidad vibratoria de mis pensamientos y canalizo cada día más y mejor los elevados sentimientos acordes a la totalidad de los valores universales como el amor, la sabiduría, la justicia, la fortaleza, la templanza, la belleza, la solidaridad, la bondad, el servicio, etcétera, Me comunicación efectividad con todas las personas con las cuales entro en contacto, día a día. Mantengo siempre mi completa autonomía y conservo la calma y la serenidad en todas las circunstancias.
Mayor autodominio y claridad en las ideas. En cada conversación escucho con atención, empatía e interés para comprender el punto de vista y las necesidades de la otra parte y llevar a cabo las respectivas negociaciones o intercambios sobre un trato justo, agradable y en armonía con todos y de acuerdo con la voluntad divina.
Usar el poder del pensamiento positivo atrayendo a la vida todo cuanto pueda coadyuvar al logro de mis objetivos y me aíslo de toda eventual interferencia mediante un escudo protector de luz.
Cada vez que deseo lograr un mejor grado de resultados en la interrelación con el entorno en el cual actúo a nivel físico, mental y espiritual, elevo la calidad de mis pensamientos, sentimientos y emociones y, en forma automática, obtengo la reciprocidad del medio ambiente y de la vida en general. Soy lo que son mis pensamientos y elevando el tono de éstos, por la ley de atracción, atraigo a los elementos coadyuvantes adecuados, en forma paralela y oportunamente. Hecho está. Así es. Así será.










 

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